Esquerra Republicana quiere abrir una nueva etapa que pase por el diálogo con el Gobierno español. ¿Pero cómo? ¿Sus actuaciones se compadecen con esa intención? La última ha sido la de rechazar la elección de Miquel Iceta como senador autonómico, que se votará este jueves en el Parlament. Esa determinación se une a otras, siempre antes de que las tome el máximo rival, que ha sido el mundo de Convergència y ahora el de Junts per Catalunya. Ocurrió en octubre de 2017 y con los presupuestos de Pedro Sánchez, que, al caer, provocaron la convocatoria de las elecciones generales del pasado 28 de abril.
El argumento de Esquerra es que hay situaciones que obligan a ese rechazo a Iceta, como la prisión preventiva de los dirigentes independentistas. Y que se ha tratado de una decisión de Pedro Sánchez, dejando al Parlament como algo subsidiario.
¿Diálogo, cómo?
La posición de Esquerra llega antes de que la tome, de forma oficial, el grupo de Junts per Catalunya, que, aunque se ha pronunciado a favor también de rechazar la elección de Iceta, primer secretario del PSC, ha mantenido abierta la posibilidad de una abstención. Ahora eso parece imposible. La guerra abierta entre los republicanos y el mundo postconvergente no deja margen para ningún matiz ni para ninguna diferencia entre las dos formaciones.
Sin embargo, ¿qué ha defendido Esquerra en los últimos meses? La voluntad expresada por Oriol Junqueras, o Pere Aragonès, es que se debe iniciar un periodo de diálogo, que pasa por abandonar decisiones unilaterales. El objetivo no es una nueva declaración de independencia, sino buscar cómo se puede convocar un referéndum de autodeterminación, aunque cueste un tiempo mayor a lo deseado.
Rufián, con el cartel de Junqueras, en la campaña de las municipales y europeas
La batalla de octubre de 2017
Pero cuando llega el momento de las decisiones, todas van en dirección contraria. Ocurrió en los días previos a la declaración de independencia en el Parlament del 27 de octubre de 2017. Junqueras quería elecciones autonómicas, pero no deseaba que se reflejara que las quería. Y cuando Carles Puigdemont anunció que las iba a convocar, un día antes, el 26 de octubre, dirigentes de Esquerra intentaron boicotear su decisión. También lo hicieron dirigentes de Convergència, como Josep Rull o Albert Batalla, pero fundamentalmente dirigentes republicanos como Marta Rovira o Gabriel Rufián.
Otro momento determinante llega con los presupuestos de Pedro Sánchez, tras ganar la moción de censura contra Mariano Rajoy. Esa moción se logra con negociaciones entre el equipo de Sánchez y del PDeCAT. Esquerra se suma junto al PNV, después de un papel esencial de Podemos. En los meses siguientes se abre una negociación, que acaba cuando Esquerra presenta una enmienda a la totalidad a los presupuestos para 2019, lo que impide, incluso, la tramitación de las cuentas.
Siempre hacia el bloqueo
Los republicanos señalan que a Sánchez también le va bien ese escenario, para forzar unas elecciones y obtener un mejor resultado a lo esperado, algo que ocurre, efectivamente, el pasado 28 de abril. Pero esa enmienda a la totalidad la presenta Esquerra cinco días antes que la de Junts per Catalunya, que, con muchas dudas, por la presión de los diputados del PDeCAT en Madrid, --que querían dejar que se tramitaran las cuentas--, se ve en la tesitura de hacer lo mismo.
En las tres decisiones, Esquerra, siempre pendiente de los pasos del entorno de Carles Puigdemont, que distorsiona toda la política catalana, se ha adelantado a Junts per Catalunya. ¿Abrir una nueva etapa de diálogo? En el momento decisivo, Esquerra siempre ha tomado una vía distinta, que conduce al bloqueo.