Una tragedia para Carles Puigdemont, para todo el mundo neoconvergente que trata de sacar la cabeza, porque la llamada para liderar el independentismo no casa con unos pobres resultados en el área metropolitana de Barcelona, donde vive la mayoría de la población catalana. Puigdemont se ha conjurado con un puñado de dirigentes de Junts per Catalunya para lograr una victoria en las elecciones municipales, y en las europeas, donde él mismo es el candidato, alentado tras las decisiones judiciales que le permitirán encabezar las listas. Pero el temor se ha instalado entre los alcaldes posconvergentes. Y ha saltado la alerta.
Con la lupa puesta en las elecciones generales, Junts per Catalunya ha comprobado que ha quedado por debajo, incluso, de Vox en localidades que son clave de cara al futuro y donde sí tiene un peso importante Esquerra Republicana. Y es que Vox supera a la formación de Puigdemont en L’Hospitalet, la segunda ciudad de Cataluña; en Santa Coloma de Gramenet; en Cornellà; en Sant Adrià o en El Prat de Llobregat, y supera por poco al partido de Santiago Abascal en ciudades como Badalona, la cuarta en número de habitantes.
¿Abascal o Puigdemont?
Esa es la tragedia, que no deja dormir a los alcaldes convergentes, aunque viene de lejos. Tampoco CiU había logrado nunca buenos resultados en el área metropolitana, pero esa presencia es cada vez menor, y se evidencia justo cuando Puigdemont quiere apretar el acelerador.
Lo ocurrido en la segunda ciudad de Cataluña, L’Hospitalet, con 256.000 habitantes, es significativo. El esquema se repite en la mayoría de localidades: Junts aparece por detrás de PSC o ERC, y, en el área metropolitana por detrás de los comuns o de Ciudadanos. Pero en la segunda ciudad catalana se queda también por detrás del PP y de Vox. Es la séptima fuerza política, con 4.495 votos, el 3,48% del total, mientras que Vox alcanzó el 28 de abril los 5.125 votos, con el 3,96%. ¿Quién es más marginal, Santiago Abascal o Carles Puigdemont?
JxCat, séptima fuerza política
Junts per Catalunya se quedó muy por detrás del PSC, que ganó las elecciones en L’Hospitalet con 46.662 votos; y de los comuns, que obtuvieron 23.571 sufragios. También por detrás de Ciudadanos, con 17.978, y de Esquerra, que quedó en cuarta posición con 17.626 papeletas. Quedó por debajo, además, del PP, con 8.627, y de Vox, con 5.125 votos. Sólo apareció por delante del PACMA, con 2.103 sufragios, y de Front Republicà, la escisión de la CUP, que obtuvo 1.722.
Ese drama se repitió en otras localidades, como Cornellà de Llobregat. Como en L’Hospitalet, fue séptima fuerza política, con el mismo esquema de voto. El PSC ganó las elecciones; con los comunes en segundo puesto, y Ciudadanos en tercero, con un porcentaje muy similar al de Esquerra, que se quedó en el cuarto lugar. PP y Vox les siguieron, y Junts per Catalunya por detrás.
Las advertencias de Mas
Esa situación se analizó el día posterior a las elecciones, en una reunión con la participación de Puigdemont, el presidente Quim Torra y el expresidente Artur Mas. Precisamente, fue Mas quien reclamó una reflexión sobre esa posición rupturista, que llevó a Puigdemont a vetar los presupuestos de Pedro Sánchez.
Puigdemont hizo oídos sordos y emplazó a todos a concentrarse en las municipales, y a seguir con los planes previstos, que pasan por dejar en “evidencia” al Estado. La cuestión es que ERC, que se anticipó a Junts per Catalunya a la hora de presentar la enmienda a la totalidad de los presupuestos de Sánchez, sí ha entrado en el área metropolitana y ha ganado esa particular batalla en el seno del independentismo. Los críticos del PDeCAT, dentro de Junts per Catalunya, argumentan que Esquerra ha sabido abrir una nueva etapa, y que el electorado está avalando esa apuesta.
Feudos convergentes en manos de ERC
Los republicanos ganaron a los exconvergentes en sus propios feudos, como la circunscripción de Girona, o en localidades como Igualada, Vic, Sant Cugat o Puigcerdà. Esa es la lupa que señala los verdaderos resultados, aunque Junts perdiera únicamente un diputado respecto a las elecciones generales de 2016, al pasar de ocho a siete escaños.
En localidades como Mataró, donde Míriam Nogueras, la vicepresidenta del PDeCAT, renunció en el último momento a ser la alcaldable, Junts per Catalunya quedó en quinta posición, con 6.438 votos, por detrás del PSC, que ganó las elecciones generales en el municipio con 17.082 sufragios, y por detrás de Esquerra y los comuns. La lista de Puigdemont logró casi los mismos votos, 6.438 y el 9,56%, que la suma del PP y Vox, con un porcentaje similar, el 9,43%.
El mensaje de Miquel Buch
En otras, la situación es peor, como en Badalona, la cuarta ciudad de Cataluña, donde es la sexta fuerza política, por detrás del PP, y con sólo 1.700 votos más que Vox. O en Santa Coloma de Gramenet, donde, como en L’Hospitalet y Cornellà, es la séptima fuerza, a rebufo de Vox, y sólo con el 2,12% del total. Lo mismo ocurre en Sant Adrià de Besòs, con 540 votos, el 3,07%, por detrás de Vox, y lejos de Esquerra, que queda cuarta con 2.593 sufragios. Y en El Prat de Llobregat, donde es séptima fuerza política, por detrás de la extrema derecha, cuando ERC es tercera, con el 13,96% de los votos. Junts per Catalunya, en esta localidad, sólo consigue el 3,73%, un porcentaje ínfimo.
El consejero de Interior, Miquel Buch, en una imagen en el Parlament
Esa es la realidad de Junts per Catalunya, que ha dejado helados a los alcaldes convergentes. Por ello, algunos de los dirigentes más apegados a Puigdemont, como el consejero de Interior, Miquel Buch, han pedido que nadie se salga del guion, y que sólo después de las elecciones se intente una especie de nueva refundación, para recuperar su "espacio, el partido y el liderazgo, y, principalmente, la confianza de la gente", como se ha difundido en redes internas del partido. ¿Pero qué espacio?
Buch pretende rehacer Junts per Catalunya, pero sin renunciar al liderazgo de Puigdemont. Y eso es lo que divide más al mundo convergente en estos momentos. Los principales alcaldes no quieren hacer campaña con ese ascendente, porque necesitan votos más transversales, los que les han permitido gobernar en ciudades medianas. Lo que ocurra es trascendental, no ya el 26 de mayo, sino el 15 de junio, que es cuando se forman los consistorios, tras los necesarios pactos. En juego están las cuatro diputaciones provinciales y los consejos comarcales. Sólo entonces, midiendo el poder que todavía se pueda mantener, el PDeCAT, Junts per Catalunya y todos los movimientos internos de afines y contrarios a Puigdemont tomarán decisiones.