No está siendo una jornada fácil para las defensas en el juicio del procés. Su vigésimo tercera sesión acoge la comparecencia de los últimos agentes de la Policía Nacional, miembros de las Unidades de Intervención (UIP) en su mayoría, previstos en la fase testifical por su papel a la hora de intentar impedir la celebración del referéndum del 1-O y las defensas de los 12 líderes independentistas que se sientan en el banquillo agotan sus últimos cartuchos en sus pretensiones de minimizar el comportamiento desplegado por la ciudadanía ante la actuación de las fuerzas de seguridad.
No parece que la sesión tenga lugar en vísperas de Jueves Santo y de varias jornadas de descanso para las partes. La tensión aflora en el salón de plenos del Tribunal Supremo y el rostro de algunos de los abogados denota cuando menos que las cosas no están yendo como quisieran. En el primer receso del día, los letrados abandonan la sala con el desánimo reflejado en sus gestos.
Los agentes que uno tras otro toman asiento frente al tribunal no varían apenas su disertación respecto a la quienes les han precedido: lesiones, amenazas, lluvia de piedras, insultos de toda índole, presencia de ancianos y menores como murallas humanas… “Os tenemos que matar, os tenemos que matar”, asegura uno de los efectivos policiales que escuchó vociferar, en el Institut Caparrella de Lleida, a uno de los manifestantes congregados, quien arrojaba “hasta espuma por la boca”. Otro de los efectivos ha explicado cómo le arrebataron el pasamontañas que portaba mientras, en ese mismo instante, un ciudadano le increpaba: “Ahora vemos la cara del fascismo”.
Bronca entre Marchena y Salellas
Cuesta descerrajar la portería contraria y, para más inri, se topan con un presidente del tribunal contumaz que no tolera los excesos en los interrogatorios. La bronca de Manuel Marchena a Benet Salellas, abogado del presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, ha sido uno de los lances más relevantes de la jornada. Se ha producido cuando declaraba uno de los agentes que intervino en el colegio Cappont de Lleida. El letrado le ha inquirido sobre se si preocupó del estado de salud de uno de los ciudadanos que habrían resultado heridos con motivo de la actuación policial.
"Hagamos preguntas sobre los hechos de trascendencia jurídica. Su sentimiento no tiene ninguna trascendencia jurídica. Dirija el interrogatorio con hechos que tengan interés del tribunal”, le ha espetado el magistrado, quien ha proseguido recalcando que el objeto de la causa “está claramente delimitado. Preguntar el sentimiento piadoso o no piadoso del policía no tiene trascendencia jurídica. Está usted perdiendo el tiempo y nos lo está haciendo perder al tribunal”, le ha reprochado.
De la tensión a las bromas
El juicio, sin embargo, ha dado cabida a la disensión cuando ha entrado en la sala un policía que ya había sido interrogado el jueves pasado. Jordi Pina, representante legal de los exconsejeros Jordi Turull y Josep Rull y del expresidente de la ANC Jordi Sànchez, ha puesto sobre aviso al tribunal de este incidente. “¿Qué haríamos sin usted, señor Pina?”, le ha manifestado Marchena quien, irónico, le ha hecho un encargo: “Estese atento de evitar el bis in idem”, fórmula jurídica que impide que una persona sea juzgada dos veces por el mismo hecho. “No es fácil controlar la agenda de 500 testigos”, se ha justificado el magistrado, entre risas.
A partir de ese momento, las referencias a este hecho han sido continuas –“como ya se habrá percatado el señor Pina…”, ha introducido Marchena varias de sus intervenciones--. Salellas, por su parte, continuaba intentando ahondar en lo sucedido en el centro Joan Carles I, también en Lleida, donde un ciudadano sufrió un infarto. El abogado quería conocer si la carga policial registrada en ese momento provocó que varias personas se precipitaran sobre el enfermo. El agente inquirido le ha explicado que lo único que recuerda es que varios ciudadanos gritaban al jefe del dispositivo que procedió a reanimarle.