Transcurre en el Tribunal Supremo la trigésimo segunda jornada del juicio del procés. Desde ayer, agentes antidisturbios que intervinieron durante las votaciones del 1-O describen los episodios de agresividad y amenazas a los que, relatan, se vieron expuestos a lo largo de la jornada. Incluso, tal y como ha narrado este martes uno de ellos, se vieron obligados a negociar con varios de los votantes para evitar males mayores y que los ciudadanos resultaran heridos. El escenario, el barrio de Sant Pere i Sant Pau de Tarragona.
El salón de plenos del alto tribunal acoge una sesión en la que la afluencia de público es claramente inferior a la de jornadas anteriores, principalmente ante la proximidad de los días festivos de Semana Santa, que no ha detenido el curso de un juicio cuya expectación ha descendido en picado en los últimos días. Cerca de 300 testigos deben aún desfilar ante el tribunal, que ni con las elecciones generales del 28 de abril por delante ha querido modificar su calendario para no extender su duración. Algunos de los abogados presentes en la vista, consultados por Crónica Global, estiman que aquella podría prolongarse hasta junio... o julio.
La negociación
Durante la jornada de hoy, uno de los inspectores de la Policía Nacional que elaboró el acta de su actuación en el colegio de Sant Pere i Sant Pau ha recordado cómo los votantes, cuando les vieron llegar, "cerraron las puertas y se sentaron ocupando todo el espacio para impedir la entrada. Había unas 50 personas y otro grupo de gente se colocó detrás". "Para evitar lesiones a los ciudadanos, estuvimos negociando con las personas que había allí", ha dicho. Entre ellas, varios miembros del cuerpo de bomberos de Tarragona. El testigo ha señalado que los concentrados accedieron finalmente a entregarles siete urnas, una de ellas con papeletas.
Es uno de los aspectos más significativos de cuantos se han vertido a lo largo de la mañana, sumado al hallazgo con el que se topó en la escuela Dolors Monserdà (Barcelona) otro de los antidisturbios que han sido interrogados: una urna escondida en el interior de una cámara frigorífica. El agente ha recordado la sorpresa que le causó el descubrimiento no sin antes explicar que las Unidades de Intervención Policial (UIP) tuvieron que separar "con las defensas a las personas que trataban de acceder a la zona de seguridad. Hubo empujones, patadas y aspavientos".
Golpeado con una urna en la cabeza
"Las urnas aparecían con adornos florales o dentro de congeladores, se traían y llevaban de aquí para allá mientras los Mossos observaban", ha manifestado otro de los inspectores. Uno de los oficiales que ha comparecido ante el tribunal ha explicado que, en el instituto Torreforta de Tarragona, fue golpeado con una urna en la cabeza cuando los votantes "intentaban" arrebatárselas.
También en el Dolors Monserdà uno de los inspectores ha recordado que los concentrados estaban "agarrados con fuerza", narrando, incluso, cómo vio "a una señora con un carrito de bebé en el que no había ningún niño y que iba de un lado a otro interponiéndose en la actuación policial". Ha sido una de las imágenes más vívidas que han sido descritas por los testigos a lo largo de la mañana, en la que nuevamente varias de las defensas han sido amonestadas por el presidente Manuel Marchena, por preguntar con base en premisas subjetivas mientras la fiscal Consuelo Madrigal se lamentaba: "Parece que estamos en un juicio sobre la actuación policial por el cumplimiento de unas órdenes judiciales".