Esquerra ha tomado una decisión. El problema es cómo modular un cambio que se puede entender, por los más combativos, como una cesión sin ninguna garantía. Los dirigentes republicanos quieren facilitar la investidura de Pedro Sánchez y han comenzado a difundir un discurso que aterriza en la realidad. La voluntad es facilitar una negociación con el Gobierno del PSOE en Madrid --si gana las elecciones, como muestran las encuestas-- y lograr el apoyo en Cataluña de un independentismo pragmático que haya aprendido la elección de todos estos años.
El frente está representado por tres dirigentes: el propio Oriol Junqueras, desde la cárcel; Pere Aragonès, desde el Govern de la Generalitat, como consejero de Economía, y Sergi Sol, desde el partido, pero también desde el Govern, como asesor especial en políticas estratégicas. Los tres, con ángulos distintos, tratan de ofrecer un mensaje: Esquerra quiere dialogar, admite que la vía unilateral fue un error y que, en realidad, no pasó gran cosa, con lo que se pudo confundir a la parroquia independentista.
¿Un referéndum?, ¿cuándo?
El más claro, y lleva meses en ese intento, ha sido Sergi Sol. Considera que el referéndum del 1 de octubre no puede calificarse como tal, al recordar que “un 57% no fue a votar y ni en España ni en Europa se reconoció el referéndum”. Eso contrasta con posiciones como las de la ANC, con su presidenta Elisenda Paluzie a la cabeza, quien reclama que se implemente esa república que se declaró el 27 de octubre de 2017 en el Parlament.
El problema de Esquerra, admite Sol, es que, pese a proclamarlo constantemente, el partido no crece en el área metropolitana de Barcelona, y sin eso no habrá república que valga. “Hay que picar piedra en el área metropolitana, especialmente en lugares como Santa Coloma de Gramenet o en otras localidades, con poca presencia de ERC”. Entonces, ¿qué fue el 1 de octubre, como le reclaman a Esquerra los sectores más radicales del independentismo? “El 1 de octubre sirvió para constatar nuestras debilidades”, contesta Sol en diferentes entrevistas, la última en TV3.
El vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, en TV3
Sin líneas rojas
Quien lo expresa de forma clara, en relación a los retos institucionales del partido, es Oriol Junqueras. En una carta a la militancia, el presidente de ERC señala que los republicanos tienen a su alcance ganar, por primer vez, unas elecciones generales en Cataluña. Junqueras rechaza “líneas rojas” al posible nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, aunque sin ofrecer “cheques en blanco”, y defiende un diálogo con el PSOE, pese a ser, a su juicio, corresponsable de que él mismo esté en la cárcel. Pese a todo, Junqueras reitera que no se “cometerá el error” de fijar unas líneas rojas que signifiquen, de hecho, que gobierne una coalición de los partidos de derecha. La carta de Junqueras coincide con su 50 aniversario, y con el inicio de la campaña electoral de las generales. El mensaje es claro: proyecto independentista, sí, pero vía pragmática también.
El tercer elemento, para constatar que existe una realidad que no se puede ocultar, lo ha ofrecido Pere Aragonès. ¿Las empresas que se fueron de Cataluña por los hechos de octubre de 2017, volverán? Aragonès contesta: No, hay que tener los pies en el suelo. “La reversión de esta decisión, a corto plazo, no está planteada”.
Tapar fugas a Vox
Lo explicó también en TV3, en el programa FAQS, después de apuntar que lo discutió con los responsables de CaixaBank y Sabadell.
Ahora bien, ¿es suficiente el esfuerzo de Esquerra? ¿Es real? Y si lo es, ¿en qué momento se distanciará del presidente Quim Torra en la Generalitat? Lo que pretende Esquerra ahora es tapar posibles fugas a partidos como el PSC, que asciende en las encuestas para ganar las elecciones generales en Cataluña. El equilibrio es difícil: ser pragmáticos, pero no hasta el punto de alejar a los electores que se sientan fascinados por el independentismo irredento de Carles Puigdemont y de Junts per Catalunya. Es la hora, en cualquier caso, de Esquerra, para saber a qué quiere jugar en los próximos años.