La actual fase del procés independentista, con la mayoría de sus promotores siendo juzgados ante el Tribunal Supremo, ha colocado bajo el foco mediático a abogados y expertos en Derecho Penal. Algunos de ellos se han posicionado políticamente y, a menudo, se han excedido de su campo competencial y de conocimiento. El caso más paradigmático de todos ha sido el de Jaume Alonso-Cuevillas, cuya fidelidad al expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont ha sido premiada encabezando la lista de JxCat por Girona para las generales del 28A.
En los círculos de los grandes bufetes especializados en Derecho Penal de Barcelona aseguran que su exposición mediática poco tiene que ver con su reputación como penalista. “Cuevillas nunca ha sido un referente penalista, sino más bien un procesalista civil”, explica a instancias de Crónica Global uno de los principales letrados en materia penal de la Ciudad Condal que prefiere mantener el anonimato. “Procesalista” es el nombre por el que, en la jerga jurídica, se conoce a los que se dedican a litigios de naturaleza civil, pero no penal.
Más teórico que abogado
Su iniciación práctica en el Derecho Penal vino de la mano del procés. Fuentes penalistas añaden que una de sus primeras --sino la primera-- vistilla oral como abogado fue en noviembre 2017 cuando la entonces jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela citó a los dirigentes nacionalistas y ordenó su ingreso en prisión provisional al contemplar riesgo de fuga. “Su experiencia era solo teórica, como catedrático de Derecho Procesal”, añade el penalista consultado.
Y es que como profesor en la Universitat de Barcelona y en el Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona (ICAB) goza de mayor reputación tanto entre profesionales como entre estudiantes. Un exalumno suyo en el ICAB le recuerda como un profesor con mucho conocimiento, “don de gentes” y “sentido del humor”. De su sentido del humor, caracterizado por un toque mordaz, ha hecho gala en los medios, y casi siempre dirigido a ironizar contra el Estado. En una de sus últimas intervenciones en RAC1 aseguraba que el Tribunal Supremo olía a “naftalina” y se reía de las “puñetas” que llevaban los magistrados. Unas puñetas que él también llevó como decano del ICAB de 1997 a 2005, aunque en ese momento, quién sabe si ya metido en su papel de futuro diputado, pareció haber olvidado.
Cuevillas durante su mandato en el ICAB
“Su decanato estuvo presidido por la polémica”
Uno de los episodios más oscuros de su carrera profesional fue durante su labor al frente del decanato del ICAB. Las fuentes consultadas aseguran que “su mandato estuvo presidido por la polémica” y, de hecho, llegó a ser suspendido a raíz de diversas querellas interpuestas por la abogada laboralista Montserrat Avilés y otros diputados de la junta de gobierno del Colegio que le acusaban de cobro irregular de dietas, malversación de fondos con el pago de una encuesta ilegal de su candidatura y desvío de fondos de las cuentas colegiales para costear la restauración de su despacho.
De acuerdo con el abogado Josep Maria Loperena, estas querellas fueron archivadas “por jueces cercanos a la retaguardia del Opus Dei y de la Falange, después de muchos recursos, incidentes y otras vicisitudes procesales que duraron más de un año” y, también, por ser “hijo de quien era”, un “jerarca de FET y de las JONS”. Su padre, el también abogado Víctor Alonso-Cuevillas Soley, fue pasante del abogado de Barcelona, general Manuel Lechuga Paños, caballero mutilado por la Patria y ex gobernador civil de Cádiz y Sevilla, cargo que llevaba anejo el de Jefe Provincial del Movimiento, según publicó Dolça Catalunya.
En la causa penal tramitada ante la Audiencia de Barcelona el fiscal solicitó para el entonces decano pena de cárcel e inhabilitación superior a cuatro años. Finalmente fue absuelto, aunque según añade Loperena en su blog, en la sentencia dejaban constancia de su “conducta de deslealtad profesional”.
Cercano al ala derechista estadounidense
Esta cercanía con el entorno franquista no se confinaba solo a su progenitor. Uno de sus tíos, Enrique Alonso-Cuevillas Cresp, participó como capitán en el alzamiento militar de Franco. Quienes estudiaron con el abogado Cuevillas en su etapa universitaria lo recuerdan como Jaime (no Jaume), con una bandera de España en la muñeca y nada próximo a los movimientos estudiantiles que luchaban por la democracia.
Una de sus primeras incursiones en política como decano fue cuando impuso la condecoración a su homólogo del Colegio de Abogados de Nueva York, Steven C. Krane. En el acto público de homenaje, el polémico letrado que aspiraba a ser presidente de Estados Unidos se posicionó a favor de la guerra de Irak, de la pena de muerte y, de Guantánamo, dijo, según una entrevista en La Vanguardia, que a los presos “se les concedía más garantías de las que se merecían”.
En aquel momento, Krane era un referente para Cuevillas, que aplaudía sus discursos con tintes xenofóbos y cercanos al ala más derechista de los republicanos de Estados Unidos.
Su despacho en Enric Granados
Años después de su controvertido mandato en el ICAB, Cuevillas abandonó su despacho ubicado en calle Enric Granados y con vistas a la avenida Diagonal. Algunos letrados lo atribuyen a que su flujo de trabajo descendió y no podía seguir manteniendo un bufete en la zona alta de Barcelona. Ese mismo despacho fue objeto de investigaciones al acusarle de haberlo reformado con dinero del ICAB, aunque fue absuelto por ello. En la actualidad, su despacho se encuentra en la calle Joan Obiols, una zona menos céntrica pero bien situada.
Su salto a la política no sorprende a quienes han seguido su trayectoria dentro de la profesión. Insinúan que será una forma de contar con una “entrada fija” que no dependa de sus habilidades ante los tribunales. Puigdemont habría pagado su minuta y fidelidad con un sillón en el Congreso.