Es cuento largo. Es la larga novela de Günter Grass sobre la historia de su país, Alemania. Podría ser también ese mismo título el que explicara las relaciones entre los partidos nacionalistas catalanes. Una larga historia que ahora adopta un nuevo capítulo. En pleno juicio a los políticos independentistas presos, la Crida, el movimiento-partido impulsado por Carles Puigdemont quiere comerse ya, cuanto antes, al PDeCAT de cara a las elecciones generales del 28 de abril, y, al mismo tiempo, erosionar todo lo que pueda a Esquerra Republicana para evitar que logre la hegemonía del independentismo en el Congreso. Frente a los propios, la estrategia es clara: ensalzar la figura de Josep Rull, acusado en el juicio en el Supremo --declaró este miércoles--, exconvergente, acompañado de Eduard Pujol, ajeno a la cultura política de la exConvergència, pero fiel a Puigdemont.
Se trata de un ticket para las elecciones generales del 28 de abril, y que dejaría fuera a los dirigentes actuales del grupo parlamentario: Carles Campuzano, Jordi Xuclà y Ferran Bel, secretario de organización, este último, del PDeCAT. Un cambio de época, porque se entiende que las cosas han cambiado por completo, y que es necesario un nuevo instrumento que tenga como único objetivo conseguir un “referéndum de autodeterminación pactado con el Estado”.
El apoyo de Carod-Rovira
Es una larga historia. Porque esa operación tiene otro objetivo colateral no menos importante. La Crida reclama una lista “unitaria” de todo el independentismo, que incluya, por lo menos, al PDeCAT y a ERC. En vísperas de unas elecciones en las que los republicanos tienen opciones de conseguir un grupo parlamentario amplio en el Congreso, Puigdemont pisa el acelerador para que la Crida actúe como un serio obstáculo para ERC.
Lo explicitó el secretario general de la Crida, Toni Morral, --el presidente es Jordi Sànchez, juzgado en el Supremo e ideólogo del proyecto de Puigdemont-- antes de la reunión del órgano de gobierno del partido. La idea es buscar un acuerdo con todos los partidos independentistas a partir de un manifiesto favorable a ese referéndum de autodeterminación. Morral aseguró que ya se han iniciado conversaciones con el PDeCAT, Esquerra, la CUP y los Comuns. Al mismo tiempo, determinadas figuras que se ensalzan desde la Crida, como el exdirigente de ERC Josep Lluís Carod-Rovira, piden la máxima unidad tanto en las generales como en las elecciones europeas. La envolvente a Esquerra es un hecho, y también al PDeCAT, que no sabe --aunque buena parte del partido así lo quiere-- parar los pies al partido.
Morral, secretario general de la Crida
La capacidad de Bonvehí
El PDeCAT espera una decisión de la Crida, lo que supone una posición subalterna. Su presidente, David Bonvehí, ha sugerido que la intención es concurrir a las elecciones con la candidatura de Junts per Catalunya, una marca registrada por el partido. Pero las dudas se centran en la capacidad de Bonvehí para mantener la integridad de la formación, o si lo dejará en manos de Puigdemont y, por tanto, de la Crida. La tensión es grande y las consecuencias serán importantes para la política catalana. “Está por resolver, porque dependerá de todo ello una posible candidatura de cara a las elecciones al Parlament”, señalan fuentes del partido, con la vista puesta en otoño, tras el ciclo electoral de las elecciones generales y de las municipales y europeas del 26 de mayo.
Pero la presión de la Crida será total. ¿Cómo? Morral constató que, a través del manifiesto, se intentará “conseguir el máximo de adhesiones posibles para ejercer una presión a los partidos y lograr una candidatura unitaria, transversal y sin partidismo” en las generales y en las europeas.
Lo que la gente "quiere"
¿Eso está condenado al fracaso? Esquerra se resiste, pero hay tiempo hasta el 22 de marzo para presentar las candidaturas, y la tensión, derivada de la evolución del juicio en el Supremo, que pueden agitar las entidades independentistas, podría variar las cosas.
“Somos hijos del 1 de octubre, y nuestro objetivo es hacer efectivo el mandato, en un momento en el que sufrimos un juicio a la democracia”, señaló Morral. “La gente nos quiere ver juntos y unidos, defendiéndonos de un Estado que está juzgando a la democracia, las libertades y el derecho de autodeterminación”.
Bonvehí y Puigdemont
Ese es el propósito, el objetivo que se ha idealizado, pero el más cercano y el factible pasa por integrar al PDeCAT, con el anzuelo de Josep Rull, un dirigente que no podría rechazar el partido aunque, en prisión, y juzgado en el Supremo por el proceso del 1-O, no podría ejercer el cargo de diputado en el Congreso. El hombre de Puigdemont es, en realidad, Eduard Pujol y otros fieles al expresidente, que se han volcado a favor de un movimiento populista, lejos de lo que fue Convergència o de lo que ha intentado el PDeCAT.