¿Tiene miedo Pedro Sánchez a lanzarse al vacío? No, responde su núcleo de confianza. Sin embargo, el elemento determinante es que “no le han dejado tomar otra decisión”. La cuestión catalana, la imposibilidad del independentismo de aterrizar, con una presión de los irredentos, que animan a Carles Puigdemont como si fuera el Rey “legítimo” que debe recuperar su Corona, sigue paralizando toda la política española. Y ante eso y los movimientos tectónicos que se han producido en la derecha, Pedro Sánchez ha decidido jugárselo todo: elecciones el 28 de abril. El anuncio lo verbalizará este viernes, tras el consejo de ministros.
Es una fecha complicada, no exenta de riesgos. La campaña tendrá lugar en plena Semana Santa. Pero se considera mejor que el 14 de abril, que inicialmente se había difundido. El 28 de abril, casi un mes antes del 26 de mayo, el día de las elecciones autonómicas, municipales y europeas. Todo un ciclo electoral, en el que el PSOE puede ganar elecciones, pero perder mucho poder territorial. Sin embargo, con la decisión de Sánchez para convocar elecciones generales se podría parar esa tendencia y lograr dos grandes objetivos: gobernar España y gobernar Comunidades y ciudades con el concurso de... Ciudadanos.
Los independentistas, sin rumbo
Eso está en la recámara de los estrategas de Moncloa, de Iván Redondo, el principal asesor de Sánchez, de José Antonio Rodríguez, el exalcalde de Jun, y de Francisco Salazar, responsable de la llamada unidad de Análisis. Pero también es la fórmula que defienden muchos de los dirigentes territoriales del PSOE, como García-Page, en Castilla-La Mancha, o Javier Lambán, en Aragón, o Fernández Vara, en Extremadura. En eso ahora se producirá la máxima unidad: remar para Sánchez en las generales, y éste para las municipales y autonómicas.
La relación con el independentismo ha resultado negativa. Sánchez aboga por el diálogo y el acercamiento con el Gobierno catalán, pero, como le ocurrió a Mariano Rajoy, y como admiten fuentes socialistas, el gran problema en Cataluña tiene relación con la lucha interna en el independentismo, y la falta de interlocutores válidos y responsables. No los hay, porque también el bloque independentista, el formado por Esquerra Republicana y el PDeCAT, además del núcleo de fieles a Carles Puigdemont que han puesto en marcha La Crida, están ahora pendientes del juicio a sus principales dirigentes. Este jueves declara, precisamente, Oriol Junqueras, y se prepararán nuevas movilizaciones en la calle. En esa tesitura, ni el PDeCAT ni ERC se vieron con la valentía suficiente para aprobar los presupuestos de Sánchez, lo que hubiera supuesto agotar la legislatura hasta 2020. Esa apuesta por el acercamiento se mantendrá, pero con muchas cautelas.
Albert Rivera, a la derecha, junto al resto de líderes de la derecha
Entrar en el terreno de Cs
El otro factor que Moncloa no podía anticipar hace unos meses es el auge de Vox, y la lucha en el seno de la derecha. Eso está provocando un descenso constante del PP, como van mostrando las encuestas, un aumento de Vox, y una ligera subida de Ciudadanos. Sánchez intentará entrar en ese terreno, en el del partido de Albert Rivera, que ha construido un muro contra el líder del PSOE, aunque tras las elecciones su propio partido podría reclamar un acuerdo con los socialistas.
¿Qué todo sale mal para sus intereses? Sánchez es consciente de ello. También el PSOE. Pero, ¿qué alternativa había?, señalan las mismas fuentes. El independentismo sigue sin saber qué es posible y qué no. Sigue pegado a Puigdemont, y el objetivo que se ha establecido en Madrid es que España debe ser gobernable sin el concurso de ningún partido independentista. Es decir, que se puedan sumar mayorías entre el resto de partidos. Ahí jugará, de nuevo y, como siempre, un papel el PNV. Y Ciudadanos deberá asumir que forman parte de la política española, que quieren jugar y que son aceptados.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
¿Y si suman las derechas?
La otra pata en la que se apoyó Sánchez para lograr la moción de censura, Unidos-Podemos, vive su peor momento. El partido de Pablo Iglesias se agarrará a los presupuestos no aprobados, al considerar que tienen incorporadas propuestas de la izquierda alternativa. Y tratarán de mantener un buen resultado, pero que podría estéril si no suma con el PSOE, algo que los sondeos muestran imposible en estos momentos.
Sánchez se lo juega todo a que los tres partidos de derecha no sumen. Si un PP disminuido, junto con Ciudadanos y la presencia de Vox alcanzan la mayoría para gobernar, la fórmula de Andalucía se podría repetir. Con ese escenario, las elecciones municipales y autonómicas serían también un desastre para la izquierda, con el impulso que tendrían las derechas. Pero si no ocurre... hay partido, y Pedro Sánchez, que presenta su libro, Manual de resistencia, la próxima semana, está dispuesto a jugarlo. No queda otra, insisten los suyos.