Francisco Caja (Arnedo, La Rioja, 1949) es un veterano de la lucha contra el nacionalismo en Cataluña, especialmente en defensa de los derechos lingüísticos de los catalanes castellanohablantes. Ha sufrido en sus propias carnes la dictadura franquista y, posteriormente, el totalitarismo de los nacionalistas radicales. Filósofo, profesor titular de Estética en la Universidad de Barcelona y miembro del Patronato de Honor de la fundación DENAES, acaba de dejar la presidencia de Convivencia Cívica Catalana (CCC), tras 20 años al frente de la entidad. Es autor de media decena de libros, entre los que destacan las dos partes de La raza catalana (Ediciones Encuentro). Recibe a Crónica Global en su casa, en el centro de Barcelona, un encuentro en el que asegura que era previsible que el independentismo se echara al monte y que muchos como él lo venían advirtiendo desde hace años.
--Pregunta: Con toda la locura del procés, ¿se ha olvidado un poco la lucha por los derechos lingüísticos de los catalanes castellanohablantes?
--Respuesta: Lamentablemente sí porque los males políticos actuales son de gran calado. Pero hay que alzar la vista de vez en cuando. Es evidente que la inmersión lingüística ha sido la primera forma de adoctrinamiento político. Las escuelas en Cataluña se han convertido en correccionales lingüísticos, en centros de adoctrinamiento político con la asignatura troncal del odio a España. Y el primer aprendizaje del niño en la escuela es que, si habla en castellano, si sus padres son españoles, ha nacido mal, tiene un pecado original que hay que lavarlo. Esa es la primera enseñanza política. Sus compañeros que son catalanohablantes reciben su educación en la lengua materna --como es lógico-- pero él tiene que cambiar de lengua. Y eso no parece muy equitativo a simple vista.
--Pero parece un gran triunfo lograr las sentencias del Tribunal Supremo de 2010 y las posteriores del TSJC que concretan la obligatoriedad de ofrecer, al menos, el 25% de las asignaturas en castellano.
--El problema es que eso exige que cada padre tenga que reclamar ante los tribunales, a pesar de que el TS ha declarado el régimen lingüístico en Cataluña contrario al espíritu y la letra de la Constitución.
--Insisto. Viendo que todo esto lo han logrado sin ningún apoyo institucional, ¿no se puede considerar un gran éxito?
--Es cierto. No hemos encontrado ninguna colaboración. Todo lo contrario. Tanto del PP como de los socialistas. Con los socialistas ni tan siquiera hemos podido hablar, nos han negado cualquier apoyo, pero el PP ha colaborado en el mantenimiento del régimen inconstitucional lingüístico escolar como el primero. La traición del PP a sus propias declaraciones es total. Acuérdese del señor Rajoy, cuando estaba en la oposición, llenándose la boca con este tema. Hay tantas anécdotas. Yo estuve en la comisión de Educación para la Lomce, si contara los avatares de la tramitación de esa ley...
--¿Ciudadanos también le ha decepcionado en esta cuestión?
--Evidentemente. Ningún partido de los actuales ha vehiculado ni ha batallado realmente, seamos claros. Con independencia de que Ciudadanos forme parte de la esperanza política de que las cosas mejores --lo que es cierto--, cuando pactan con Rajoy ¿por qué no exigen que se corrija la situación actual y, sobre las base jurídica de las innumerables sentencias, no se intervenga obligando al Gobierno catalán a modificar el sistema lingüístico?
--¿Por qué cree que no lo hicieron?
--Porque la estructura de los partidos políticos tiene muy poco en cuenta los derechos fundamentales, los usan como moneda de cambio. Se le ha permitido a Pujol y al régimen pujolista la merma de la libertad lingüística a cambio de su apoyo. Los derechos fundamentales de los ciudadanos son calderilla con la que negocian los políticos. Por eso tiene que existir una sociedad civil fuerte.
--¿Como CCC?
Uno de los méritos de CCC es haber mantenido su condición civil por encima de todo. No hemos aceptado nunca subvenciones. Los partidos político han acabado creando la sociedad civil, lo que es una contradictio in terminis, como ha pasado con Societat Civil Catalana (SCC), que es un invento de los partidos políticos. Tiene que existir una sociedad civil. Y el nacionalismo en Cataluña, de la mano de Pujol, ha ido invadiendo estos espacios, controlando todo. Hasta el último club de ajedrez está controlado políticamente y recibe subvenciones.
--A pesar de todo, los votantes nacionalistas/independentistas han mantenido su peso relativo en la sociedad catalana en los últimos 30 años casi sin variación. No han pasado de la mitad. ¿Es ese el gran fracaso del nacionalismo?
--Evidentemente. Pero es que vivimos en un mundo globalizado y es muy difícil cerrar absolutamente todas las ventanas. Y la situación de la población catalana es la que es. Es muy difícil que tu padre, de repente, de la noche a la mañana, se convierta en un extranjero. ¿Alguien ha leído a Pujol verdaderamente? Pujol es un paranoico de libro, clínico. Pero un paranoico con éxito, que ha llevado a Cataluña al huerto. Y ha difundido un pensamiento político que, afortunadamente, no ha conseguido convencer a la totalidad de la población porque no se dan las condiciones internacionales, económicas, sociales no son las adecuadas.
--Los nacionalistas pensaron que la última crisis económica era una oportunidad para ello.
--Efectivamente. Los delirios tienen oportunidades políticas. Pero el cálculo político se compadece muy poco con el delirio. Un delirio determinado puede tener éxito pero no puede durar eternamente. Yo animo a que la gente lea a Pujol, o que lean mis libros, para que vean quién es y qué pretendía. Vivimos en Pujolandia, esto es obra de Pujol. Es el delirio de un iluminado que sube al Tagamanent y allí tiene la revelación. En psiquiatría eso se llama el fenómeno primordial. Esa irrealidad, ese discurso de Matrix del nacionalismo tiene la impronta delirante. ¿Exiliados? ¿Presos políticos? Yo fui un preso político --y no estoy nada orgulloso de ello-- pero a mí que no me insulten. Y estos están ya talluditos pero hacen cosas propias de los 20 años.
El expresidente de Convivencia Cívica Catalana Francisco Caja / CG
--¿Qué balance hace de su etapa al frente de CCC?
--Aceptar la presidencia de CCC implicaba e implica nadar contracorriente, y eso siempre es complicado, sobre todo cuando uno se opone a una ideología política como la nacionalista, ese delirio político, una religión política como es el nacionalismo. Eso tiene un coste personal muy elevado, así ha sido, pero bien empleado ha estado porque lo que se trata no es de ser feliz sino de vivir con dignidad. Yo me opuse al franquismo y fui juzgado y condenado por el Tribunal de Orden Público, y eso no se olvida.
--Pasó algún tiempo en prisión.
--Sí, en Torrero (Zaragoza), como miembro de lo que fue la protesta estudiantil contra el franquismo. Y eso marca carácter y he mantenido la misma actitud contra cualquier tipo de dictadura, aunque sea una dictadura constitucional o gobiernos antidemocráticos como es y ha sido, evidentemente, el de CiU y los sucesivos gobiernos nacionalistas.
--¿Y los éxitos más destacados de CCC? ¿Cuál es su legado?
--Hemos conseguido que el Tribunal Supremo se pronuncie contra la inmersión. A partir de 2010 no queda duda de que el régimen lingüístico en Cataluña es contrario al espíritu y la letra de la Constitución. Hemos conseguido ayudar a que los ciudadanos acudieran a los tribunales de justicia para que fueran respetados sus derechos fundamentales, como los relacionados con la lengua. Lo que ha significado CCC ha sido una actitud de resistencia al nacionalismo, sobre todo en en ese frente tan importante para nosotros como el de la defensa de libertad lingüística.
--Se abre ahora una etapa nueva con Ángel Escolano como presidente de CCC.
--CCC queda en las mejores manos. Hay que tomar el relevo y lo hacen manos más jóvenes. El que se hace cargo ahora de CCC es un grupo con absolutas garantías. Han sido los que formaban el aparato jurídico de CCC y es gente con una gran formación e integridad moral, que es fundamentalmente lo que ha tratado de ser CCC.
--Usted ha analizado a fondo el origen del nacionalismo catalán.
--Es una ideología totalitaria con un núcleo doctrinal que procede de la tradición europea de finales del XIX: el racismo. Así lo ha sido antes y después de la Guerra Incivil. Después, fue Pujol el que estableció las nuevas bases del nacionalismo cuyas consecuencias vemos ahora. Esa una religión política, una amalgama entre raciología, doctrina racial centroeuropea y elementos del integrismo católico.
--¿Es el gran olvidado Pujol, como responsable de llevarnos a la situación actual, más que Artur Mas?
--Sí, Mas es un zombi de Pujol. Pero no abundan los analistas políticos en este país y es evidente que cualquiera que se hubiera preocupado de leer la hoja dominical del Centre d’Estudis Jordi Pujol habría podido predecir lo que iba a ocurrir.
--Usted siempre ha dicho que el nacionalismo nos llevaría a la situación actual.
--Cualquiera que hubiera leído a Pujol, que ha escrito mucho --es uno de los políticos que tenía el vicio de la escritura, enfermedad que contrajo en la cárcel de Torrero cuando los Fets del Palau, cuando sufre una transformación y se designa a sí mismo el que escribe--, hubiera predecido la situación actual, que es fundamentalmente obra de Pujol. Construir Cataluña, el fer país de Pujol, era esto. Y no hace falta ser muy listo para predecirlo. Todos estos son hijos de Pujol. El presidente Torra directamente no oculta su talante racista o racialista. Aunque eso es anecdótico porque no hace falta invocar el nombre de la raza para ser un racista. Hay formas modernas de racismo, lo que llaman desde cierta sociología francesa neorracismo o racismo diferencial, pero la raíz es la misma. La exclusión para lograr esa nación de los nacionalistas. Y estamos viviéndolo ahora.
--Para lograr el objetivo final --secesión y uniformización-- algunos analistas creen que el nacionalismo se ha adelantado y quizás hayan cometido un error histórico.
--No estoy de acuerdo. Es una forma superficial de explicar las cosas para evitar tener que entrar en un análisis más profundo de la situación. En mis libros lo afronto con más profundidad. Es un delirio que tiene difícil contacto con la realidad. Analizar eso como un proceso real, un proceso político que puede llegar un día a ser real me parece un error metodológico. Se trata de una religión política. Siempre estamos en una estructura contrafáctica y eso es un error. Es el caldo de cultivo para dejar volar libremente la fantasía y caer en la trampa de los nacionalistas. Ellos, por una parte, sostienen que eso es posible pero, por otra, saben que no es posible, que se trata de una especie de delirio, de sueño, de un happy end...
--¿Viven fuera de la realidad?
--El futuro para ellos es el retorno al futuro, porque lo conciben como si no hubiera pasado lo que ha pasado. Si no hubiera existido el Compromiso de Caspe... si no hubiera habido 1714... habríamos sido la séptima maravilla. Y quieren llegar a ser aquello que hubieran sido de no haberse producido la realidad histórica. Y esas son las ideas que determinan su comportamiento, su cultura política. Esto no es interés de clase, ni una lucha entre facciones por la hegemonía, esos análisis tradicionales no conducen a nada; se trata de una especie de Matrix que han creado, un universo de ficción, viven en una película: presos políticos, represión del Estado. Viven todavía en el franquismo, necesitan vivir en el franquismo.
--¿Han ganado la batalla de lenguaje los nacionalistas --presos políticos, derecho a decidir, relatores-- por incomparecencia de la otra parte?
--Efectivamente. Si es una religión política, necesita de los ritos. Y el lenguaje, para ellos, es absolutamente central porque no viven en la realidad, viven en el interior de una ficción donde los términos son absolutamente centrales para mantener esa ficción. Y la ficción requiere un relato reglamentado y fijo que te acredite como miembro de esa secta.
--Ha sido muy crítico con el catalanismo. ¿Qué diferencia hay entre catalanismo --bien visto por parte del constitucionalismo-- y nacionalismo --rechazado--?
--Es una discusión bizantina. Es difícil de entender las diferencias, hay que hacer una tesis doctoral para ello [ironiza] --se la podemos proponer al presidente Pedro Sánchez--. Es una discusión en la que no estoy dispuesto a perder el tiempo porque no conduce a nada, es estéril. Y está promovida por aquellos que han colaborado de forma equívoca a la situación desastrosa política actual en Cataluña. En concreto, el PSC. No podemos olvidar la traición que supone llevar el nacionalismo --una ideología tan contraria a la tradición de la izquierda y del socialismo-- a lo que han denominado la inmigración. Que esa es otra, llamar inmigrante a un individuo que viene de Zaragoza o de Murcia no sucede en ningún lugar del mundo. Eso supone que hay un elemento racial inequívoco que establece la diferencia. No son como nosotros, dice Pujol.
--¿Y cómo ha sido eso posible?
--El problema está en que el discurso se ha manipulado. La política de control exhaustivo de los medios en Cataluña, obra de Pujol. No sería posible mantener esos discursos sin esa labor previa, el programa Cataluña 2000 y todo ese tipo de cosas. Casi todos los medios en Cataluña son públicos o concertados. Se pueden contar con los dedos de una mano los medios libres.
--Se dice que el procés ha muerto y algunos apuestan por ofrecer una pista de aterrizaje a los independentistas noqueados para ayudarles a superar la frustración.
--No son aviones, aunque estén volados. Donde tiene que aterrizar un delincuente es en la cárcel. El que protagoniza un golpe de Estado debe dar con sus huesos en la cárcel.
--¿Y sus seguidores?
--Pues lo mismo ha sucedido con el franquismo. Resulta que todos éramos antifranquistas cuando llegó la democracia. Aplíquese el artículo 155, que se les prive de esos instrumentos de manipulación, de los medios para la manipulación ideológica y el adoctrinamiento en las escuelas. Esto lo venimos diciendo desde hace décadas en CCC, pero ser profetas de la catástrofe es un mal oficio. Hagan algo, pero no colaboren con los nacionalistas.
--Pero algo sí ha hecho el Estado. Hay una respuesta judicial. El Estado existe.
--El problema es que este golpe de Estado se podía haber evitado. Todos los traidores avisan. Y estos han avisado una y otra vez. Primero con el referéndum de cartón. Y ha sido como el golpe de Macià, que todo el mundo sabía que lo haría. Pues aquí todo el mundo sabía que iban a dar un golpe de Estado, y hasta el día anterior todavía le preguntaba el Gobierno por carta si habían declarado la República independiente de Cataluña o no.
--¿Y no es positivo que hayan llegado hasta el final porque, al menos, ya se sabe que son capaces de llegar y, además, el 155 ha dejado de ser tabú y se puede aplicar cuantas veces sea necesario?
--En realidad no se aplicó… El problema es que fue un golpe de Estado cómico, con rasgos grotescos, de farsa. Pero es que, si no los procesaran, ya se habría roto el Estado de derecho absolutamente. Es lo mínimo. Pero ya veremos el resultado de las condenas.
--De momento llevan más de un año en la cárcel.
--Pero no hay que olvidar que se ha amnistiado a todos aquellos que votaron la declaración de independencia. Y eso se llama colaboración necesaria. Esa aplicación de la ley es parcial. Y ya veremos en lo que resulta. Desde luego, si se mantiene el Gobierno actual en el poder, está anunciada la amnistía. O sea que saldrá gratis dar un golpe de Estado y pasarse por el entreforro la voluntad de los españoles manifestada en la Constitución. Porque lo que se pretendía era acabar con la Constitución.
--¿Cree que las situación mejorará en este ámbito?
--Espero que sí. Si no creyera que se va a restaurar el imperio de la ley, ya hubiera cogido las maletas y me hubiera ido a otro país. Siempre hay esperanza. Pero no puede normalizarse la situación política en España sin un gran pacto de Estado. Hay que proponer al PSOE una reforma de la Constitución y un gran pacto político. De inmediato debería haber un Gobierno de coalición ante la situación extraordinaria actual.