La pieza determinante en el tablero andaluz ha acabado siendo Vox, y se vislumbra también necesaria en la política española. El PP y Ciudadanos se han abrazado a Vox, sin tener todavía una garantía clara, para desalojar del poder al PSOE en Andalucía, aunque caminando ya hacia Madrid. El acuerdo de los dos partidos de derecha, alcanzado este martes, pasa por la votación este viernes de la Mesa del parlamento andaluz, en la que se incluye a un representante de Vox. Con ello se intenta atar el voto afirmativo de la formación de ultraderecha en la investidura del popular Juan Manuel Moreno, lo que dejaría al PSOE y a su líder en Andalucía, Susana Díaz, en la oposición y fuera del poder después de 36 años y medio, una eternidad.
El papel clave, porque es el partido que se juega más, lo ha tenido Ciudadanos. En los últimos días ha jugado a la equidistancia, con el argumento de que todas las formaciones deben tener representación en la cámara autonómica. Juan Marín, su líder en Andalucía, se entrevistó con Teresa Rodríguez, la jefa de Adelante Andalucía. Se quería constatar que Ciudadanos facilitaba la entrada de la confluencia de Podemos, mientras el PP hacía lo propio con Vox. Pero los hechos, lo tangible, es que los dos partidos de derecha lograrán desplazar del poder al PSOE con la ayuda de Vox, que pide, ahora, más gestos y políticas concretas, sin dar por hecho ni la votación de este viernes ni la investidura de Moreno.
Moreno y Marín, tras el acuerdo para la Mesa del parlamento andaluz
Se juega en Andalucía y España
Se juegan muchas cosas en Andalucía. Para empezar, se tratará del primer gobierno autonómico no socialista, con una administración que puede cambiar por completo, con empresas públicas y organismos autonómicos pendientes de los pasos de la Junta de Andalucía. Pero representa, principalmente, un ensayo sobre lo que podría llegar en el conjunto de España. Con la votación de este viernes, Vox cobra carta de naturaleza.
Ciudadanos y PP se han apresurado a firmar un acuerdo en el que se apuesta por el estado autonómico y por medidas de carácter social, que bien podría firmar el PSOE, como la gratuidad de las escuelas hasta los tres años, con una mayor cobertura, y con la equiparación de sueldos, respecto a la media nacional, para médicos y profesores. No hay menciones concretas a la inmigración, como sí defiende Vox, partidario de una mayor mano dura respecto a los inmigrantes ilegales. Y todo ello sin una memoria económica, que ya se integrará, se asegura, cuando se forme el nuevo Ejecutivo. Pero, pese a todo ello, no habrá ni presidencia de la cámara --reservada para Ciudadanos-- ni presidencia de la Junta, destinada para Juan Manuel Moreno, sin los votos afirmativos de Vox.
Cuentas claras sobre el papel
Santiago Abascal, el líder de Vox, mantenía, a lo largo de la tarde de este martes, que no había nada cerrado, aunque el secretario general del PP, Teodoro García Egea, había explicado el acuerdo, en el mismo momento, a su homólogo en Vox, Javier Ortega Smith.
Las cuentas parecen claras. Ciudadanos tendrá la presidencia de la cámara, y el PP una vicepresidencia primera. Los dos partidos, con los 59 votos que suman, incluyendo los doce de Vox, lo sacarían adelante. Para el PSOE se reserva una vicepresidencia segunda, y una secretaría en la Mesa, aunque no participe del acuerdo. Está garantizado con sus 33 votos. Y para Adelante Andalucía se ofrece la vicepresidencia tercera, con sus 17 diputados. En el caso de Vox, tendrá una secretaría de la Mesa. Con todo ello, Ciudadanos sólo se quedaría con un representante, pero como presidente de la Mesa, con atribuciones concretas en el funcionamiento del parlamento y en el orden de los debates.
Rivera, Marín y Arrimadas, en una imagen tras las elecciones andaluzas
Mirando a Valls y a Cataluña
¿Es suficiente para que Ciudadanos pueda evitar que le acusen de haber facilitado la entrada de Vox? Con la mirada puesta en Cataluña, donde el partido de Albert Rivera se muestra firme, partidario de aplicar ya un nuevo 155, y en la figura de Manuel Valls, candidato a la alcaldía de Barcelona, la decisión provocó un importante debate en las redes. Valls avaló el acuerdo, al entender que Vox debe tener representación en la Mesa, con sus 12 diputados. También lo apoyó Eva Parera, que pertenece a las filas de Units per Avançar, el partido de los ex de Unió Democràtica, pero que se perfila como candidata en las listas de Valls.
Esa decisión provocó los primeros ataques, por parte de sus adversarios en la lucha por la alcaldía. Tanto el republicano Ernest Maragall como el socialista Jaume Collboni afearon que Ciudadanos permita la entrada de Vox, con Valls como colaborador necesario, a la espera de conocer cómo se concreta todo ello en un programa de gobierno en Andalucía.
¿PSOE y Ciudadanos?
Para el PSOE es un desastre. Pierde su mayor feudo de poder tras 36 años. Pero supone un acicate para Pedro Sánchez, de cara a las elecciones generales. O un gobierno socialista con el apoyo de Podemos y de la periferia --catalanes independentistas incluidos-- o gobierno de una coalición de las derechas.
A no ser, y buena parte de los círculos empresariales y políticos en Madrid así lo esperan, que Ciudadanos y PSOE retomen una relación que en estos momentos no se vislumbra.