El Gobierno de Pedro Sánchez inició un proceso de acercamiento con el Ejecutivo catalán, tras la moción de censura contra Mariano Rajoy. El objetivo era rebajar la tensión, y, con tiempo y mucho diálogo, intentar que el independentismo fuera consciente de que la negociación no se podía centrar en un referéndum de autodeterminación. El éxito ha sido descriptible, como ha admitido el ministro de Exteriores, Josep Borrell, pero ese independentismo “sensato”, con el que está dispuesto a hablar el presidente Sánchez, ha comenzado a sacar la cabeza. Ha sido el diputado de Esquerra Joan Tardà quien, tras su intervención en el Congreso en el debate centrado en Cataluña, ha querido ofrecer una alternativa: “No quedará otra alternativa y se acabará produciendo, más pronto o más tarde, y es que se debería formular una consulta con tres opciones: la autonomía como está, un autogobierno reforzado o la independencia”.
Con esa propuesta, Tardà considera que los “no independentistas, y los independentistas”, podrían encontrar un canal que respetara sus posiciones. Esa idea, pese a que no la ha recogido ningún partido de ámbito nacional, podría encontrar un camino propio. Y significa un paso adelante, que huye de un irrenunciable hasta ahora referéndum de autodeterminación binario.
Sin mayoría para un referéndum binario
Aunque el independentismo ha repetido una y otra vez que existe un consenso en la sociedad catalana sobre el referéndum de autodeterminación que alcanzaría un 80%, ese porcentaje se reduce al 42,4% según un sondeo de la empresa Gesop, del pasado mes de octubre. Cuando se ha ofrecido el dato sobre las preferencias sobre una consulta, que sí ha alcanzado hasta el 78,7%, no se especificaba si se trataba de un referéndum de independencia, de sí o no a la separación de España, o una consulta autonomista, sobre un mayor o menor autogobierno.
De eso comienza a ser consciente el independentismo, que tampoco ve la posibilidad real de negociar un referéndum de autodeterminación. La apuesta de Joan Tardà, que ha querido levantar la bandera de un independentismo “sensato”, y que por ello ha recibido importantes críticas de los sectores irredentos, se une a lo que señala Jordi Sànchez. El expresidente de la ANC, que intenta organizar la Crida Nacional per la República, el movimiento-partido de Carles Puigdemont, también ha sugerido desde la cárcel de Lledoners en distintas entrevistas que el referéndum debería contar con tres preguntas.
Pedro Sánchez y Joan Tardà
Debate sobre el autogobierno
Se abre, por tanto, una senda nueva, que podría encajar en los planes de Pedro Sánchez, y del PSC, aunque no necesariamente con esa fórmula. El aumento del autogobierno, reforzado, es un capítulo en el que quiere entrar el socialismo catalán, y que han defendido algunos sectores económicos, como el Círculo de Economía.
Esquerra lidera esa opción, la de buscar una salida política posible, que no es incompatible con la defensa de un proyecto independentista a más largo plazo. Lo que se rechaza son las vías unilaterales, las independencias a la “eslovena”, como sí defendió el presidente de la Generalitat, Quim Torra, obligado, posteriormente, a rectificar. El problema es que ERC tiene a su presidente, Oriol Junqueras, en la cárcel. Y hasta que no se conozca la sentencia del juicio, que se iniciará en enero, las soluciones políticas quedan lejos.
La consejera Elsa Artadi
Todo pendiente del 21D
La otra muestra, también liderada por Joan Tardà, se refiere al Consejo de Ministros del 21 de diciembre en Barcelona. El diputado de Esquerra condenó que se pueda boicotear el acto, con la presencia de Pedro Sánchez y de todos los ministros en la Llotja de Mar. Otra cosa es la defensa de protestas, o el no condenar de igual forma que existan protestas, siempre y cuando no las protagonicen los violentos ni acaben en acciones violentas.
De forma paralela, la consejera de Presidencia de la Generalitat, Elsa Artadi, partidaria de mantener todos los canales abiertos con el Gobierno español, no descartó que el presidente Quim Torra pueda entrevistarse ese mismo día con Pedro Sánchez. El mensaje ahora es que no se ha roto nada con el Ejecutivo socialista. Son palabras, gestos, para apaciguar una situación que se ha encendido, con las entidades soberanistas y los CDR preparando acciones en la calle para el 21D en Barcelona, que podría dejar al Gobierno de Sánchez en una situación delicada, forzado a tomar decisiones drásticas.
Frente a otro 155
¿Es creíble esa posición ahora? Son síntomas, tímidos, de que el independentismo quiere explorar una vía de acercamiento, de mantener los contactos. O, más bien, de no romperlos del todo, con la cabeza puesta en la posible alternativa en España: un Gobierno formado por el PP y Ciudadanos, que no dejan de pedir que se aplique cuanto antes el 155 de la Constitución.
Sánchez es consciente de ello, y su decisión es clara: que sea el propio independentismo el que elija el camino que más le interesa, y que la posible aplicación de un nuevo 155 sea, en realidad, responsabilidad del propio Gobierno catalán por omisión frente al activismo irredento en la calle, o por alentarlo.