Cada vez son más frecuentes los gestos de unidad de la oposición parlamentaria al gobierno de Quim Torra, inmerso en una espiral de radicalidad que indigna a sus propios socios de gobierno, ERC. Ayer, la Cámara catalana volvió a cuestionar en bloque la deriva del presidente del Gobierno a cuenta de la vía eslovena esgrimida el fin de semana pasado para lograr la independencia de Cataluña.
Sin embargo, a pesar del rechazo unánime a un modelo balcánico violento, lo cierto es que este enésimo enrocamiento unilateral de Torra, teledirigido por Carles Puigdemont desde Waterloo, ha torpedeado la recomposición de la izquierda catalana. La decisión de ERC de mantenerse al lado de Junts per Catalunya en el Govern complica el diálogo con PSC y Catalunya en Comú-Podem de cara a posibles acuerdos postelectorales. Una alternativa de gobierno de izquierdas en Cataluña es, para algunos analistas, la única vía para acabar con el procesismo del independentismo irredento y coherente con otros escenarios electorales --generales y municipales--. Siempre y cuando ERC oficialice su giro moderado, esto es, la apuesta por un independentismo integrador y la ampliación de la base social.
La visita de Montilla a Junqueras
La música suena bien para el PSC, cuyo líder, Miquel Iceta, ha confesado que mantiene contactos con los republicanos y con PDeCAT, no así con Puigdemont. La visita que recientemente realizó el expresidente José Montilla a Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners, donde cumple prisión preventiva por el 1-O, está cargada de simbolismo. “Los acuerdos hay que comenzar a trabajarlos con tiempo, no se pueden dejar para el último momento”, explican a Crónica Global fuentes conocedoras de ese encuentro.
Hace meses que se especula con la posibilidad de un adelanto electoral en Cataluña. Torra, que quien tiene la última palabra en este sentido, quiere aguantar ya que las encuestas no son favorables a JxCAT. La última crisis vivida por los socios de gobierno, derivada de la decisión de JxCAT de incumplir los acuerdos sobre la delegación de voto de los diputados procesados, culminó con el compromiso de ambas formaciones de aguantar hasta los juicios del 1-O, que comienzan el próximo día 18. Pero la polémica vía eslovena invocada por Torra ha vuelto a poner el foco en ERC, a pesar de que esta formación se desmarcó y apostó por el modelo escocés. Los socialistas confiesan que ese coqueteo con la violencia complican cualquier tipo de negociación. “Imposible encontrar avances en el modelo balcánico”, dijo ayer Iceta durante el Pleno del Parlament. Los contactos con ERC y PDeCAT están, de momento, congelados.
Las contradicciones de ERC como fuerza progresista
ERC mantuvo una postura muy neutra en esa sesión. Evitó entrar en el barro cuando PSC, Ciudadanos, PP y los comunes reprocharon a Torra esas preferencias violentas. Y aunque en privado admiten que el dirigente neoconvergente "no está capacitado para gobernar", no se atreven a dar el paso definitivo.
Especialmente contundente fue la presidenta de CATComú-Podem, Jessica Albiach, que consolida su posición como líder del grupo tras la marcha de Xavier Domènech. Albiach recurrió al pressingERC en varias ocasiones. No esconden los comunes que la idea es “señalar la contradicción” de los republicanos “como supuesta fuerza progresista”, explican desde el entorno de la confluencia de izquierdas. En efecto, los comunes apelan a los lugares comunes en los que pueden encontrarse ambas formaciones. Por eso le piden a Esquerra que rompa con JxCAT, a la que acusan de paralizar el Govern y relegar a un segundo plano la política social. Juegan la carta de los recortes no revertidos por culpa de la errática estrategia presupuestaria del Govern.
La vía eslovena
No obstante, los comunes exudan todavía una cierta ambigüedad respecto al presidente catalán, al que salvaron con sus votos de someterse a una comparecencia dedicada exclusivamente a la vía eslovena, tal como defendían PP, Cs y PSC. No obstante, Torra no tuvo más remedio que dar explicaciones en la sesión de control.
La CUP no entra en esa ecuación progresista pero ha abandonado a su suerte a Torra. Las promesas de “llegar hasta el final” de JxCAT ya no convencen a los antisistema. Ni siquiera la vía eslovena. Quieren implementar la república catalana, pero la quieren ya.