Ferran Mascarell ha dado el paso. No ha escondido en los últimos meses que quiere ser alcalde de Barcelona, y que está preparado para ello, con un proyecto de ciudad, que otros candidatos todavía no han mostrado. Mascarell definirá este lunes sus argumentos, el por qué de su candidatura, que, por ahora, no tiene ningún partido que la apoye. ¿Es un salto al vacío, un intento de provocar algún movimiento? ¿Quién quiere a Ferran Mascarell?
Se trata de un político de suma importancia para entender lo sucedido en Cataluña en los últimos años. Cuando todo apuntaba a que sería candidato del PSC al Ayuntamiento de Barcelona, para las municipales de 2011, una entrevista con Artur Mas le convenció para formar parte del “Gobierno de los mejores”. Fue el consejero de Cultura de Mas.
Mascarell, ideólogo de Mas
Mascarell ha sido uno de los principales teóricos del independentismo. Pero en ese momento, el proceso tenía un acento “soberanista”. La tesis que sigue manteniendo Mascarell es que el Estado español no presta la suficiente atención a Cataluña, y que esta comunidad autónoma, una nacionalidad siguiendo estrictamente la definición que se pensó para ella en la Constitución, necesita “un estado que la apoye, que garantice su futuro como comunidad”. Y, según Mascarell, eso no ha ocurrido ni tiene visos de que ocurra. ¿Solución? Trabajar para construir un estado propio.
Esa una evolución que han efectuado desde la racionalidad muchos políticos procedentes del socialismo catalán. Ahora, después de ser delegado del Govern de la Generalitat en Madrid, cargo que todavía ocupa, el exconcejal del Ayuntamiento de Barcelona quiere provocar cambios en el proyecto independentista.
El PDeCAT, con su propia lista
Fuentes de los distintos partidos independentistas sostienen que Mascarell “es ahora un problema”. Concurren diferentes factores. El expresidente Carles Puigdemont se ha distanciado de la candidatura por Barcelona. Su proyecto de la Crida Nacional per la República tiene dificultades, porque el PDeCAT se resiste a integrarse como una pata más de un gran movimiento de corte populista. Puigdemont ha lanzado el nombre de la consejera de Cultura, Laura Borràs, a quien el propio Mascarell promocionó en su etapa al frente del mismo departamento.
El PDeCAT no lo quiere, aunque fuera y es uno de los apoyos de Artur Mas, y uno de los hombres en quien más ha confiado el expresidente de la Generalitat. Los exconvergentes tienen su propio proyecto, y desean un tándem entre Joaquim Forn y Neus Munté para la alcaldía de Barcelona.
El historiador Agustí Colomines, un de los apoyos de Mascarell
Una candidatura con fieles
¿Qué busca entonces Mascarell, que reclamó antes del verano la máxima unidad del independentismo para ganar la alcaldía? Comprobado que eso ya no será posible, porque Esquerra Republicana se negó desde el primer momento, con la candidatura de Ernest Maragall, Mascarell ha buscado una gran operación a través de la Crida, movimiento que él mismo ha contribuido a poner en pie junto a Agustí Colomines, Toni Morral o Aurora Madaula.
Con esos mismos nombres lanza su candidatura. Pero, ¿qué puede conseguir? Lo que se dibuja en el horizonte, como apuntan las mismas fuentes consultadas, es que Mascarell pueda incorporarse en alguna lista con posibilidades de éxito. Y esa es la de Ernest Maragall. Los dos exconcejales socialistas se reencontrarían bajo el manto de Esquerra, aunque Mascarell pudiera incorporarse como independiente.
Ernest Maragall, con el president Quim Torra
¿Colaborar con Maragall?
¿Y para hacer qué? Esquerra tiene muy claro qué desearía conseguir a corto y medio plazo: gobernar la ciudad de Barcelona con un acuerdo con los Comuns de Ada Colau, y, pactos en función de cada materia, con el grupo político que represente el mundo del PDeCAT o de la Crida, y con el PSC. Mascarell encaja en ese proyecto.
Porque Mascarell es consciente de que no podrá, en solitario, garantizar su representación en el consistorio. En paralelo, el filósofo político Jordi Graupera perfila su candidatura, si gana en las primarias que ha organizado, con el apoyo de la ANC.
Todo el independentismo vive un proceso de fragmentación, un movimiento que alentó el propio Mascarell, cuando, como estrecho colaborador de Artur Mas, le animó a seguir adelante después de la Diada de 2012.