En los mentideros madrileños se asegura que Soraya Sáenz de Santamaría ha aconsejado personalmente a Pedro Sánchez que intensifique sus relaciones con ERC pues la exdirigente del PP sostiene aún que la solución al problema catalán pasa por Oriol Junqueras. Y a juzgar por los últimos movimientos políticos y empresariales, parece que esa idea ha vuelto a cuajar. Junqueras, que cumple prisión preventiva y ha logrado lo más difícil: recuperar la imagen de moderación que perdió al defender una declaración de independencia en aquella famosa noche en la que Carles Puigdemont renunció a convocar elecciones. PDeCAT reconoce que el futuro de Cataluña pasa por ERC, la cúpula de los empresarios españoles le visita en la cárcel y los comunes confían en ser necesarios para los republicanos para salir de su crisis.
Rotas sus relaciones con Puigdemont y con las encuestas de intención de voto a su favor, el partido republicano aspira a convertirse en una suerte de Pujolismo 2.O, aunque precisan fuentes del partido que el objetivo principal no es volver al peix al cove, sino ocupar aquella centralidad que CDC logró durante muchos años gracias a una postura transversal alejada de radicalismos. Sin renunciar a la independencia que lleva en su ADN, ERC lleva meses atemperando su discurso para afianzar la imagen pactista que Junqueras se labró, en contraste con la radicalidad de los duros de Puigdemont.
La noche de la DUI
Hay varias versiones sobre cómo se gestionó la aprobación de la DUI que propició la aplicación del artículo 155 y el procesamiento de los dirigentes independentistas, pero ha cobrado fuerza la idea de que fue el líder Esquerra quien convenció a Puigdemont de que no convocara elecciones. Otras fuentes aseguran que, más allá del enrocamiento de Marta Rovira, dirigente republicana exiliada en Suiza, Junqueras se limitó a decir que su militancia no aceptaría dar marcha atrás en la DUI, pero que la última palabra la tenía Puigdemont.
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonés, interviene en el pleno del Parlament
El resto es historia. A diferencia del expresidente, que huyó a Bélgica, Junqueras se quedó y cumple prisión preventiva. “Será el juicio de Junqueras, eso lo sabe todo el mundo. Otra cosa es que Puigdemont quiera utilizarlo en su campaña internacional, lo cual es bastante ruin por parte de quien no está en la cárcel”, explica una fuente republicana. La reflexión rezuma rencor hacia Junts per Catalunya, el penúltimo experimento de los neoconvergentes. Vendrán otros, pero ERC ya ha dado portazo a cualquier tipo de coalición con JxCAT, La Crida o como se llame el futuro partido convergente. Las desavenencias entre los herederos de CDC y ERC son casi atávicas, pero ahora, republicanos y PDeCAT comparten la autocrítica hacia la vía unilateral utilizada.
¿El regreso de Artur Mas?
Hace años, Artur Mas aseguró que la independencia de Cataluña requería de tres condiciones: legalidad, mayoría social y apoyo internacional. Nada de eso ha logrado el llamado procés. Y mientras ERC se embarca en una estrategia más posibilista, consistente en ofrecer un independentismo integrador y menos identitario, para ampliar su electorado, PDeCAT espera a que el movimiento liderado por Puigdemont caiga. Ayer lo aseguraba David Bonvehí en una entrevista: "PDeCAT tiene la base ideológica, los alcaldes y una red territorial, no va a desaparecer". Y descartada una candidatura conjunta, La Crida ya no tiene sentido.
Oriol Junqueras (i) frente al presidente de Banco Sabadell, Josep Oliu (d) y Soraya Saénz de Santamaría, en una cena de empresarios
El tiempo dirá si el futuro pasa por el propio Artur Mas –su gurú, David Madí, ha intensificado sus contactos en ambientes políticos que, en realidad, nunca abandonó--, cuya inhabilitación judicial concluye el año próximo. O por una nueva catarsis de PDeCAT liderada por Elsa Artadi y Ferran Mascarell. Pero lo cierto es que los convergentes tienen asumido que ahora es ERC la que marca el paso. Las encuestas internas del partido son muy parecidas a las que publicó recientemente El Periódico de Catalunya. Los republicanos necesitarán aliados para gobernar. Y PDeCAT ya se ofrece. Lo ha hecho de cara a las elecciones municipales, donde han sugerido a ERC una candidatura conjunta en la que Neus Munté cedería el primer puesto en la lista por Barcelona al republicano Ernest Maragall. ERC no ha aceptado, pero algo se mueve en ese espectro político central.
Los comunes mantienen los puentes
En paralelo, los podemitas no han dejado de tender puentes con Esquerra. Tanto a nivel municipal --la sustitución de Alfred Bosch por Maragall se ha leido en clave de pacto con la alcaldesa Ada Colau-- como catalán y español. La reciente visita de Pablo Iglesias a la cárcel de Lledoners se enmarca en las relaciones de ERC y Podemos, que tienen en común haber dado apoyo a Sánchez en la moción de investidura que le aupó a presidente del Gobierno. Para ERC, elegir entre los comunes o PDeCAT puede provocar un terremoto interno. Pero la aritmética parlamentaria manda. Y ésta puede requerir del PSC, propiciando así un nuevo tripartito a modo de vasos comunicantes entre Gobierno, Generalitat y Ayuntamiento.
Que haya elecciones depende del presidente Quim Torra, es decir, de Puigdemont, ya que es el único que puede convocarlas. Pero la victoria virtual de ERC disuade a los neoconvergentes de adelantar los comicios, pues esperan poder movilizar a su electorado desencantado cuando comience el juicio del 1-O. Mientras tanto, los republicanos quieren centrarse en su acción de gobierno para poder acreditar un buen historial de gestión. Su valor en alza en precisamente Pere Aragonès, vicepresidente del Govern y responsable del área económica, quien parece ser el tapado electoral de ERC. Con permiso de Roger Torrent, presidente del Parlament.
La torpeza de JxCAT
El partido controla consejerías con un profundo calado social, como Enseñanza y Salud. Pero también ocupan posiciones clave que en ámbitos convergentes se valoran como una gran victoria frente a Puigdemont. Que ERC arrebatara el área de Difusión a Junts per Catalunya es interpretada como un importante error de bulto –antes dependía de Presidencia y ahora, de Vicepresidencia--. Miquel Martí Gamisans y Jordi del Río son, respectivamente, secretario y director de Difusión. Ninguno de los dos tiene cargos orgánicos en ERC, pero demuestran la apuesta de Junqueras por romper las costuras del partido. Del Río fue dirigente del PSC, al igual que Ernest Maragall, consejero de Acción exterior, Relaciones Institucionales y Transparencia --otro negociado estratégico, el de la diplomacia catalana, arrebatado a JxCAT--, que en breve será sustituido por Alfred Bosch. Los republicanos, que ya gobernaron con los socialistas, conocen la importancia que tiene la experiencia de gestión.