David Bonvehí como dique de contención. O como palanca para borrar el PDeCAT. El mundo postconvergente confía en el presidente del partido, pero con ideas encontradas. Los hombres de Carles Puigdemont, en el Palau de la Generalitat, y en el PDeCAT, presionan con denuedo a Bonvehí para que entregue ya el partido y se diluya en la Crida Nacional. Pero el dirigente resiste, no dará su brazo a torcer, y en él confían ahora los partidarios de mantener un perfil ideológico claro, los que desean mantener una fuerza política de futuro, soberanista, pero anclada en el eje izquierda-derecha y no en el activismo.
Bonvehí fue catapultado por Puigdemont a la presidencia del PDeCAT en el congreso del pasado mes de julio. Era el ariete del expresident, para llevar a cabo sus planes. Pero Bonvehí ha tenido claro en los últimos meses que debía fortalecer la organización interna, y que no se puede tirar por la borda el trabajo de cuadros, dirigentes y alcaldes que en el territorio se enfrentan con ERC o con la CUP, porque el proyecto político es diferente. Por ello, no ha dejado de colaborar con Marta Pascal, defenestrada como coordinadora general, y ahora senadora. Ni con el grupo parlamentario en el Congreso, ni con figuras muy respetadas internamente como Mercè Conesa, presidenta ahora del Puerto de Barcelona y expresidenta de la Diputación de Barcelona, partidaria de no “entregarse” a la Crida.
Bonvehí con el presidente Quim Torra
Proteger la ideología
Las presiones son enormes desde el Palau de la Generalitat. La consejera de Presidencia, Elsa Artadi, aunque quiere mantener un perfil propio, sigue de cerca los pasos de la Crida. También hombres del núcleo duro de Presidencia, como Jaume Clotet, asesorados por el historiador Agustí Colomines. Y el propio Puigdemont, que no quiere que la Crida acabe resultando un fogonazo de verano. Todos ellos han puesto su mirada en Bonvehí para que tome decisiones cuanto antes, porque, en caso contrario, la cosa se enfriará.
Mientras eso ocurre, en el otro lado los movimientos son continuos. Puigdemont se llevó este domingo una sorpresa, con el pronunciamiento claro y explícito de una dirigente muy cercana: la alcaldesa de Girona, Marta Madrenas, que sucedió al propio Puigdemont al frente del consistorio. Madrenas expresó, en una entrevista en Vilaweb, lo que el grueso de los cuadros y dirigentes del partido piensan. Y, especialmente, los alcaldes: “El PDeCAT no se debe disolver. La Crida tiene sentido siempre que nadie deba renunciar a otras ideologías. No puede ser en ningún caso una renuncia. Siempre digo que soy del PDeCAT porque hay cosas de la gestión pública que nos diferencia mucho, principalmente de la CUP”, asegura Madrenas.
La alcaldesa de Girona, Marta Madrenas
Dos cosas distintas
Ese es el punto. La sorpresa mayúscula llegó en el acto fundacional de la Crida en Manresa, con fotografías conjuntas entre el economista neoliberal Xavier Sala-Martín y el politólogo Ramón Cotarelo, un revolucionario a la izquierda de la izquierda. Los alcaldes no quieren saber nada de la Crida si ese es el mensaje, cuando se la juegan en las elecciones municipales, comicios en los que reciben apoyos muy diversos, más pendientes de la gestión que cada uno de ellos realiza en la localidad.
Madrenas señala que “las diferencias ideológicas deben existir. Una cosa es cómo concebimos la sociedad y otra la unidad alrededor de la independencia y la construcción de la República. Sería un error que el PDeCAT se fundiera con el espacio de la Crida o se confundiera, porque no es lo mismo”.
Nogueras, en el centro, en un encuentro con nuevos militantes favorables a la Crida
El dique se mantiene
Bonvehí lo sabe. Algunas fuentes del partido consideran que el presidente del PDeCAT podría ser el “caballo de troya” que utilizaría Puigdemont para cagarse el partido. Dirigentes todavía con ascendente, como Artur Mas, siguen sin definirse, aunque ha apuntado a la necesidad de dejar de lado las siglas y concentrarse en nuevos instrumentos políticos. El propio Mas se ha entrevistado con Bonvehí para que se incline por la Crida. Sin embargo, eso no se ha producido, pese a las presiones también de la vicepresidenta Míriam Nogueras, una pieza directa de Puigdemont, que menosprecia a los partidos como instrumentos y apela al poder “de la gente”.
El dique sigue ahí, y el núcleo de Puigdemont comienza a impacientarse. Máxime cuando se intentó que Bonvehí acudiera a Manresa, al acto fundacional de la Crida, y éste se negó.