El PDeCAT ha saltado como un muelle. Lo ve venir. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, anunció su intención de reunirse con Oriol Junqueras en la cárcel de Lledoners para intentar que Esquerra Republicana pacte los presupuestos con el Gobierno, acordados, a su vez, con su partido. “Lo antes posible”, señaló, con la idea de “normalizar el diálogo político”. Acto seguido, los diputados del PDeCAT en el Congreso, comenzaron a trazar una estrategia defensiva, y el portavoz de los convergentes, Carles Campuzano, fue incisivo: “Sería bueno que Iglesias no sólo se viera con Junqueras para hablar de presupuestos, sino también con el resto de presos. Sería bueno que escuchara a todos”, precisó, en alusión a Joaquim Forn, Josep Rull, o Jordi Turull. La queja contra Pablo Iglesias fue evidente.
¿Qué hay en juego? Iglesias ha visto la oportunidad. Acaba de cerrar un acuerdo con el Gobierno, con una tajada política notable, como es la subida del salario mínimo hasta los 900 euros. Y quiere que esas cuentas salgan adelante. Para ello, necesita que Esquerra los apruebe, y que el PDeCAT se abstenga. Pero hay algo más, que los diputados y dirigentes exconvergentes intuyen desde hace meses.
Contra el "irredentismo"
Lo que pretende Iglesias, como señalan fuentes del PDeCAT a Crónica Global, es colocar una cuña entre los dos partidos independentistas, lo que afectaría al Govern de la Generalitat, y preparar una alternativa de izquierdas, en la que el PSC podría jugar un papel, aunque no a corto plazo.
El mapa que el PDeCAT percibe es un doble frente, en Madrid y en Cataluña, entre socialistas y republicanos, junto a Podemos, y los comuns. Con el PSOE al alza, como indican las encuestas, y con Esquerra en el eje central de la política catalana, ¿qué puede hacer la fuerza política heredera de Convergència? Esa es la incógnita que no deja vivir a los dirigentes del PDeCAT, pensando más allá de la figura de Carles Puigdemont, y del “irredentismo”, como lo califican, que impondrá en el nuevo instrumento político que está auspiciando: la Crida Nacional per la República.
Junqueras, en el centro
Esquerra también duda. Se quejó de esa perentoria necesidad de Iglesias de reunirse con Junqueras. El diputado republicano, Joan Tardà, señaló que no se dejarán presionar: “Si alguien cree que nos va presionar, se equivoca mucho”, en relación a Iglesias y al Gobierno de Pedro Sánchez. La prioridad de Esquerra es encontrar una salida para los políticos presos. Por ello, Tardà espetó a Podemos: “¿Qué haría Podemos si tuviera a Iglesias en la cárcel?”
Lo cierto es que esa entrevista se producirá. A Junqueras ya lo han visitado personalidades como el lehendakari Urkullu o el presidente de la CEOE, Joan Rosell, lo que da cuenta de que se vislumbra como el portador de una posible solución. Iglesias lo quiere intentar: presupuestos y un horizonte político en el que el centro-izquierda español pueda colaborar con una izquierda catalana independentista que sitúe el objetivo nacional a largo plazo.
El temor convergente
El PDeCAT lo sabe. También los asesores áulicos de Puigdemont, como Agustí Colomines, que critica a los exconvergentes por tener preocupaciones típicamente ‘convergentes’. Es decir, que se piense en un eje socioeconómico, cuando lo que se dirime, a su juicio, es un ser o no ser del independentismo.
Iglesias ha tocado la tecla sensible. Y todo el tablero catalán se puede mover. Junqueras puede tener la última palabra, si autoriza que Esquerra apoye esos presupuestos. En caso de que el PDeCAT no se moviera, los republicanos ya tendrían un buen argumento de cara a unas posibles elecciones en Cataluña.