Grietas. El Gobierno español buscará ahondar en esas grietas que ya se han producido en el bloque independentista, que perdió su mayoría en el Parlament la pasada semana. Los presupuestos de 2018, expansivos, pero dentro de la ortodoxia que exige la Comisión Europea, pueden suponer para la Generalitat hasta 3.200 millones adicionales. El Ejecutivo de Pedro Sánchez sabe que eso será tentador, y las dudas son ahora una realidad en las filas del PDeCAT y de Esquerra Republicana.
Los dos partidos, además, no son monolíticos. El PDeCAT sufre una división interna en el grupo parlamentario en el Congreso. Algunos diputados quisieran entrar de lleno en la negociación con el Gobierno, que llegará, con toda su intensidad, entre noviembre y diciembre, cuando las cuentas de 2018 se lleven a las Cortes.
Divisiones internas
Quien lo puso sobre la mesa fue este mismo lunes --el mismo día que el Gobierno presentaba los presupuestos y los enviaba a Bruselas-- el diputado del PDeCAT en el Congreso, Carles Campuzano. Su posición fue clara. Consideró que “no se puede exigir” al Gobierno que influya directamente en la Fiscalía para que rebaje la petición de penas o retire, incluso, la querella contra los políticos presos. “Hay división de poderes”, señaló Campuzano, a pesar de añadir que la situación es muy complicada y que su partido no puede obviar la situación de los políticos presos.
Eso no fue fácil para Campuzano. Las redes internas del partido comenzaron a echar humo, con críticas, pero también con apoyos. El PDeCAT se juega su futuro como partido, y el debate se dirime entre ser una formación útil, o estar expuesta a los designios de Carles Puigdemont.
Las cuentas de Sánchez
El Gobierno lo sabe. Pedro Sánchez maneja los números que necesitará para aprobar las cuentas. Con Podemos, suma 156 diputados. Teniendo en cuenta que si saca adelante las cuentas de 2018 será en la segunda votación, donde se precisa más votos afirmativos que negativos, la obligación del PSOE en el Congreso es reunir hasta 170 votos, que conseguiría con los nueve de ERC y los cinco del PNV. En ese caso, le bastaría una abstención del PDeCAT, que no querría unirse, como señalan sus diputados a Crónica Global, al bloque del PP y Ciudadanos, que suman 169 votos.
El voto a favor de Esquerra no está claro. La retórica que se emplea es claramente contraria. El diputado republicano Joan Tardà, lo ha constatado, exigiendo sin dudar un gesto de la Fiscalía. Pero ahora comenzará la negociación. Los republicanos saben que en el horizonte se dibuja un escenario diferente: el PSOE en el Gobierno, reforzado cuando se convoquen elecciones, y Esquerra al frente de la Generalitat, cuando se clarifique, también el panorama electoral.
Mejora de las arcas
Todo condicionado a la situación judicial de su propio líder, Oriol Junqueras, y del resto de políticos presos. Pero ese esquema de futuro se tiene claro en la sede de Esquerra, en la calle Calabria de Barcelona.
Por eso, a los republicanos les interesa aprobar esos presupuestos, que, objetivamente, significarán un empuje para las arcas de la Generalitat, cuya vicepresidencia económica está en manos del consejero de Esquerra Pere Aragonès.
Tentación republicana
Las posiciones no se mueven. Pero en el seno de cada partido hay movimientos. Y el Ejecutivo socialista iniciará ahora la negociación, después de atreverse, primero, sin tener ninguna red, a enviar ese presupuesto a la Comisión Europea, asumiendo el menor crecimiento del PIB para este año, del 2,6%, pero con un cuadro macroeconómico que le permitirá --esa es la posición de la ministra de Economía, Nadia Calviño-- un aumento del gasto de 5.000 millones.
¿Puede renunciar el bloque independentista a enderezar la situación en Cataluña con esas cifras? Las grietas han comenzado a producirse.