Carles Puigdemont insiste. El objetivo era conseguir una candidatura única del independentismo para la alcaldía de Barcelona. Lo que se juega todo el movimiento político es, en realidad, su propio futuro. Sin Barcelona, el proceso soberanista podría perder apoyos de forma vertiginosa, porque un alcalde no independentista actuaría como contrapoder ante el gobierno de la Generalitat. Y la fórmula de Puigdemont es rotunda: un político que siga en esos momentos en prisión, en función de qué ocurra en el juicio previsto para la primavera, con un número dos que pueda tomar el mando si es necesario. El tándem, según fuentes cercanas al expresidente, sería el formado por Joaquim Forn, ahora en prisión, y Ferrran Mascarell.
Los deseos de Puigdemont se vieron truncados con la jugada de Oriol Junqueras, que se adelantó y forzó un cambio en la candidatura, al sustituir a Alfred Bosch por Ernest Maragall. La figura de Maragall se entiende que es de tal peso, que si los afines a Puigdemont quisieran una única candidatura, esta debería subsumirse en la de Maragall.
Carga emocional
Sin embargo, ni el PDeCAT ni el entorno de Puigdemont quieren renunciar a presentar a un candidato propio. Sería tanto como dar paso a la hegemonía de Esquerra en el campo nacionalista. Por ello, se busca una fórmula rompedora, que tenga una fuerte carga emocional. La figura elegida es Joaquim Forn, pese a que el propio exconcejal del Ayuntamiento de Barcelona había renunciado a seguir en la carrera política.
Forn tiene el apoyo de figuras que mantienen un cierto ascendiente, como Xavier Trias. Se le reconoce un conocimiento exhaustivo del consistorio, y un programa de ciudad. Ese valor personal y profesional se uniría al hecho de que ha acabado en prisión por defender el referéndum del 1 de octubre. Fue consejero de Interior por unos pocos meses, justo antes de esa fecha.
¿Apoyar a Colau?
Sería la fórmula para obtener un buen resultado, con Ferran Mascarell en la recámara para recoger el testigo si Forn no puede asumir el cargo, ya fuera el de alcalde o el de concejal. Lo que pretende Puigdemont es que Barcelona quede en manos independentistas, o que se pueda reunir la fuerza necesaria para que Ada Colau sea alcaldesa, si queda primera, impidiendo que Manuel Valls pueda tener opciones.
Esa es la obsesión en el seno del independentismo: que Valls no sea alcalde. Todo lo demás “ya se verá”, como admiten las fuentes consultadas. O trazar un acuerdo independentista con Esquerra, pese a que internamente el independentismo están completamente dividido, o facilitar la alcaldía a Ada Colau, que quedaría en manos del independentismo.
Apoyo de las bases
Forn tiene ahora un enorme tirón en las bases independentistas en Barcelona. Su libro, Escrits de presó, fue presentado hace dos semanas por la plana mayor del Govern, del PDeCAT y de la exConvergència. Estuvieron el presidente Quim Torra, junto a la consejera y portavoz del Govern, Elsa Artadi, y el consejero Miquel Busch, así como los expresidentes Jordi Pujol y Artur Mas.
Esa es la fórmula de Puigdemont, a la espera también de cómo se organice el PDeCAT, que eligió en unas elecciones primarias a la exconsejera Neus Munté como candidata. En una encuesta encargada por Crónica Global, Munté quedaba sensiblemente por debajo de Forn entre los propios votantes nacionalistas.