Hay tiempo. Ocho meses. Manuel Valls anunció este martes su candidatura a la alcaldía de Barcelona, seguro de que toda su experiencia como político en Francia y su condición de barcelonés y sus relaciones con un entramado cultural y económico que desea un cambio le permitan dirigir la capital catalana. Quedan esos ocho meses, como él mismo precisó, hasta mayo de 2019, para “convencer” a partidos y personalidades de que él es la alternativa a Ada Colau y al independentismo, y que podrá abrir el proyecto a otras fuerzas políticas, como el PSC, aunque sólo cuente ahora con el apoyo explícito de Ciudadanos.
Valls se ha propuesto presentar una alternativa política, desde la gestión, frente a Colau, y también ante el independentismo, que se ha obsesionado con conquistar Barcelona como gran estandarte del movimiento frente al mundo. "Barcelona debe pensar en ella misma, no en otros proyectos que tienen que ver con la confrontación", aseguró, para constatar que defenderá y apoyará a los que "respeten" la Constitución y el Estatut", en referencia a los independentistas.
Sueño europeo
En una sala pequeña, en el mirador del CCCB, con decenas de medios franceses que no pudieron acceder --provocando un gran malestar en los informadores--, con pocas caras conocidas, y sin representantes del mundo económico, Valls presentó sus credenciales: exalcalde de Evry, ministro del Interior, primer ministro francés, y, principalmente, “ciudadano europeo”.
El “sueño europeo” de ser candidato en otro país, de participar en la vida política en una ciudad, que, de hecho, fue la de su nacimiento, con orígenes familiares en las tierras de Tarragona, fue el hilo narrativo de un político que ha decidido instalarse y vivir en Barcelona “pase lo que pase”, gane o pierda en las elecciones municipales.
Lista transversal
Pero, ¿cómo lo hará? Firme, algo nervioso, con mirada inquisitiva cuando sonó un teléfono móvil por dos veces durante su intervención, Valls dejó claro que quiere ser “un candidato independiente”, al frente de una lista transversal, en la que figurarán candidatos de diferente signo y con sensibilidades distintas, pero con el objetivo de “recuperar” Barcelona, para que vuelva a figurar en lo alto de todo en los rankings internacionales.
¿Con qué banderas? Valls no dudará. Ha sido ministro del Interior en Francia, y lo exhibió en su conferencia. Quiere ser el candidato del orden. Se refirió en su parlamento a las imágenes de este verano, “a las escenas de violencia con turistas”, y a los problemas en los narcopisos. Y eso, en estos momentos, genera atención entre un electorado muy concreto, el que se refugiaba hace muy poco en las siglas de CiU, y, en menos medida, en el PP.
Bandera cultural
El otro banderín de enganche es la cultura, para que Barcelona esté en la red internacional de los grandes acontecimientos culturales. Para todo eso, Valls asegura que será el alcalde ideal. Con la escritora Nuria Amat, o el arquitecto Óscar Tusquests en primera fila, junto al economista Francesc Granell, el cazatalentos Luis Conde, o la propia hermana de Valls, Giovanna, el político francés insistió en que ofrecerá “diálogo político y respeto por todos”, con el propósito de que se busque el mejor proyecto para Barcelona.
Sin embargo, y aunque las conversaciones prosiguen en distintas direcciones, Valls no tiene todavía atado el apoyo de otras fuerzas políticas. Insistió en que no está en contra de los partidos: “No puedo estarlo, son la vida de la política”. Pero quiso garantizar su independencia a la espera de que, a partir de ahora, el llamado constitucionalismo, pero abrazando al conjunto del catalanismo, acabe apoyando su lista a la alcaldía. Por ahora, sólo cuenta con Ciudadanos, que nombró, agradeciendo que esté a su lado. El día no era el más oportuno, para salvaguardar su propio proyecto, para que asistieran Albert Rivera o Inés Arrimadas. Tampoco la concejal Carina Mejías estuvo presente, aunque sí el diputado Nacho Martín Blanco, y Chantal Moll de Alba, profesora de Derecho Civil de la UB, que podría formar parte en la lista.
Contactos con Liures
Valls mantiene contactos con Lliures, que dirige Antoni Fernández Teixidó, y con exdemocristianos de Unió Democràtica. Quiere también candidatos independientes, representativos del mundo vecinal y de la cultura, y profesionales que crean que se puede organizar un movimiento que marque un punto de inflexión entre lo que representa Colau y el mundo de los comuns, y el independentismo que enarbola Esquerra Republicana.
“Quedan ocho meses, invito a todos a este proyecto”, insistió Valls, que se dirigió directamente a la prensa francesa, en francés, para anunciar que en los próximos días dejará el acta de diputado y todos sus cargos representativos, acorde con una ley que no permite la acumulación de cargos que él mismo promovió como ministro del Interior.
Valls quiere vivir en Barcelona. Otra cosa será si lo hace como alcalde. Pero ya ha removido al resto de fuerzas políticas, que, ahora sí, ya saben que será un adversario duro.