El 82% de los votantes de ERC se informa habitualmente por TV3. La cifra es similar en el caso de JxCat: un 77%. Sin embargo, sólo un 9% de los votantes de Cs y un 18% del PSC tienen a la televisión pública de Cataluña como su canal de referencia. Las cifras corresponden al último Barómetro de Opinión Pública del CEO, el organismo dependiente de la Generalitat que se encarga de los estudios de opinión. Un repaso en el tiempo revela que los porcentajes se han mantenido estables en los últimos años: alrededor de un 80% de las personas que vota por formaciones partidarias de la independencia tiene a TV3 como canal de referencia. Sólo la ve el 15% de las que no lo son.
Los directivos de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), conocida coloquialmente como la Corpo, difunden periódicamente informes que hablan de la pluralidad y diversidad de voces en la televisión pública catalana. Sin embargo, es evidente que las cosas no se están haciendo bien. No hay informe que valga sobre las cifras antes mencionadas. Si los diferentes sectores que conforman la ciudadanía de Cataluña no sienten en igual medida que es su televisión, TV3 no está cumpliendo su papel de servicio público que, deberíamos recordar una vez más, es el de representar a toda la sociedad sin excepción visualizando siempre la diversidad que la integra.
La publicación de informes de este tipo difícilmente cambiará la perspectiva de personas que perciben que la televisión pública está alineada con una determinada opción política. Ciudadanas y ciudadanos que no sólo no se ven reflejados sino que muchas veces se sienten estigmatizados por pensar diferente a la línea oficial.
El organismo que debe velar por la neutralidad y el pluralismo de los medios públicos catalanes es el Consell de l’Audiovisual de Catalunya (CAC). Si entramos estos días a su página web encontraremos los siguientes titulares: “El CAC constata que el programa Preguntes freqüents de TV3 no vulneró las previsiones del Libro de Estilo”. “Los teleinformativos de TV3 fueron los que recogieron más diversidad de voces políticas”. “El CAC concluye que el programa Solidaris dedicado a la declaración de prisión incondicional de diferentes políticos catalanes cumplió el Libro de Estilo”. Se trata de resoluciones que analizan quejas en relación al programa FAQS de TV3, una edición de Solidaris de Catalunya Ràdio y el resultado de un informe elaborado por el mismo CAC sobre pluralismo político que concluye que los medios públicos catalanes son los más plurales.
En los últimos tiempos, se repite un patrón: las resoluciones del CAC siempre dan la razón a TV3 y Catalunya Ràdio, sea cuál sea la queja de los oyentes y espectadores. En todos los casos se producen votos discrepantes de los consejeros que fueron propuestos por partidos no independentistas. Los acuerdos salen adelante gracias al voto de calidad del presidente del organismo. Sucede lo mismo en el seno de la CCMA. Pase lo que pase, la mayoría que tienen las formaciones partidarias de la independencia en sus órganos de control hace que el resultado sea desestimar toda posibilidad de enmienda.
En el caso del programa Solidaris que mencionamos anteriormente, el acuerdo del CAC concluye que las valoraciones e interpretaciones del conductor Albert Segura sobre la prisión incondicional de políticos catalanes no faltaron a la neutralidad, como apuntaban las quejas de los oyentes. Si escuchamos el programa vemos, sin embargo, que está plagado de afirmaciones como las siguientes: “No podemos desentendernos ni ser cada día más indiferentes. Cinco presos políticos más, una exiliada más”. “Esto no va sólo de independencia, va de defender derechos civiles y políticos fundamentales, de parar una regresión democrática española, una deriva autoritaria que está pervirtiendo las reglas más elementales del Estado de derecho”. “No podemos normalizar tener que marchar al exilio para poder hacer de madre. [...] No es normal ver escaños vacíos con lazos amarillos”. “Hoy no haremos en Catalunya Ràdio el programa que estaba previsto. No podemos hacerlo”.
El programa está disponible en la web de la CCMA y es difícil argumentar que su contenido cumple las normas del Libro de Estilo que son muy estrictas al respecto: las y los conductores de TV3 y Catalunya Ràdio no pueden adoptar posiciones en los debates políticos ni hacer manifestaciones que puedan comprometer la imparcialidad de los medios donde se desempeñan. Esto vale no sólo para los contenidos que se emiten en antena, como sucedió en este caso, sino también en redes sociales, blogs, entrevistas, artículos o tertulias.
Un análisis de las quejas sobre el FAQS deja una impresión parecida: un público que aplaude sólo comentarios favorables a la independencia, mofas a los entrevistados no independentistas, una presentadora que hace continuas valoraciones en un sólo sentido, tuits sobreimpresos en pantalla que sólo reflejan una opción política. Incluso una colaboradora, Pilar Rahola, que llama a gritos a un entrevistado “rancio”, “españolista” y “patético” mientras le señala con el dedo. Episodios en los que ni el CAC ni la CCMA ven nada anormal.
La semana pasada, en la comisión de control a la CCMA del Parlament, su presidenta en funciones, Núria Llorach, perdió una gran oportunidad para avanzar en la recuperación de la credibilidad de TV3 ante aquella parte de la ciudadanía que siente que ya no es su televisión. En vez de anunciar que tomaría medidas en relación a la tensión constante que provocan los insultos y agresiones verbales de figuras de TV3 como el actor Toni Albà, optó por justificar a Albà. Es un clown. Es sólo un colaborador, no está obligado por el Libro de Estilo, fueron los argumentos que expresó, todo hay que decirlo, sin convencimiento.
¿Tan difícil es pedir a las figuras de la televisión pública que no insulten? ¿Cuando Toni Albà llama “mala puta” o profiere insultos homófobos contra líderes de la oposición, la CCMA no puede hacer un comunicado desmarcándose?¿Qué sentido tiene afirmar que las tertulias y programas de TV3 y Catalunya Ràdio son los más plurales si el mismo informe que se esgrime revela que las entidades partidarias de la independencia como ANC y Òmnium tuvieron un 93% de presencia en TV3 frente al 7% de las no partidarias?
Los equipos de TV3 y Catalunya Ràdio deberían preguntarse cada día si están ejerciendo su papel de servicio público hacia una ciudadanía que financia con sus impuestos la friolera cifra de 310 millones de euros que cuesta al año la radio y la televisión pública. También cuál es el papel que deben jugar en una comunidad que se encuentra dividida en torno a un tema tan delicado como la secesión del territorio donde viven. ¿El papel de los medios públicos es favorecer la convivencia o amparar conductas que incitan al odio?¿Es propiciar el diálogo o deslegitimar las opciones políticas de más de la mitad de la población? Parece que el sentido común indica que propiciar la convivencia y representar a toda la ciudadanía sin excepción tendría que ser la prioridad.