La candidatura de Manuel Valls a la alcaldía de Barcelona puede ser un elemento disruptivo de primer orden. Nadie le asegura el éxito al ex primer ministro francés, pero lo quiere intentar, y valora anunciar su decisión a finales de la próxima semana. Lo que intenta, y ha comenzado a explorar, es un gran acuerdo con todas aquellas fuerzas políticas que se declaran catalanistas para lograr concentrar el voto.
Valls ha ido reorientando su proyecto. Aunque quien le brindó la oportunidad de ser candidato a la alcaldía de Barcelona fue Ciudadanos, después de verse relacionado en los actos de Societat Civil Catalana, entidad a la que ha dado apoyo el partido de Albert Rivera, pero también el PP y el PSC, Valls quiere formalizar un proyecto propio, sin ser el candidato de ningún partido en concreto, y ya ha comenzado a rodearse de algunos profesionales que trabajaron con Pasqual Maragall y que conocen bien la maquinaria municipal.
Amplio frente
En sus diferentes contactos, mantenidos en Barcelona en las últimas semanas, ha comenzado a abrazar el catalanismo, el catalanismo no independentista que debate su propio futuro y que desea, precisamente, encontrar una fórmula común para encontrar una salida al conflicto político en Cataluña. El ex primer ministro francés desea recuperar un proyecto de ciudad, que conecte con el maragallismo –dispersado ahora y cuya herencia se la disputan diferentes dirigentes y partidos—con un mayor acento en el ámbito cultural.
Para ello, en esa exploración para constituir una gran coalición del catalanismo, ha establecido contactos con Lliures, y con los ex de Unió Democràtica, Units per Avançar. Todo está en un estadio inicial, pero deja constancia de su voluntad de ganar con un amplio frente detrás, con la idea de atraer a electores que no creen en la gestión de la actual alcaldesa, Ada Colau, ni en ese proyecto independentista que quiere conseguir la capital catalana como un trofeo para poner en pie la república catalana.
El PSC, con Collboni
La primera opción para Valls sería el PSC. Pero los socialistas se han ido distanciando cada vez más. Tienen a su candidato, Jaume Collboni, y aspiran a un aumento significativo de sus opciones, tras el trabajo realizado, y también con la esperanza de que el Gobierno del PSOE, en manos de Pedro Sánchez, promueva el voto socialista. Con los números en la mano, tras las elecciones, ya se verá. Pero el PSC quiere concurrir en solitario, y maneja distintas opciones para participar en un gobierno municipal.
Pero hay otros movimientos, dentro del catalanismo, que se han ido generando en los últimos meses. Lliures, que dirige Antoni Fernández Teixidó, busca una refundación del catalanismo que permite ganar electoralmente al independentismo, o provocar una pérdida de la mayoría absoluta que fuerce a todos los actores políticas a entrar en negociaciones y acuerdos para salir del bloqueo político. También está en esa tesis Units per Avançar, que lidera Ramon Espadaler. Con todo ese magma que se está moviendo, Manuel Valls quiere constituir una fórmula que pueda ser ganadora.
¿Todos maragallistas?
Sin embargo, Valls debe encontrar un punto de encuentro con Ciudadanos. ¿Hasta qué punto el partido de Albert Rivera se podrá involucrar en un proyecto propio del político francés, que desea, además, representar un catalanismo de corte maragallista, que, precisamente, ha combatido Ciudadanos?
Sólo el anuncio formal y los primeros pasos que dé Manuel Valls provocará los movimientos posteriores de todo el arco político municipal. Con el independentismo en plena transformación, aunque Carles Puigdemont se decanta por Ferran Mascarell como candidato, con Esquerra Republicana firme con su candidato Alfred Bosch –aunque se desliza el nombre de Ernest Maragall como posible cabeza de cartel--, Valls puede irrumpir con fuerza.