El exdirigente de Batasuna, Arnaldo Otegi, fue uno de los protagonistas de una Diada que ha arrancado con la tradicional ofrenda floral que cada año realizan Govern, Parlament, Ayuntamiento de Barcelona y entidades sociales de distinta índole realizan ante el monumento a Rafael Casanova. Otegi, que desde que comenzó el procés se ha convertido en uno de los referentes del proyecto secesionista catalán –la Cámara catalana ha llegado a recibirle con trato de alto mandatario--, acudió a este acto donde departió con varios miembros del Ejecutivo de Quim Torra –entre ellos la consejera de Cultura, Laura Borràs--, así como con diputados de Junts per Catalunya –Francesc de Dalmases— y el exmiembro de la Mesa del Parlament Joan Josep Nuet (EUiA).
La presencia de Otegi en estos actos del 11S está cargada de simbolismo, dado que el Govern y el Parlament decidieron que la Diada Nacional de Cataluña se convirtiera en un homenaje a los presos independentistas, rompiendo definitivamente una neutralidad que hace años ya se había vulnerado. Gritos de "No pasarán" o de "No soy español" se han escuchado en el arranque de los actos que tendrán lugar a lo largo de hoy. El público, convenientemente separado del monumento para evitar incidentes y situaciones bochornosas --lanzamiento de huevos y gritos a los dirigentes no soberanistas-- gritaba ¡libertad!.
El paralelo, tanto la portavoz del Govern, Elsa Artadi, como el presidente del Parlament, Roger Torrent, subrayaban el carácter "excepcional" de una Diada debido precisamente a los encarcelamientos. Ambos apelaron también a un proceso "pacífico y democrático", y a la voluntad de diálogo con el Gobierno de Pedro Sánchez.