Ciudadanos tiene un problema. La nueva situación política ha dejado a su dirección desorientada. Si hace sólo unos meses no se descartaba una coalición de gobierno con el PSOE --de hecho, se deseaba, aunque se dejara caer que lo más probable sería un acuerdo con un PP que no tuviera a Mariano Rajoy al frente; y la quería también una buena parte del poder económico--, ahora parece del todo imposible. El electorado español, en su conjunto, sitúa a Ciudadanos, según el barómetro del CIS, por encima del 7 en una escala de izquierda (cero) a derecha (10). Los socialistas ubican al partido de Albert Rivera en el 7,05; mientras que los votantes del PP lo posicionan en el 6,08, por encima de los propios electores de Cs, que se autositúan en el 6,05.
¿Qué ha pasado? ¿Qué pretendía el partido que lidera Albert Rivera, el mismo que firmó un acuerdo de investidura con Pedro Sánchez, con un programa de gobierno? De los socialistas se valoraba, con Sánchez a la cabeza, que habían afrontado una renovación interna, que no se les podía acusar de casos de corrupción --aunque el caso de los ERE en Andalucía siempre ha estado presente, siempre se ha visto como de una naturaleza diferente al de poner la mano en la caja-- y que el propio Sánchez pertenecía a una nueva generación, como la de Rivera, que representa una España moderna, profesional, capaz de afrontar importantes reformas.
¿Vivir sin marca ideológica?
Sin embargo, la posición frontal de Ciudadanos respecto al conflicto político en Cataluña ha derechizado al conjunto de su electorado en España. Y ahora darle la vuelta a esa situación le será complicado a Rivera, si es que es lo que quiere realmente. Esa es la interpretación del politólogo José Fernández Albertos, quien señala que “vivir sin una marca ideológica es costoso y quizá imposible”. Y que eso ha pretendido todos estos años Ciudadanos.
Con la irrupción de Pedro Sánchez en el Gobierno, tras la moción de censura, han ocurrido varios fenómenos. Uno es el efecto arrastre de Sánchez, como ha corroborado el CIS. Pero hay un factor interno que debería inquietar a Albert Rivera. Sus duros reproches contra Sánchez día sí, día también, al que considera “un presidente interino” --lo que ha provocado las críticas de diferentes politólogos porque el líder del PSOE tiene toda la legitimidad para impulsar políticas y actuar como presidente con todos los efectos tras una moción de censura marcada y tasada por la Constitución-- casa mal con el comportamiento de sus votantes.
Fuga de votos
El PSOE se ha colocado en primer lugar en la estimación de voto, en gran medida por la movilización de su propio electorado, que permanecía “apático e indeciso desde la investidura de Rajoy”, según Fernández Albertos. Pero también crece por “un importante aumento de las transferencias desde Podemos, y, sobre todo, de las confluencias --las coaliciones de distintos territorios, en Galicia, Valencia, País Vasco o Cataluña-- y porque ha sido capaz de darle la vuelta al fenómeno de la (leve) fuga de votos hacia Ciudadanos durante la crisis catalana. El porcentaje de votantes de Cs que expresan una voluntad de votar al PSOE es ahora el doble del porcentaje de votantes del PSOE que dicen que optarán por Ciudadanos”, como señala Fernández Albertos en un artículo en el blog Piedras de papel.
Es decir, hay más votantes de Ciudadanos que se van al PSOE que votantes socialistas a Ciudadanos, con lo que Albert Rivera ha perdido --por ahora-- la capacidad de entrar en un electorado de centro o de centro-izquierda y deberá, quiera o no, entrar de lleno en el espacio del centro-derecha.
Podemos, disminuido
No era esa la pretensión original de Ciudadanos, que en 2015 gozaba de un premio extraordinario: los españoles ubicaban al partido en la posición 5, en el eje ideológico: una oportunidad enorme para crecer a izquierda y derecha.
Con esa transformación, y con todo lo que ha ocurrido en la política española, se aleja la posibilidad de una coalición de gobierno entre el PSOE y el partido naranja. El dibujo ha cambiado y el PSOE se sitúa en primer lugar, con un posible socio, Podemos, que ni es visto ahora como un peligro contra el sistema ni tiene la fuerza suficiente para competir contra los socialistas. Mientras, Ciudadanos vive en la incertidumbre de si podrá o no ser la referencia de la derecha, por encima del PP, que ha renovado su cúpula con Pablo Casado.
¿Ha equivocado su estrategia Albert Rivera? ¿Acierta minusvalorando a Sánchez y reprochando cada paso que da, cuando se ofrecía como socio tras las elecciones de diciembre de 2015?