Younes Abouyaaqoub, el terrorista que conducía la furgoneta que causó 16 muertes en las Ramblas de Barcelona y que murió cuatro días después en la localidad de Subirats recibió seis impactos de bala de un arma Walther modelo P-99 como la que llevaban los Mossos d’Esquadra, según el informe remitido por el propio cuerpo policial al juez.
Los agentes de la Policía Científica y de la Unidad Central de Balística de los Mossos detallan que en Subirats los agentes dispararon 11 balas, hubo 27 vainas percutidas y un cartucho disparado, elementos que fueron recogidos en una inspección policial en la zona.
Entre viñedos
Uno de los policías que intervinieron en la operación explicó al juez que, cuando fue descubierto agazapado entre viñedos Abouyaaqoub se abalanzó contra los mossos mostrando lo que parecía un chaleco bomba. Los agentes abrieron fuego, el yihadista cayó al suelo, se reincorporó y se dirigió otra vez contra ellos, hasta que fue abatido definitivamente.
Una pareja de policías que hacía el servicio de seguridad ciudadana en Vilafranca del Penedès se dirigió a Subirats después de que la sala de control del cuerpo lanzara la alerta de que habían localizado a un sospechoso en una zona de viñedos: un joven alto, delgado, con cabello oscuro corto, pantalón rojo y camisa azul de manga larga.
Pista forestal
Junto con su compañero, el mosso se añadió a la búsqueda, por lo que estacionaron el vehículo en la entrada de una pista forestal y caminaron unos 70 metros de distancia y, casi al final de la parte donde les alcanzaba la vista, detectaron a una persona mirando en su dirección, que se detuvo.
Esta persona coincidía plenamente con la descripción del sospechoso, por lo que el compañero del mosso gritó: "¡Alto policía!", ante lo que Abouyaaqoub se levantó la camisa y les mostró "claramente" una especie de cilindros metálicos de unos 20 centímetros de largo, colocados verticalmente alrededor del abdomen, del tamaño de una botella de agua pequeña.
Cilindros metálicos
El agente detalló que los tres cilindros eran metálicos, ya que el sol se reflejaba a ellos, por lo que tuvo la impresión de que "con seguridad" se trataba de un artefacto explosivo.
Tras mostrar el chaleco-bomba, que luego se supo que era simulado, el terrorista empezó a correr en dirección a los agentes, repitiendo el grito de "¡Alahu Akbar!" (Alá es grande), ante lo que el mosso desenfundó el arma, apuntó al joven y le chilló de nuevo que se detuviera, aunque sin éxito.
"Cayó al suelo"
Al ver que el joven no se detenía y cada vez estaba más cerca de ellos, el mosso efectuó varios disparos, aunque desconoce la cifra ni si llegaron a impactar en el terrorista, que de repente se detuvo y cayó al suelo, según su declaración.
No obstante, un par de segundos después, según el mosso, Abouyaaqoub se reincorporó y volvió a dirigirse hacia ellos, por lo que tanto él como su compañero le volvieron a dar el alto y le pidieron que se quedase quieto.
Vació el cargador
El agente volvió a disparar contra el terrorista, agotó las balas de un cargador, lo recargó y disparó una o dos balas más del segundo cargador, según su declaración.
A partir de entonces, según el relato del mosso, el terrorista ya no se volvió a mover de donde estaba, tumbado boca abajo en el suelo, por lo que, sin acercarse al sospechoso, comunicó por emisora que le habían abatido y que llevaba un chaleco bomba.
Los artificieros de los Mossos se acercaron poco después al lugar, aseguraron la zona y retiraron el cinturón explosivo con un robot y, posteriormente, comprobaron que se trataba de un chaleco simulado. Pese a que era falso, el chaleco suponía una amenaza para los policías, que llegaron a la misma conclusión que sus compañeros de Cambrils, cuando se enfrentaron a otros terroristas que recibieron entre dos y ocho disparos cada uno.