La política catalana sufre un mal: cualquier acción que se tome es susceptible de ser considerada como una traición por parte de alguien más puro y más consecuente. Y al presidente de la Generalitat, Quim Torra, le está sucediendo, hasta el punto de que le molesta, dadas sus convicciones independentistas, que duden de sus objetivos. “Me duele que me tilden de autonomista”, asegura en una entrevista en La Vanguardia, en la que no descarta una vía unilateral para alcanzar la independencia, pero insiste en que se debería poder llegar a un acuerdo y pactar un referéndum como en el Reino Unido con Escocia.
Torra señala que cada una de las entidades soberanistas defiende la causa como sabe y desea, y que los CDR cumplen esa “acción política” a su manera. Admite que en su propia familia hay miembros de los CDR, que la pasada semana han reprochado a los partidos independentistas, a ERC y al PDeCAT, que no hagan “efectiva” la república, como habían prometido.
Foros multilaterales
Lo que propone Torra es aprovechar “el momento”, que podría coincidir con las elecciones municipales para conseguir que la Unión Europea se interesara realmente por el “problema” y se pudiera llegar a esa convocatoria del referéndum. Pese a “valorar” el cambio en el Ejecutivo español, con un actitud más abierta por parte de Pedro Sánchez, Torra insiste en que la Generalitat no estará presente en foros multilaterales como el Consejo de Política Fiscal y Financiera, “porque no se decide nada”, y que lo idóneo son las reuniones de carácter bilateral.
Pero ante las críticas de la CUP, y de entidades como la ANC, que insisten en que el 1 de octubre se produjo un “mandato democrático” para hacer efectiva la república, Torra lamenta que se le acuse de “autonomista”. “Yo no hago ese discurso, tengo muy claro cuál es mi mandato y en ningún caso pienso decepcionar a los votantes y a la Cámara que me dio su confianza”, asegura.
El alcalde de Barcelona
La clave de todo, para Torra, debe ser la elección de un nuevo alcalde de Barcelona. El objetivo número uno del presidente catalán es que Barcelona cuente con un alcalde independentista. Y esa batalla será crucial para la suerte del movimiento independentista, un campo en el que todos se están moviendo, con la candidatura del exprimer ministro francés, Manuel Valls a punto de anunciarse, dentro del campo constitucionalista.
Sólo participaría en una reforma constitucional si hubiera “garantías” de que se puede incluir el derecho de autodeterminación. Ese es el propósito de Torra, que ahora sí se siente presidente de la Generalitat, pero cuyo máximo deseo es “recibir al presidente Carles Puigdemont” en el Palau de la Generalitat, para que sea él quien tome el mando.