Algunas cosas se mueven dentro del PDeCAT, de la refundada Convergència. Se trata de militantes que han dejado el partido, pero no porque desconfíen de él, sino porque no desean que se integre en la Crida Nacional, el movimiento que impulsa Carles Puigdemont. En la formación no ofrecen todavía datos concluyentes, porque todo fluye en estos momentos con gran incertidumbre, pero algunos nombres como el de Oriol Vidal-Barraquer han querido explicar lo que ocurre. Su posición la comparte en buena medida la dirección del PDeCAT que ha quedado descabezada, tras la salida de Marta Pascal, pero también en el grupo parlamentario en Madrid.
La necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, de esperar para ver qué pasará con la Crida, obliga a todos a ser prudentes, pero se comparte la definición de Vidal-Barraquer: “A mí la Crida Nacional se me plantea como un movimiento populista, alrededor de un liderazgo inequívoco y mesiánico de Puigdemont y de la autoridad moral de los presos, con un discurso de un nacionalismo fuerte con grandes arengas, pero sin ningún proyecto de país”. El comentario de Vidal-Barraquer ha sido aplaudido en el interior del partido a la espera de las reacciones.
Amenazas y chantaje emocional
Oriol Vidal-Barraquer trabaja en el sector privado, como consultor, y ha sido militante de Convergència y del PDeCAT en los últimos diez años. Es amigo personal de Sergi Miquel, proveniente, como él de la JNC, las juventudes de Convergència, y ahora diputado en el grupo del PDeCAT en el Congreso. Fue miembro del comité ejecutivo nacional de la JNC, y ahora desea hablar con claridad, mostrando lo que una buena parte del partido piensa, pero no se atreve a verbalizar. "La semana pasada decidí poner fin a diez años de militancia en Convergència primero, y al PDeCAT después. Lo he hecho porque la disolución del partido dentro de la Crida Nacional lo aleja de mis ideas".
La tesis es que se ha llegado hasta la constitución de la Crida por un proceso de renuncia ideológica constante. “La anunciada disolución del espacio heredero de Convergència al nuevo movimiento ‘transversal’ es el sumun de un proceso de renuncia ideológica que comenzó con la llamada del presidente Mas para configurar Junts pel Sí”. Y, por tanto, “a favor de ese supuesto partido atrapatodo lo que hemos hecho es renunciar a marcar perfil frente al discurso independentista, aceptando siempre las premisas de los partidos de centro-izquierda”.
En las conversaciones privadas con dirigentes del mundo independentista aparece siempre la misma reflexión, la que ahora señala Oriol Vidal-Barraquer en contacto con Crónica Global, y como él mismo ha difundido en redes sociales: “El éxito del golpe de Puigdemont al PDeCAT se explica por tres factores: el convencimiento, la amenaza y el chantaje emocional”.
El poder de los presos
Eso implica, en el primer caso, que, efectivamente, hay convencidos. “Son perfiles para los que la única razón de ser en política es la independencia de Cataluña”. Pero también se explica ese éxito, que ha secuestrado a todo el independentismo, por las amenazas y el chantaje emocional. Y el exdirigente de CDC y de la JNC se explica: “Amenaza porque el presidente tiene capacidad de enviarlo todo a paseo, activando a los convencidos y haciendo peligrar alcaldías, cargos y proyectos en los cuadros del partido. La amenaza puede ser elegante o no serlo. Y Puigdemont no ha sido especialmente elegante”.
En el caso del chantaje, se trata de un chantaje emocional “porque ¡cualquiera se atreve a contra-argumentar o votar en contra de enmiendas y de ideas que llegan desde Lledoners! (la cárcel donde se encuentran los políticos presos). A mí, la verdad es que el uso que se hizo del sufrimiento de los presos políticos en la asamblea (del PDeCAT) me afectó el estómago”.
Jugar de farol
Pero el elemento clave para Vidal-Barraquer, que comparte buena parte de esos cuadros del partido, es que todo el proceso ha resultado un “engaño”, basándose en lo que han manifestado los propios protagonistas como la exconsejera Clara Ponsatí. “Todo me lleva a otro elemento clave para salir corriendo: las mentiras y los engaños descarados. Todo después del último trimestre de 2017, donde nos descubrieron el farol (Ponsatí dixit)”.
Es decir, que, incluso para los que pudieran creer que vale la pena un proceso hacia la independencia, con los actuales dirigentes, con Puigdemont al frente, el engaño continuaría: “Que en la política se cuentan mentiras, ya lo sabemos todos. Ahora, que tu manifiesto fundacional gire alrededor de un proyecto que sabes que no tiene ni la fuerza, ni la intención de llevarlo a cabo, es delirante”. Lo que explica el exdirigente convergente es que el independentismo ha cambiado ahora los objetivos, y ha pasado “de estar contento porque se declara la República a decir que todo va como estaba previsto, porque Puigdemont no entrará en prisión”.
Quitarle votos a ERC
¿Para qué servirá, entonces, la Crida Nacional de Puigdemont? Vidal-Barraquer lo tiene claro: “Un movimiento pensado para restar votos a Esquerra Republicana, y de los miembros de la asamblea engañando sobre sus intenciones reales y sin ninguna vocación de convencer a nadie que no esté ya convencido de las bondades de la independencia. Y a mí esto ya no me interesa”.
Todas esas reflexiones, que comparten otros miembros de la dirección del PDeCAT, deben servir para que se anime ese espíritu crítico y se pueda organizar algo alternativo. Es la posición de Vidal-Barraquer. “Tenemos suerte que dentro del PDeCAT y la Crida queda gente muy buena y gente que puede que sean capaces de reconducir la situación”. Esa es la esperanza que mantienen.