La política catalana es interesante. Pasan cosas que ocurren en otros lugares y es, por tanto, como un pequeño laboratorio de muchos fenómenos: el populismo, el nacionalismo, la pasión por las lenguas, la preocupación por la gestión de la globalización… Pero hay cuestiones singulares. Y una de ellas es muy reciente: la decapitación política de una dirigente, de Marta Pascal. No ha habido apenas reacciones, no pasa nada. Es como si nunca hubiera existido Marta Pascal. Los partidos aparecen y desaparecen en Cataluña, se constituyen movimientos con una gran facilidad y a seguir jugando, a seguir practicando el rugby, ese deporte de las islas británicas que tiene una máxima: patada a seguir.

Pero a Marta Pascal, al margen de su juventud y de la idea de que nada está escrito y todo puede cambiar --aunque no sea a corto plazo--, hay que reconocerle un gran mérito y es que ha intentado independizar a su partido, el PDeCAT, de los dominios de Carles Puigdemont. Y, con ello, ha logrado un cambio que beneficia al conjunto, porque ha permitido abrir el juego sin que ello tenga nada que ver con un castigo o con un menosprecio al Partido Popular.

Moción de censura

Lo que ha permitido Pascal es que la moción de censura contra Mariano Rajoy tuviera éxito. Porque su determinación, sabiendo que Esquerra Republicana lo tenía claro, fue clave para que la presión se trasladara al PNV, que acabó ofreciendo el sí al entender que con ello se ganaba tiempo, y no se convocarían elecciones de inmediato, como pretendía Ciudadanos, dispuesto el partido de Albert Rivera a presentar una moción de censura, para ir a las urnas al instante siguiente, que iba a apoyar Podemos.

Pascal ha abierto el juego en España en contra de la pretensión de Puigdemont, a quien ya le iba bien tener a Rajoy delante para mantener la tensión y seguir como dueño y señor del independentismo.

La coordinadora del PDeCAT logró que su partido tuviera margen de maniobra en el Congreso, junto con Jordi Xuclà y Carles Campuzano. Fue una declaración de independencia.

Derribada

Ahora las cosas han cambiado. Pascal fue derribada con obuses y aviones de caza. Y no sólo en las semanas previas a la asamblea del PDeCAT. Los obstáculos han sido constantes. Y de ello han sido responsables muchos otros dirigentes, entre ellos Artur Mas. También lo pasará mal Jordi Xuclà, porque las órdenes son menos sofisticadas: toca mostrar aspereza, distancia, como la mostrada ese viernes en la votación en el Congreso sobre el techo de déficit. El partido se abstuvo. No conviene que Pedro Sánchez tenga juego. Sería provocar un acercamiento para conseguir acuerdos y eso ahora no se desea. Puigdemont quiere mantener la tensión, incrementarla para que él mismo, que regresa este sábado a Waterloo (Bruselas) con una gran fiesta independentista, no salga fuera del foco.

Y llega Míriam Nogueras. Si Pascal es licenciada en Ciencias Políticas y de la Administración por la Pompeu Fabra, con premio Extraordinario de Final de Carrera, licenciada en Historia por la UB, ha ampliado su formación con diversos cursos sobre liderazgo en Estados Unidos, y en gestión pública en el IESE, y en ESADE, con experiencia como diputada en el Parlament, Nogueras ha trabajado en la empresa textil de su padre, impulsó otro proyecto empresarial y fue concejal en Cardedeu durante dos años entre 2015 y 2017. Diputada en el Congreso desde 2016, impulsada por Francesc Homs, después de verla actuar en diversos programas políticos de televisión. Nogueras se presenta como seguidora de Puigdemont, como una fan del expresidente, independentista convencida, dispuesta a luchar por la revolución. Perfecto. Es válida. Será la coordinadora de los diputados y senadores del PDeCAT en Madrid y es ya la vicepresidenta del PDeCAT. Bienvenidos a los nuevos tiempos de la política en Cataluña: es el peronismo encarnado en Puigdemont.

Sin política

El caso Nogueras ilustra lo que ocurre en Cataluña. No se quiere hacer política. No se desea avanzar. No se permite la apertura y la independencia de los dirigentes que buscan un cambio.

Los militantes del PDeCAT son los que mandan, los alcaldes y cuadros medios. ¿Es lo que realmente anhelan? ¿Mantener el choque?

Pascal, que quiso independizar al PDeCAT, ya no está. Nadie dice que no cometiera errores. Pero buscó alguna salida. Y llega Nogueras. Es lo que presenta en estos momentos el independentismo de un partido que, según Artur Mas, iba a constituir el “gobierno de los mejores”.