Carles Puigdemont está sólo contra el mundo, pero asegura que esa situación se revertirá. Desde Berlín, y con las maletas ya preparadas para regresar a Waterloo, en Bélgica, donde será recibido este sábado por medio gobierno catalán, que le prepara una fiesta de homenaje, Puigdemont ha sido claro: “No tenemos ningún apoyo de ningún estado, pero sí tenemos el apoyo de los ciudadanos europeos, que nos siguen y entienden nuestra causa”.
Rodeado de sus abogados, con medios internacionales, en una conferencia de prensa, Puigdemont ha insistido en que Cataluña debe poder celebrar un referéndum de autodeterminación, y que le gustaría que fuera acordado, como ocurrió en Escocia. “Ese ha sido siempre el primer objetivo, y no renunciaremos a un referéndum”, ha señalado. Su idea es que todo el esfuerzo del mundo independentista debe centrarse en ese fin.
Autodeterminación
Pero Puigdemont ha entrado en esa cuestión, tras ser preguntado por ello. “No hay apoyos por parte de los estados”. Esa situación cambiará, a su juicio, si se mantiene la presión para reivindicar el derecho de autodeterminación. “Cataluña apoyará el derecho de los pueblos a la autodeterminación”, ha asegurado, sin tener en cuenta, ignorándolo, el hecho de que Naciones Unidas ha desarrollado toda una serie de principios en los que ese derecho se puede aplicar. Y no es el caso de Cataluña.
El expresidente, dueño y señor de una buena parte del mundo independentista, salvo ERC y la CUP, ha reivindicado su movimiento, la Crida Nacional per la República, que ya cuenta con 40.000 adheridos, “más que el resto de partidos independentistas juntos”, ha reiterado.
Sin responsabilidad en Madrid
Sin embargo, se ha desmarcado de lo que pueda hacer el grupo parlamentario del PDeCAT en Madrid, al señalar que no es de su competencia, a pesar de que la diputada Míriam Nogueras se otorga el mando, derivado, precisamente, de su elección de vicepresidenta del partido, por la presión de Puigdemont, que descabalgó a Marta Pascal.
Ahora, en las próximas semanas, Puigdemont irá desarrollando el llamado “consejo de la república”, desde Bruselas, que condicionará toda la acción del Govern de la Generalitat, y de su ‘encargado’ Quim Torra.