El cónsul honorífico en Cataluña de los Países Bajos, Dirk Kremer, ha dejado al presidente catalán, Quim Torra, con la palabra en la boca. El diplomático, muy crítico con el procés, se ha marchado del salón Sant Jordi de la Generalitat mientras la máxima autoridad catalana pronunciaba un discurso con dureza contra la "represión" del Estado en la comunidad autónoma.
El incidente ha ocurrido en el encuentro que han mantenido Torra y el cuerpo consular de Cataluña, compuesto por más de 90 diplomáticos, y en el que el presidente catalán ha afirmado que la democracia está en peligro en Cataluña. "Nueve demócratas honorables y pacíficos están encerrados en la cárcel. También vivimos una persecución de los derechos y las libertades", ha añadido.
Seis meses tarde
Kremer ha sido el único que ha abandonado el acto, mientras los demás han aguantado en el salón hasta el final del discurso. Por su parte, el representante británico no se ha mojado ni a favor ni en contra del procés. Tras el mitin, el conseller de Acción Exterior, Ernest Maragall, ha compartido un tentempié con los cónsules.
Este se trata de un acto en el Palau de la Generalitat de carácter anual que habitualmente se celebra a principios de año pero que ha tenido lugar en julio porque antes la Generalitat estaba intervenida por la aplicación del artículo 155 de la Constitución.
Morenés le paró los pies en Washington
Cabe recordar que el de este martes no es el único incidente diplomático que Torra ha tenido en su corta trayectoria como presidente catalán. En junio, tuvo un encontronazo con el embajador español en Washington, Pedro Morenés, quien le paró los pies ante el discurso que estaba pronunciando y en el que se refería, entre otros términos, a "presos políticos".
"Permítanme que rectifique con hechos", respondió Morenés. El diplomático habló de la situación "privilegiada" que vive Cataluña en España y mencionó, entre otros factores, la cooficialidad del catalán, la inmersión lingüística y el alto nivel de autogobierno que tiene como comunidad autónoma. Y "no hay presos políticos en España", defendió, sino políticos que, "a pesar de todas las advertencias y sus propios servicios legales", decidieron "violar la ley".