Ahora va en serio. Una vez que Carles Puigdemont ya no tiene sobre su persona la carga de la euroorden, y podrá viajar por el mundo, excepto su entrada en España, el independentismo hará de Waterloo su capital. Y este sábado organizará una fiesta de homenaje al expresidente, aunque también se tratará del inicio de un nuevo ciclo reivindicativo. Buena parte del gobierno catalán se desplazará a Bélgica para manifestar su apoyo a Puigdemont y su entrega al dictado del expresidente.
Puigdemont ya tenía esa residencia, antes de ser detenido en Alemania, en el land de Schleswig-Holstein, cuando regresaba a Bélgica desde Finlandia. Ahora, sin tener ya ninguna obligación con la justicia alemana, volverá a Bruselas, a Waterloo, que será la sede del llamado consejo de la república.
Los 'duros' de Puigdemont
En Waterloo ya le esperarán el presidente Quim Torra, y la consejera de Presidencia, Elsa Artadi, junto con otros diputados de Junts per Catalunya. También tienen prevista su asistencia los consejeros Damià Calvet, Jordi Puigneró, Laura Borràs, Miquel Buch y Àngels Chacón. Ya en Bruselas siguen “exiliados” los exconsejeros Toni Comín, Lluís Puig y Meritxell Serret, que ejerce de delegada del Ejecutivo catalán en Bruselas.
Todos los consejeros que se desplazan forman parte del núcleo duro de Puigdemont, y que han impulsado el movimiento-partido Crida Nacional per la República. Son los ‘duros’ que tratarán ahora de presionar a Esquerra Republicana para que caigan en lo que se consideran contradicciones del independentismo.
Pistoletazo de salida
Ese acto, festivo y político, será el pistoletazo de salida una serie de movilizaciones a lo largo del verano y del otoño, con la idea de forzar unas nuevas elecciones en función del inicio del juicio a los políticos presos.
Puigdemont ha dado la orden: todos a Waterloo, la sede del gobierno catalán en la práctica, aunque el real esté en Barcelona.