Los planes en los cuarteles de los partidos políticos sirven para poca cosa. Hay que tenerlos, pero siempre surgen imponderables. En el PP se han mojado todos, no hay ninguna cosa sólida a la que agarrarse, pero todavía se pueden salvar los muebles. Es lo que piensan los dirigentes del PP que más han confiado en Soraya Sáenz de Santamaría. Y, entre ellos, el hombre de Santa Pola, Mariano Rajoy, que nunca se ha ido, pero que no quería ser decisivo. Ahora, visto cómo ha evolucionado la bronca interna, el expresidente se perfila como el misil de la exvicepresidenta del Gobierno para poder ganar frente a Pablo Casado en el congreso del PP de este próximo fin de semana.
Mariano Rajoy intervendrá en el XIX congreso del PP, que se celebrará el 20 y 21 de julio. En la primera jornada, los 3.082 compromisarios con derecho a voto escucharán el discurso del expresidente, que se considera “clave y determinante para la suerte final, y que puede provocar cambios de voto de última hora”, señalan fuentes del partido.
El PP no es sólo Madrid
Sin quererlo, porque se consideraba que no iba a ser necesario esforzarse hasta el último minuto, Rajoy podría dar salida a una sucesión encubierta en la figura de Sáenz de Santamaría, su colaboradora más estrecha en el Gobierno en todos sus años al frente de la Moncloa. Primero se entendió que no sería necesario emplearse, porque se confiaba en la figura de Alberto Nuñez Feijóo.
Posteriormente, ya con la negativa de Feijóo, los fieles de Rajoy consideraron que no habría color en una especie de duelo entre Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, pero apareció Pablo Casado, con brío y con apoyos en el entorno del expresidente José María Aznar, con un peso enorme en Madrid, en ese entorno político y económico que se toma como el todo por ser la capital de España, pero que lleva a equívocos en muchas ocasiones.
El discurso de Rajoy
Ahora, en la recta final, a pocos días del congreso, se gira la cabeza hacia Rajoy. El registrador de la propiedad prepara su discurso. Podría optar por no decir apenas nada, o por un mensaje fuerte, cargado de significado para los compromisarios, unos dirigentes que son mucho más que la representación de los votantes del partido: cuadros medios, cargos en las instituciones, alfiles que tendrán muy en cuenta quién les puede proporcionar seguridad, quién les puede garantizar la continuidad en el partido.
Y ahí Sáenz de Santamaría está ganando enteros. Será clave si Rajoy se decanta por ella, aunque sea a través de mensajes crípticos o velados, o mensajes, sencillamente, en el lenguaje de Rajoy, que todos en el PP saben interpretar.
Rearme moral
Por eso, el apoyo que este lunes le ofreció María Dolores de Cospedal a Pablo Casado es importante, pero todavía no es determinante, según las fuentes consultadas. Lo que se dirime es un viejo debate, silenciado por los años de gobierno, entre una especie de "rearme moral", con la sombra alargada de Aznar, o la gestión de los altos funcionarios del Estado, capaces de que la máquina España siga funcionando, sin grandes proyectos ideológicos.
Lo peor para el PP es que no habrá un ganador netamente claro. Quien se haga con el liderazgo del partido se encontrará una organización dividida y en la oposición, y con adversarios que desearán ocupar rápidamente su espacio electoral, como Ciudadanos, que, bajo el liderazgo de Albert Rivera, y al margen de su actual desorientación, correrá para ser el centro-derecha español.
Sin embargo, y aunque se diera hace unos días por descartada, la opción de Sáenz de Santamaría surge con fuerza como aglutinadora de todo el PP, frente a "los oportunistas" de Ciudadanos.