Ganar, ganar y ganar, decía el exseleccionador de España, Luis Aragonés. Si en la recta final, en un partido de fútbol que va empatado, uno de los dos equipos cree que tiene grandes opciones para alcanzar la victoria, si ve debilidad en el contrario, irá a ganar con todos los delanteros en el área rival. Sin más complejidades, Adolf Tobeña, catedrático de psiquiatría en la UAB, entiende que eso ha ocurrido en Cataluña con el procés soberanista. La posibilidad de ganar, de “tocar con los dedos”, como el propio movimiento soberanista admitía en el momento culminante, en el otoño de 2017, ha llevado a cientos de miles de catalanes a los brazos del independentismo. ¿Pero qué pasa si la victoria se vislumbra en el otro campo?
Eso se dirimió este miércoles en Santander, con un debate entre diferentes analistas, en el marco del seminario Anatomía del Procés, organizado por la Fundación Joan Boscà, en la UIMP. En la conversación participó el director adjunto de Crónica Global Manel Manchón, junto al periodista de El Mundo, Rafael Latorre, el propio Tobeña y con la conducción del profesor de Ciencia Política de la Universidad de Málaga, Manuel Arias Maldonado.
Cambio de mayoría
Como pregunta de fondo, de toda la discusión, y de buena parte del seminario en la UIMP, se formuló el cómo, la vía para poder ganar al independentismo, o la utilización de fórmulas que permitan alguna solución. Tobeña insistió. Autor del libro La pasión secesionista, Tobeña consideró que el movimiento independentista creyó que podía ganar, en un momento de debilidad del Estado, y que puso la quinta marcha para aprovechar la ocasión, sin tener mucho en cuenta si acertaba o no, si tenía o no la mayoría social necesaria.
Por la misma razón, y utilizando los datos de diversos trabajos académicos y de las encuestas, con el análisis de las identidades, Tobeña considera que “hay unas 150.000 personas, castellanohablantes en su mayoría, que apostaron por el movimiento porque pensaron en el futuro, en que podía ser bueno para su futuro y el de sus hijos. Pero si ven que ya no ganan, que puede haber otro proyecto, o que así no se puede seguir, girarán hacia otra dirección sin ningún problema, --y el independentismo quedará lejos de la mayoría social--, incluso algunos que ahora se consideran convencidos. Por eso, yo no veo que pueda existir un problema de frustración. Los supuestos frustrados se adaptarán a otra situación”.
Ganar en las urnas
Esa es una apuesta, una posible línea de trabajo. La otra es la que apuntó Manel Manchón, al señalar que al independentismo “se le gana o no en las urnas”, y que para ello habrá que plantear proyectos distintos o estrategias electorales diferentes. “Lo que hemos visto es que, hasta ahora, aunque el independentismo no haya tenido mayorías suficientes para sus objetivos, las fuerzas independentistas ganan en las urnas. Cualquier otra cosa no podrá revertir la situación, sin descuidar proyectos a largo plazo, que exigen esfuerzos, recursos y estrategia para ofrecer algo distinto al nacionalismo, y que debe pasar, eso sin duda, por combatir a los clérigos del procés, a los que viven de la construcción del relato nacional que sirve al independentismo".
Latorre, autor de reportajes sobre cómo ha ido evolucionando la sociedad catalana, mantuvo que el problema central es la “impermeabilidad” de buena parte del independentismo, que no reacciona o no quiere reaccionar. “Lo que he visto es que muchas personas se encierran en sí mismas, que se refugian en lo que creen, vaya o no en consonancia con la realidad, y a pesar de lo que digan sus referentes políticos”, en referencia a declaraciones como las de la exconsejera Clara Ponsatí.
Contra los 'merengues'
Y ahí de nuevo surge la incógnita. ¿Por qué sucede eso? El psiquiatra entró, de nuevo, en el debate. “Porque todo está en función de la victoria, porque delante está el Real Madrid, porque se ha planteado como un partido contra los merengues y se ve la posibilidad de ganar, y ante eso se sacrifican cosas y la autocrítica se deja para otra ocasión”. ¿Seguro?
Los asistentes al debate preguntaron sobre la lengua, como señal de identidad, sobre cómo los expertos ayudaron al movimiento independentista, cuando, desde el punto de vista estrictamente “técnico”, como apuntó la jurista Elisa de la Nuez, no se sostenía. Y sobre las subvenciones que reciben muchos medios independentistas, por parte de la Generalitat.
¿Y el Estado?
En ese momento se planteó una discusión intensa, relacionada, de nuevo, sobre cómo puede jugar cada equipo. “Si ellos lo han hecho, si han ayudado a expertos, si han buscado la complicidad de todas las celebridades en distintos campos, ¿por qué el Estado no ha hecho lo mismo?”, preguntó Tobeña. Latorre rechazó que el Estado pudiera hacer tal cosa, con recursos públicos, mientras que Manchón, de acuerdo con Latorre, sí apuntó que el Estado ha podido hacer más, con atención a los discursos en los medios, y, principalmente, “con más información sobre cómo funciona la sociedad catalana, con muchas personas relacionadas con distintas asociaciones, con complicidades y códigos propios, capaces de esconder urnas en sus casas”.
Los factores son diversos. Para ganar al independentismo hace falta proyecto, estrategia, oferta propia y ganas, ganas de victoria, de tener a la mayor parte de la sociedad catalana detrás. ¿Quién recoge el guante? En el ámbito del análisis, de los expertos, en el mundo académico, hay algunas respuestas, como se mostró en el marco de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, en un día de verano nublado en el norte de España.