El académico Arturo Pérez-Reverte ha denunciado los ataques de una parte de la izquierda y del feminismo “demagógico” contra el uso correcto de lengua española con el argumento de que “las reglas ortográficas son un recurso elitista para mantener al pueblo a distancia, llamarlo inculto y situarse por encima de él”.
En un contundente artículo publicado en XL Semanal, titulado Ahora le toca a la lengua española, el escritor alerta de la “gravedad” de este planteamiento”, un fenómeno que ha tildado de “estupidez”, “inquietante” y “muy peligroso”.
Las normas ortográficas y gramaticales, ¿reaccionarias?
Pérez-Reverte advierte de que en algunos medios y en las redes sociales “empieza a identificarse el correcto uso de la lengua española con un pensamiento reaccionario; con una ideología próxima a lo que aquí llamamos derecha”. En cambio, “cada vez más, se alaba la incorrección ortográfica y gramatical como actividad libre, progresista, supuestamente propia de la izquierda”.
Para el periodista, se trata de una idea “perversa”, que propone que escribir y expresarse mal es un “acto insumiso” ante unas reglas ortográficas o gramaticales que, por el simple hecho de ser reglas, “sólo pueden ser defendidas por el inmovilismo reaccionario para salvaguardar sus privilegios”.
“Feminismo demagógico”
El académico lamenta que desde determinados sectores políticos se califique a la autoridad lingüística de “derechista” o “fascista” por no ajustarse a sus intereses particulares.
Y en ese ámbito incluye al “sector más irresponsable o demagógico del feminismo militante” o “folklórico”, que tacha de “machistas” a los que no se pliegan a sus “disparates” y defienden la lengua española, sus reglas ortográficas y gramaticales, sus diccionarios y su uso correcto.
Maestros, medios y la RAE, culpables
Pérez-Reverte se sorprende de que estos sectores conviertan “la mala redacción y la mala expresión en argumentos de lucha contra el encorsetamiento reaccionario de una casta intelectual” que, por el hecho de respetar las reglas del idioma, consideran que está en contra de “la libertad del pueblo”. “En conclusión, todo buen y honrado antifascista debe escribir y hablar como le salga de los cojones. O de los ovarios”, añade irónicamente.
Finalmente, el escritor apunta a varios culpables de esta situación: la dejadez e incompetencia de numerosos maestros; los medios de comunicación (especialmente la televisión), y la propia Real Academia Española (RAE), de la que es miembro. A esta última la acusa de actuar con “timorata pasividad” frente a estos ataques y de incurrir en el “abandono” de las “responsabilidades y competencias” que tiene en el cuidado del uso correcto de la lengua. Una institución que califica de “acomplejada, indecisa y cobarde”.