Los cuadros y dirigentes del PDeCAT comienzan a respirar. En las últimas horas, la dirección del partido, que encabeza Marta Pascal, junto con David Bonvehí, se ha revuelto contra las figuras de Junts per Catalunya y ha recibido numerosos apoyos tras sus críticas frontales. El pulso se mantiene, y tendrá su culminación en el congreso del PDeCAT del próximo 20 de julio, pero algunas cuestiones han comenzado a tomar forma: la decisión del PDeCAT de presentarse en las elecciones municipales bajo el nombre de Junts per Catalunya no es una sumisión a un proyecto nuevo, sino que representa el control de una marca con el objetivo de recuperar un espacio central en la política catalana. Esa decisión ha provocado el enojo y el rechazo de figuras como el historiador y referente del independentismo Agustí Colomines, la diputada Aurora Madaula o el vicepresidente del Parlament Josep Costa, que han difundido en las redes sociales que rechazan la operación con el lema “no en mi nombre”.
¿Qué está en juego? Esos nombres, independientes, a los que se suman otros, como Eduard Pujol, o la portavoz del Govern, Elsa Artadi, apostaron por Carles Puigdemont, que los incluyó en la lista de Junts per Catalunya, para competir contra ERC, en las elecciones del 21D. El PDeCAT formó parte de ese proyecto, desde una posición marginal, porque todo pasaba a depender de Puigdemont.
Momento clave
Basándose en esa ascendencia, en la necesidad de crear un movimiento transversal, nítidamente independentista, esos hombres y mujeres de Junts per Catalunya consideraron que podían dejar atrás, definitivamente, al PDeCAT o, mejor dicho, a “los herederos de Convergència Democràtica”. Pero el control financiero –aunque el bloqueo se mantiene en el seno del grupo parlamentario— y la marca era del PDeCAT. Como partido, con numerosos alcaldes, cargos en las diputaciones, y representantes en la sociedad civil, el PDeCAT ha ido revirtiendo esa situación, con un momento clave: la votación a favor de la moción de censura de Pedro Sánchez, en contra de la voluntad de esas figuras de Junts per Catalunya de abstenerse.
Marta Pascal, junto a Carles Campuzano o Jordi Xuclà, los hombres del partido en el Congreso, y otros nombres, como Mercè Conesa, ahora presidenta del Puerto de Barcelona, y ex presidenta de la Diputación de Barcelona, ha ido recuperando terreno. Y ha buscado, de hecho, la complicidad de sus críticos al encargarles ponencias y responsabilidades para ese congreso, como es el caso de Miquel Buch, consejero de Interior, y que lidera el sector contrario a Pascal.
El congreso de la refundación
“Tenemos más fuerza que antes, afrontamos el congreso de otra manera”, explican fuentes del partido. En realidad, se reproduce el esquema del congreso que dio origen al PDeCAT, como refundación del Convergència. Y es que, junto a esos críticos independientes, que habían apostado por Junts per Catalunya como un proyecto nuevo y propio, figuran los dirigentes que perdieron el congreso frente a Pascal, como Jordi Cuminal y el propio Roger Buch, bajo la sombra del exconsejero Francesc Homs, que, tras ser inhabilitado por el 9N de 2014, ya ha cumplido el plazo para volver a la política activa.
Lo que se dirime, como en otras ocasiones, es una lucha por el liderazgo, trufada de una diferencia política de fondo. Si Pascal y su equipo querría recuperar el espacio político, con más peso ideológico, sin renunciar al soberanismo, los críticos creen que se debe apostar por un movimiento transversal que quiera ya “ejercer la república”.
¿Quién habla en nombre de quién?
Todo podría acelerarse o cambiar en función de la suerte de Puigdemont. Pese a las diferencias, la dirección del PDeCAT no quiere ni puede ir en contra del expresidente, que espera su posible extradición desde Alemania o el fracaso total de la estrategia del juez Pablo Llarena. Sin embargo, la dirección del PDeCAT ha blindado esa decisión, la de presentarse en las municipales con la marca Junts per Catalunya, desde el control, con el propio Puigdemont.
Lo que explican ahora las mismas fuentes nacionalistas es que esas “figuras” de Junts per Catalunya han actuado más en solitario que como supuestos representantes de Puigdemont. La guerra, en las próximas semanas, se intensificará.