Pocas acciones. Cierta tranquilidad. El PSC quiere enfriar un posible acercamiento con el independentismo. La distancia es grande y el Gobierno de Pedro Sánchez no puede emprender grandes iniciativas. Sólo las justas, como esa apuesta de la ministra de Administraciones Públicas, Meritxell Batet, sobre una reforma de la Constitución, que debería ser “urgente y viable”. Pero no ahora. No hay mayorías y los socialistas catalanes, y también el PSOE, han aprendido una lección: no dejar al PP fuera de los consensos, ni tampoco a Ciudadanos. Poco a poco.
El primer secretario del PSC, Miquel Iceta, no es un dirigente dado a los excesos ni desea generar expectativas que no se puedan cumplir. En eso, curiosamente, podría coincidir con el expresidente Carles Puigdemont, quien dijo que Sánchez es un presidente que ha provocado “expectativas por encima de sus posibilidades”.
A la espera de Torra
Lo que ocurre es que, para Iceta, el problema está en el campo de los independentistas. Fuentes socialistas indican que no se podrá hacer nada si, previamente, el independentismo no da un paso, acepta que debe entrar en la senda de la legalidad, que debe dialogar y negociar sobre lo que pueda ser posible. Y eso pasa por rehacer el consenso sobre el Estatut de 2006, recuperando parte de lo que la sentencia del Constitucional dejó en el camino, o buscando, a medio plazo, cómo conseguir que los catalanes puedan volver a votar y legitimar ese Estatut u otro alternativo. El PSC ha visto bien, por ejemplo, que el Gobierno español no prorrogara el control financiero de la Generalitat, pero tampoco ha saltado de alegría. Todo a su debido tiempo. Y siempre que el independentismo adopte pasos que muestren una necesaria rectificación.
No se trata de ceñirse sólo a lo que haga el Govern de Quim Torra, asumiendo una retórica que sigue defendiendo “el mandato democrático del 1-O”. Se quiere que Torra tome la iniciativa, que siga a Esquerra Republicana, y que se apueste por superar los errores del último año, dejando sin espacio a entidades como la ANC que están pidiendo un boicot a las empresas que no compartan los principios independentistas.
Políticos presos
En eso está Iceta, que contará con una dirigente que tiene muy claro ese camino, como es Teresa Cunillera, nueva delegada del Gobierno en Cataluña. Por encima de todo, pero no por el clásico “sucursalismo” --el sambenito que el nacionalismo siempre le ha puesto al PSC en relación al PSOE—, lo que quiere el socialismo catalán es no perjudicar el proyecto de Pedro Sánchez que ha levantado una enorme corriente favorable en toda España, como una alternativa de país, como representante de una España volcada en el trabajo, solidaria, femenina y con un anclaje en las instituciones europeas.
¿En qué campo sí se puede avanzar? Sin duda, el PSC quiere que se logren medidas favorables a los políticos presos, con el acercamiento a cárceles catalanas, en el momento en que el Ministerio del Interior acabe asumiendo el caso, después de emplazar al juez Pablo Llarena a que se pronuncie. Pero las mismas fuentes consultadas consideran que “poco más se puede hacer”.
Gobernar, gobernar
El objetivo del PSC es el mismo que el del PSOE: lograr que Pedro Sánchez pueda gobernar en los próximos meses, y plantarse en las elecciones autonómicas y locales con algunas medidas de carácter social que sean incuestionables. Sólo tras otras elecciones generales, con una victoria clara, se podrá buscar un acercamiento real a ese independentismo con una propuesta ambiciosa de reforma constitucional, en la que se deberá contar con un amplio consenso.
De lo que se trata ahora, apuntan las mismas fuentes, es de buscar que el independentismo --es decir, el Govern de la Generalitat— “sepa jugar la pelota”, y entrar en un nuevo ciclo político.
Los detractores
Esquerra desea hacerlo, siempre que se realicen gestos con los políticos presos. También buena parte del PDeCAT, con la dirección de Marta Pascal. Pero hay detractores de ese camino: la ANC, el entorno de Carles Puigdemont, que forma parte de Junts per Catalunya, y algunos representantes del mundo mediático, influyentes, como Pilar Rahola, o el historiador Agustí Colomines.
Los socialistas esperan que todo ese mundo independentista entre en contradicciones, sin precipitarse en nada. Tanto el PP como Ciudadanos vigilan a Sánchez, y lo que no se desea es cometer errores. Restarles argumentos, eso sí, respetando compromisos de inversión y legislativos. Pero nada más. De momento.