Volver con la frente marchita… El Govern de la Generalitat sigue en la retórica, pero ya con menos convencimiento. La voluntad es recuperar el diálogo institucional, y para ello la Generalitat espera negociar, de nuevo, el modelo de financiación autonómica en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Es decir, junto con el resto de autonomías.
La presión de Esquerra Republicana al presidente Quim Torra es cada vez más pronunciada. Torra ha optado por constituir un mecanismo de mayor conexión con el vicepresidente Pere Aragonés, de Esquerra, como ya ocurriera –aunque con resultados descriptibles— entre Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. La cuestión es que Aragonés quiere pisar terreno firme, volver a la realidad, y Torra todavía vuela con algunas máximas del independentismo, como “el mandato democrático del 1-O”, que no conducen a ninguna parte. Eso lo repite Aragonés, pero sabedor que es un discurso con fecha de caducidad.
Bilateral
Es Aragonés, como consejero de Economía, el más interesado en tomar el pulso al Gobierno y explorar todas las posibilidades para incrementar los recursos de la Generalitat. Cuando meses atrás, con Puigdemont al frente, se señalaba la idea de participar en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, la respuesta era contundente: nada de nada, sólo un trato bilateral, y ya se verá. Eso ha cambiado, aunque todavía sea pronto para aterrizar con todas las consecuencias.
Aragonés insistió este jueves en que todo dependerá de la actitud de la nueva ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que era consejera de la Junta de Andalucía, y había reivindicado un mejor trato para su comunidad en sus disputas con Cristóbal Montoro. Ahora tiene la oportunidad de liderar el sistema para todas las autonomías. Y Aragonés espera un primer gesto. En ningún momento el vicepresidente del Govern rechazó formar parte, otra vez, de ese engranaje, porque sabe que sin Cataluña, difícilmente se podrá llegar a un nuevo modelo.
Sánchez, vigilado
La paradoja es que, pese a las quejas de los nacionalistas catalanes, el sistema de financiación autonómica siempre se ha acordado de forma bilateral entre el Gobierno español y el catalán. Una vez llegados a un acuerdo, éste se trasladaba, a través de ese Consejo de Política Fiscal y Financiera, al resto de autonomías.
Pasó con el PSOE, con el PP y de nuevo con el PSOE. Siempre ha sido así. Eso sí, se debe negociar en ese esquema multilateral. Y ahora con mayor razón, porque el Gobierno de Pedro Sánchez se sabe vigilado por Ciudadanos y el PP, y sólo cuenta con 84 diputados en el Congreso.
Jugar o enrocarse
Lo que desea el Govern de la Generalitat es que se cumplan algunos compromisos, de forma previa, como una deuda pendiente de 700 millones de euros sobre la financiación de los Mossos d’Esquadra, según Aragonés, y que se deberían integrar en el esquema de anticipos de la financiación.
Pese a todo, el Govern de Torra ha comenzado a experimentar sus contradicciones internas. O juega o se enroca. Y enrocarse puede ser peor, porque Sánchez no está en condiciones de ofrecer algún dulce sin una correspondencia clara. Y quien quiere jugar es Pere Aragonés, tal y como pide Oriol Junqueras desde prisión, esperando, a su vez, un gesto de Sánchez en forma de acercamiento de los políticos presos a las cárceles catalanas.