Unas pocas victorias, pero significativas. Los autonomistas del PDeCAT, los dirigentes que desean iniciar una nueva etapa, sin mantener la confrontación constante con el Estado, y menos ahora con el Gobierno del socialista Pedro Sánchez, están ganando el pulso a Quim Torra y a Carles Puigdemont. Y, por tanto, a los dirigentes del partido que desean entregarse y adoptar, sin más dilación, el proyecto rupturista de Puigdemont y de sus gurús, como Agustí Colomines.
Esas victorias se han traducido en la propia votación en el Congreso, a favor de la moción de censura de Pedro Sánchez, y en la batalla interna en la Diputación de Barcelona, donde la actual dirección del partido, con Marta Pascal al frente, ha elegido al alcalde de Igualada, Marc Castells, como nuevo presidente de la entidad supramunicipal, en sustitución de Mercè Conesa, que ha asumido la presidencia del Port de Barcelona.
Listas unitaristas
Ahora se trata de abordar el congreso del PDeCAT, que será determinante, previsto para mediados del mes de julio. Pascal cuenta con diversos apoyos, y va ganando complicidades, frente a un grupo de dirigentes que encabeza Joan Ramon Casals, alcalde de Molins de Rei, junto a Miquel Buch, consejero de Interior. En el último consejo nacional, Pascal abrió la puerta para integrar a ese sector crítico, con el ánimo de impedir una lucha abierta por la dirección, que, en realidad, significará mucho más: la sumisión o no del PDeCAT a un proyecto transversal, de corte populista, impulsado por Puigdemont, independentista, de confrontación, que pueda ser un movimiento que impulse listas unitarias soberanistas de cara a las elecciones municipales del próximo año.
Lo que ocurra en el seno del PDeCAT será clave para el propio futuro del Govern de Quim Torra y de Puigdemont. Los dirigentes autonomistas del PDeCAT lo que pretenden es jugar a medio plazo, manteniendo la retórica, pero con la idea de negociar y llegar a acuerdos, y gobernar, tanto en Cataluña, como en Madrid, donde los diputados en el Congreso “se han descongelado” y han comenzado a ser útiles.
Advertencias
El PDeCAT está en la misma longitud de onda que Esquerra, en el sentido de que necesitan dejar la tensión de los últimos años, y diseñar nuevos objetivos, ambiciosos, pero realistas. En ese esquema, Puigdemont es un problema, y también lo es Quim Torra, en la medida que quiera seguir siendo “el presidente custodio”. Y también esos independentistas irreductibles.
La dirección del PDeCAT conoce a sus adversarios. Marta Pascal, David Bonvehí, Neus Munté o la propia Mercè Conesa, presidenta del consejo nacional, conocen las intenciones de Elsa Artadi, Eduard Pujol, Casals, Buch o el mismo Colomines, que no ha dejado de advertir sobre lo que puede suceder: “Junts per Catalunya morirá el día que los independentistas que ayudaron a ganar las elecciones del 21D hagan saber a todo el mundo que los dirigentes actuales o futuros del PDeCAT quieren convertir este grupo parlamentario en la enésima mutación de Convergència”. Y sigue, como explica sin tapujos, en sus tribunas en El Nacional: “Alerta, por tanto, con las maniobras. El PDeCAT es una parte de Junts per Catalunya y si la actual dirección o la que venga después pretende imponerse por encima de la unidad en la diversidad de Junts per Catalunya, quien saldrá perdiendo será el propio PDeCAT”.
La suerte de Sánchez
Todo ello obedece a una guerra encubierta por liderar un espacio electoral que para Colomines, y los hombres de Puigdemont, ya no podrá ser el mismo que ocupaba CDC. Las bases sociales han cambiado, según ese esquema, y el independentismo sería transversal y ya dispuesto a no aceptar ningún acuerdo con el Gobierno central que no pase, como mínimo, por un referéndum de autodeterminación acordado.
Por ello, la suerte del PDeCAT corre en paralelo a la suerte del Govern de Quim Torra, y también a la del Gobierno de Pedro Sánchez, porque sólo podrá llegar a acuerdos si en el otro lado –en Cataluña— hay alguien receptivo a ello.
A falta de unas pocas semanas para ese congreso, Pascal y su equipo, con la ayuda de los diputados del grupo parlamentario en Madrid, van ganando el pulso.