El principal diario liberal de Alemania, Frankfurter Allgemeine, publicó un duro artículo contra la elección de Quim Torra como presidente de la Generalitat. El texto, titulado ¡Fuera con las bestias! y firmado por el periodista Paul Ingendaay, recogía las expresiones vejatorias y racistas del nuevo mandatario catalán cuando era editor. [Leer la versión original aquí].
En Crónica Global nos hicimos eco de la noticia y publicamos las frases más relevantes del artículo traducido en castellano, pero algunos independentistas han acusado al medio de que la noticia "era falsa", ya que el artículo no se podía encontrar en la versión digital del rotativo alemán.
El artículo en cuestión se encontraba en la versión en papel y para los suscritores del medio. Apareció en su página 11 del Frankfurter Allgemeine del 18 de mayo.
Tras la polémica desatada, el medio ha publicado este jueves 24 de mayo la versión online.
Frankfurter Allgemeine Zeitung, Alemania, 18-05-2018. Crónica de PAUL INGENDAAY
Subtítulo: Cómo el nuevo presidente de Cataluña predica el odio
Uno de los mayores éxitos de marketing del separatismo catalán es el aura especial con el que ha logrado envolver su propio programa político. Los que escuchan “Cataluña” piensan en manifestaciones pacíficas, banderas de colores, niños sonrientes. La retórica de los políticos encaja con ello: Una Cataluña independiente será pro-europea, democrática y social, aseguran; una sociedad abierta para todos los que estén dispuestos, digámoslo así, a participar de alguna manera. Este punto no se especifica con mayor detenimiento. ¿Acaso no basta con contemplar esas caras bondadosas y vitorear al mejor futbolista del mundo?
En tiempos de ideales descuidados, apelar a una política del corazón tiene un innegable poder de atracción. Los aficionados a tales promesas tampoco se dejan irritar por las violaciones de la ley con las que el Gobierno autonómico catalán suspendió la Constitución española en otoño del año pasado y emprendió un viaje kamikaze.
Pero ahora las cartas están sobre la mesa. El abogado y ex editor Quim Torra, que acaba de asumir el cargo de presidente de la Generalitat en Barcelona, propaga el racismo, la xenofobia y una ideología nacionalista de la peor calaña. Torra, de cincuenta y cinco años y confidente de Puigdemont, odia a España y el idioma español. Lo ha dicho y escrito muchas veces, por ejemplo en tuits como estos: “Los catalanes votamos y los españoles vienen a vigilarnos. Fuera de aquí de una vez”. O: “Los españoles sólo saben cómo saquear”. O: “Vergüenza es una palabra que los españoles hace siglos que borraron de su diccionario”.
Mientras los representantes de los partidos de la oposición se quedan estupefactos, a los separatistas aparentemente les es suficiente con haber podido colocar a un candidato poco antes de la fecha límite que marca la ley. Pero probablemente incluso a algún que otro defensor de la línea dura del separatismo le habría gustado agazaparse bajo los bancos del Parlamento cuando la jefe de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas, citó hace unos días un inconcebible artículo de Torra: “Ahora miras a tu país (Cataluña) y vuelves a ver hablar a las bestias”, dice ese texto. No hay duda a quién se refiere: a los españoles. “Carroñeros, víboras, hienas”, verdaderas “bestias con forma humana que destilan odio”. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua (catalana)”.
Esas palabras no tenían intención de ser una parodia. “Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. (…) Tienen nombres y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Viven, mueren y se multiplican”. Y entonces llega la referencia de Torra a la actualidad, hace diez años, con un llamamiento al cambio: “¿Cuándo acabarán los ataques de las bestias? ¿Cómo podemos en 2008 aguantar tanta vejación, tanta humillación y tanto desprecio?”.
Para Torra, “nosotros” es el “pueblo” al que no dejan en paz en su “país”, en el que “vivimos ocupados por los españoles desde 1714”, como escribió en un tuit de 2013. Los textos de Torra rezuman algo más que un mero toque de eugenesia y discriminación basada en características raciales (¡habla de “un bache en su cadena de ADN”!). Aludiendo a los fuertes dientes de la ex ministra de Defensa española (y catalana) Carme Chacón, escribió mordazmente sobre “una dentadura al servicio de España”.
La organización SOS Racisme Catalunya ha calificado ahora las declaraciones del nuevo presidente de la Generalitat como “peligrosas, irresponsables e inaceptables”. Entretanto, Torra ha eliminado los tuits incriminatorios. Sus salvajes artículos, sin embargo, permanecerán como un testimonio de su pensamiento. ¿Y su reacción al respecto? “Si alguien se siente insultado, pido disculpas. Insultar no era mi intención”. ¿Perdón? Si tales frases no pretendían ser insultantes, entonces sólo pueden leerse en su sentido verdadero, aún mucho más oscuro: como afirmaciones intencionadas de unos hechos.
También la conjunción “si” es una insolencia, porque significa algo así como: “En realidad, no sé por qué os exasperáis así, pero si insistís en haceros las mimosas, entonces diré que lo siento. Pero sólo porque insistís en ello”.
Para todos los ciudadanos de Cataluña con una identidad dual, y especialmente para la mayoría de los habitantes de Barcelona, es imposible ver en Torra al representante supremo de su región. Porque este predicador catalán del odio ha venido a dividir, no a reconciliar. Una terrible elección.