Aunque Carles Puigdemont tiene la última palabra, todo apunta a una inminente formación de gobierno. De hecho, el reparto de cargos entre Junts per Catalunya y ERC hace tiempo que está hecho. Los republicanos repiten en consejerías sociales como por ejemplo Salud, y asumen otras nuevas en este ámbito, como Educación.

Los republicanos están satisfechos con la gestión realizada en la anterior legislatura, pero quieren apuntalar muy bien el mando en la sanidad pública, sin duda una de las carteras más sensibles de todo gobierno. En los últimos días, un nuevo nombre ha irrumpido en las quinielas. Se trata de Joan Ignasi Elena, exdirigente del PSC y actual líder de Avancem. Elena fue uno de los díscolos del grupo parlamentario socialista que rompió la disciplina de voto en 2014 al apoyar la celebración de una consulta sobre la independencia de Cataluña. Avancem formó parte de las listas de ERC en las elecciones del 21D.

Gestión personalista

Este exalcalde de Vilanova i la Geltrú (Barcelona) fue coordinador del Pacto Nacional por el Referéndum y, según fuentes soberanistas, habría sido elegido por Oriol Junqueras para ser consejero de Salud, cargo que en la anterior legislatura ocupó Toni Comín. Ambos comparten un perfil político y poco técnico –ninguno de los dos es médico--, de ahí que la elección de Elena haya causado sorpresa en determinados sectores de ERC. Sobre todo por su falta de experiencia en un sector tan complejo.

La gestión personalista de Comín, reacio a dejarse aconsejar por los técnicos del departamento, provocó varios incendios en esta consejería. Los republicanos siempre tuvieron claro que querían darse una segunda oportunidad al frente de Salud.

Amortizado

Lo que está claro es que Comín no repetirá. “No se lo ha ganado, su fuga a Bruselas, la fascinación demostrada por Puigdemont y su desobediencia a la cúpula de ERC han provocado una pérdida de confianza en el partido”, afirman las citadas fuentes.

En el partido republicano se interpreta la apuesta por Elena como un castigo a Comín por parte de Junqueras. Las relaciones entre el líder de ERC, encarcelado en Estremera, y el exconsejero, que nunca renunció al escaño aunque se lo pedía el partido, no son malas. Pero resultaría incoherente una gestión sanitaria desde el exilio cuando los republicanos siempre han reclamado un nuevo gobierno efectivo que eche a andar desde el minuto uno.