España vive una paradoja. Sus ciudadanos tienen una “alta percepción” de corrupción pese a que la experiencia real con este delito se encuentra en la media de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).

Esta es una de las conclusiones de la publicación La calidad de las instituciones en España elaborada por el Círculo de Empresarios y que cuenta con la participación de un equipo de ochos expertos coordinados por el profesor de la Universidad de Oxford, Víctor Lapuente.

Esta percepción no es baladí, ha explicado Lapuente, porque “afecta a la confianza social” de los ciudadanos con las instituciones españolas. La desconfianza, además, se acentúa con las instituciones políticas: el Parlamento y el Gobierno. “Cuando hablamos de servicios básicos, España se encuentra en la franja media alta. A medida que ascendemos en la jerarquía institucional, como la Justicia, el Parlamento y el Gobierno, hay un deterioro”, ha abundado el coordinador del informe.

Clientelismo

Uno de los remedios para atajar esta “insatisfacción” con el “funcionamiento de las instituciones políticas” es implementar un “control”. Los datos que gestionan y que han presentado este lunes en el Congreso de los Diputados apuntan a dos principales escollos para tener un Estado eficiente: el clientelismo y la burocratización.

El elevado número de altos cargos de libre designación es una derivada de este clientelismo. Según Lapuente, este hecho “politiza” las instituciones, ya que propicia que la única forma de ascender en la administración pública sea mediante el partidismo. “Hay una elevada percepción de que las cosas se obtienen por contactos políticos, cuando en la mayoría de la administración las cosas funcionan correctamente”, ha esgrimido.

En esta línea, ha sostenido que la corrupción “se concentra en las altas esferas” de la administración: “hay que poner mucho esfuerzo en tratar de mejorar la imagen de neutralidad y de exquisita pulcritud de nuestros representantes públicos”, ha aseverado en pleno escándalo con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y la dudosa veracidad de su máster en la Universidad Rey Juan Carlos.

Corrupción, en “el ADN institucional”

El informe presentado también señala que “España sufre unos notables niveles de corrupción política” y que esta situación ha “empeorado” en los últimos quince años. “La corrupción no está en nuestro ADN cultural ni en el de los partidos políticos”, sino que “está inscrita en nuestro ADN institucional”.

De acuerdo con el análisis, unas organizaciones públicas altamente controladas por los partidos políticos carecen “de los pesos y contrapesos” que velan por la integridad e imparcialidad en la acción pública”.

¿Dinamarca del sur o Singapur del Mediterráneo?

Lapuente también ha llamado al optimismo al afirmar que España se encuentra dentro de la “norma” dentro de los países de la OCDE.

Ha dicho que tiene capacidad para poder ser la  “Dinamarca del sur” --un Estado con impuestos elevados-- o la “Signapur del Mediterráneo” --con un Gobierno eficiente pero mínimo--. “Si tenemos un Estados eficiente podremos elegir ser lo uno o lo otro”, ha afirmado.