Los partidos independentistas tienen un problema. Si deseaban aterrizar, si querían establecer una especie de vuelo raso, aunque lento, para admitir la realidad y reformular el proyecto a medio plazo, se han encontrado con un obstáculo: aquellos que tuvieron al lado, los que les ayudaron a volar, ahora reclaman que mantengan el pulso con el Estado. Son algunos periodistas de cabecera, que han establecido las estrategias codo a codo como Pilar Rahola, Vicent Partal y José Antich, en sus colaboraciones en La Vanguardia y TV3, al frente de Vilaweb y de El Nacional, respectivamente.
Hay otros compañeros de viaje, que mantienen a raya a los políticos que tienen tentaciones, como Mònica Terribas o Antoni Bassas, en Catalunya Ràdio o en el diario ARA y en TV3, pero en los últimos días han incidido más en no echar leña al fuego. En el caso de Terribas, sus últimos consejos van en la línea de que se debe ser “perseverante en la no violencia”, y se pregunta si "¿era todo esto necesario?", lamentando que, en su momento, el Gobierno español no hubiera actuado políticamente, cuando el conflicto no había cobrado la actual dimensión, y todo se dirimía en la necesidad o no de convocar un referéndum, aunque fuera con carácter consultivo.
Huelga general y movilización
En el caso de los más afilados periodistas que animan el movimiento independentista la petición es otra. Quieren que se llegue, con Carles Puigdemont al frente, hasta el final, justo cuando existe un debate importante en el seno de Junts per Catalunya y de Esquerra Republicana para elegir a un candidato que no tenga causas judiciales abiertas y se pueda abrir una nueva etapa al frente de la Generalitat.
Quien lo exige con mayor contundencia es Vicent Partal, el director de Vilaweb --un medio que recibe cuantiosas subvenciones públicas--, quien en su editorial de este lunes pidió “incrementar el conflicto” como “la manera más sensata para parar la represión”. A su juicio, la detención del expresidente Carles Puigdemont abre un nuevo camino. Lo explicaba pocas horas después de conocerse esa detención, en un editorial contundente: “Ahora es el momento, investidura de Puigdemont, huelga general y movilización permanente”.
Consecuencias para España y la UE
La tesis es que ha llegado “el momento clave” y que se debería “movilizar completamente el país de manera que ningún medio de comunicación internacional pueda evitar dejar de hablar de ello”. Partal no entiende las reticencias de ERC para investir a Puigdemont, y argumenta que debería haberlo hecho ya el pasado 30 de enero, “como le pedían Junts per Catalunya y la CUP”. La apuesta es clara, en una línea claramente rupturista, que busca el choque con el Estado. “Ratificar la presidencia de Puigdemont de forma urgente en el Parlament es el gesto políticamente más potente imaginable, principalmente si va acompañado de una gran movilización popular. Envía un mensaje de fuerza, contundente, que confirma a España y a Europa que la negociación política es la única salida razonable de la crisis, y que, si Madrid no cambia inmediatamente de actitud, las consecuencias para la estabilidad de España y de la Unión Europea serán graves”.
Hay otros columnistas que dibujan y que guían al independentismo, como el historiador Agustí Colomines, en contacto con Puigdemont. Pero en esa tríada de periodistas comprometidos, que también hablan con el expresidente, más que su propio abogado, y que son escuchados, destaca Pilar Rahola y José Antich, asesor directo de Artur Mas, y uno de los que más empujó para que el expresidente de la Generalitat convocara las elecciones anticipadas de noviembre de 2012, en las que CiU perdió 12 diputados cuando se pretendía ganar por mayoría absoluta.
Riera o Manolo el del Bombo
Rahola señala también que no puede haber otro camino que investir a Puigdemont, que se encuentra en una prisión alemana a la espera de que las autoridades judiciales concedan la extradición a España. La periodista da directrices a los partidos, advierte de que están desorientados, y reclama firmeza. Habla de dignidad, e inyecta toda la presión que puede para que el independentismo no dé marcha atrás. “En la política es absolutamente necesario responder con dignidad a los atropellos del Estado, y ello pasa, sin duda, por iniciar el proceso de investidura de Puigdemont, no sólo porque es el presidente legítimo y renovado por las urnas, sino porque sería un gesto que permitiría recuperar la dignidad que nos han arrebatado”.
Como en anteriores ocasiones, en sus diferentes colaboraciones –en TV3 es ya omnipresente— Rahola desdeña a la oposición, y habla de “una tal Arrimadas” o de “Riera o Manolo el del Bombo”. Su apuesta es clara, que nadie se relaje, sólo queda Puigdemont para enfrentarse directamente al Estado. “No se puede aceptar que Rajoy, Santamaría, Llarena o Manolo del bombo (sic) decidan quién es el presidente de Cataluña, y si hemos agotado los nombres, deberíamos agotar la paciencia. Después de Turull, nadie más excepto Puigdemont, a no ser que toquemos a rebato y pongamos a Riera. Si ahora el president Torrent vuelve a sus rondas (que no son las de Chavela) y buscamos otro nombre en la lista, el sometimiento a la represión del Estado se habrá completado. ¡Cuidado!”, remacha en Momentum, su última columna en La Vanguardia.
Derechos políticos
Como si fuera todo coordinado, para que nadie se relaje, José Antich defiende lo mismo en El Nacional –otro medio con pingües subvenciones públicas-- como en los últimos meses, en una defensa cerrada del independentismo, de seguir tirando hacia delante. Y pide defender los derechos políticos, “irregularmente arrebatados”, de los políticos presos. “Inexorablemente es la obligación de aquellos representantes del espacio independentista que cuenta con mayoría en el Parlament y debería ser, en buena medida, la respuesta unitaria de todas aquellas formaciones que no tienen nada que ver con el 155 y la supresión de la autonomía”. Lo apunta, en una defensa cerrada de Puigdemont, en su editorial La libertad de Puigdemont, una causa europea.
Con esos guardianes de las esencias, con periodistas que, de hecho, han participado en la estrategia del propio Puigdemont, ¿cómo podrán los partidos independentistas rectificar y tratar de pasar página, admitiendo sus errores?