La inquietud es enorme, y las reuniones, el contraste de opiniones, los foros de debate y la elaboración de estudios y de documentos sectoriales son constantes. La sociedad catalana se encuentra en plena transformación. Un conjunto de profesionales, de distintos campos, ha puesto en marcha una plataforma constitucionalista, un think tank, que trabajará por una España de “primera”, que tenga una “presencia de primera línea en la Unión Europea”, y por una Cataluña que sepa ser “copartícipe de las propuestas regeneradoras” para esa misma España.
La plataforma adopta el nombre de Club Tocqueville, desde la premisa del propio pensador y jurista fancés, autor de la monumental La Democracia en América, de que “es más fácil aceptar una simple mentira que una verdad compleja”.
Proyección en positivo
Los impulsores proceden de distintas áreas: Valentí Puig (escritor y ensayista); Josep Maria Castellà (profesor de Derecho Constitucional-UB); Jordi Canal, historiador; Ferran Toutain (escritor y profesor de Comunicación-URL); Núria González, doctoranda en Derecho de la UE (Universidad de Oxford); Ricardo Calleja (Doctor en Derecho y profesor de IESE); Ana Mar Fernández (profesora titular de Ciencias Políticas-UAB); Albert Guivernau (economista); Ponç Puigdevall (crítico literario), y Arnau Guasch (abogado).
Con una proliferación de entidades y movimientos independentistas, el constitucionalismo se ha ido organizando con más dificultades, desde la percepción de que no era necesario establecer una especie de dialéctica de opciones binarias. En el caso del Club Tocqueville, como explica Valentí Puig, “se trata de una defensa de los valores constitucionales, de buscar una proyección en positivo de lo que hemos hecho todos de forma conjunta y mirar hacia el futuro”.
Contra el reduccionismo populista
En su ideario inicial, que firman los profesionales citados y que se presenta para buscar complicidades de otros constitucionalistas que se sientan comprometidos, se asegura que la apuesta es “por el think big, por una ambición de excelencia intelectual que favorezca el intercambio de ideas y no la confrontación de identidades, la prosperidad y no la incertidumbre económica, la seguridad jurídica y no la ruptura, un sistema de opinión que corresponda a una sociedad compleja y no al reduccionismo populista”.
El camino se emprende por “el horizonte constitucional de una Cataluña autonómica, copartícipe de las propuestas regeneradoras por una España con presencia de primera en la Unión Europea”.
La continuidad de Occidente
Si las preocupaciones se centran en el futuro de Cataluña, que sigue sin cerrar el proceso soberanista, y con los partidos independentistas todavía confusos sobre cómo formar un nuevo Govern que no tenga causas judiciales abiertas, el otro gran propósito es proteger la marca Barcelona. Las elecciones municipales, en junio de 2019, se han convertido en el gran objetivo para muchos grupos, partidos y distintas figuras de la sociedad civil.
El Club Tocqueville apunta cómo funcionará, al margen de promover ese debate de ideas, con la ciudad como centro: “Operativamente, el Club Tocqueville pretende actuar como un think tank y a la vez ser una plataforma pública para el debate civil, para la gran apuesta de la marca Barcelona, por una Cataluña en el conjunto de España en conexión consustancial con los valores de la europeidad y la continuidad de Occidente”.
Con Sir John Elliot
Lo que pide este conjunto de ciudadanos es que la sociedad civil responda, que se articule y se mantenga viva, en circunstancias tan complicadas. Para ello, el think tank constitucionalista se apoya en Josep Tarradellas: “Sin una genuina actuación de la sociedad civil catalana, sin la iniciativa articulada de los ciudadanos, de los ciudadanos de Cataluña, como dijo Josep Tarradellas, un debilitamiento colectivo echa a perder las energías y la voluntad de bien común, el equilibrio entre individuo y comunidad”. Y se constata que se opta “por una clara y decidida preferencia: una sociedad catalana abierta y estable, una sociedad bilingüe y plural". "No nos proponemos hacer política sino ser parte, en la medida de nuestras capacidades, de una vinculación más positiva entre las ideas y la vida pública”.
Entre las primeras actividades que el Club Tocqueville ha organizado destaca un debate con el historiador Sir John Elliot el 5 de abril en el auditorio de Foment del Treball. El objetivo es fomentar y crear un debate que muestre la complejidad de la sociedad catalana, y que huya del “reduccionismo populista”.