Carles Puigdemont está dispuesto a todo. Sus decisiones están encaminadas a forzar al Estado para que el Gobierno acabe alargando la aplicación del 155. No hay nada pensado para formalizar un gobierno de la Generalitat que pueda comenzar a gobernar, ante la perplejidad y el enojo de Esquerra Republicana.
La idea de Puigdemont es que se intente la investidura de Jordi Sànchez, y luego de Jordi Turull, y después… Son los anzuelos con los que desea que el Estado se vaya desgastando, y se pueda llegar a una situación en la que las instancias europeas tomen partido.
Gobierno "legítimo"
Es lo que ha expuesto en las últimas horas, en su discurso en las redes sociales y en una entrevista en RAC1. “Todo esto vuelve y no dejaremos pasar ni un abuso del Estado sobre los derechos porque esto ha llegado al mundo y llegará lejos”. Esas son sus palabras, sus advertencias, con la determinación de preparar con sus abogados todos los recursos que sean necesarios para poder volver como presidente elegido, si es preciso, y para demostrar “la debilidad” de los delitos que se imputan a los que ahora están encarcelados, el propio Jordi Sànchez, junto a Oriol Junqueras, Jordi Cuixart y Joaquim Forn.
¿Tiene algún sentido? Sí, sí para el núcleo de dirigentes que arropan a Puigdemont, cuyo objetivo es que el Estado acabe cediendo, y sólo lo hará, se entiende, si se mantiene el pulso y la idea de la restitución del Gobierno “legítimo”.
La traición
Lo que pretende Esquerra es otra cosa. Es una “traición”, según el historiador Agustí Colomines, el gran estratega en estos momentos de la causa de Puigdemont. Colomines reprocha a ERC que ahora no apoye a Jordi Sànchez, cuando, según él, existía un acuerdo por el que un republicano, Roger Torrent, sería el presidente del Parlament, y la presidencia de la Generalitat le correspondía a Junts per Catalunya, con la decisión final del propio Puigdemont para designar a quien considerara.
Eso se ha producido, y Esquerra considera que, si se quería restituir al Govern, el sucesor debe ser Oriol Junqueras, vicepresidente del anterior ejecutivo catalán. Sànchez está en prisión, como el propio Junqueras, aunque ninguno de los dos ha perdido sus derechos políticos.
Pulso al Estado
Lo que pretende Carles Puigdemont, junto al núcleo de diputados de la lista de Junts per Catalunya, es hacer efectiva la república catalana para forzar, realmente, una negociación con el Gobierno.
La acusación de Colomines a Esquerra, plasmada en un artículo en El Nacional, este mismo viernes, y después de conocer la negativa de los republicanos a la candidatura de Sànchez, se centra en esa disyuntiva: seguir hasta el final, con ese pulso al Estado, o buscar un acuerdo de gobierno para recuperar el Govern de la Generalitat y volver a la senda autonómica.
¿Aliados de ERC?
Además, se lanza contra ERC la pulla de que quiere buscar otros socios en el Parlament, y se afea esa buscada imagen entre Marta Rovira y Miquel Iceta, en la que conversaron, supuestamente, sobre posibles colaboraciones.
La bronca en el seno del bloque independentista, por tanto, es evidente y diáfana. Por ello, en realidad lo que Puigdemont está buscando es que se alargue el 155 y esperar alguna salida posible, fruto de la tensión y de la erosión del propio Estado español.