Joan Coscubiela ha sido diputado en los dos últimos años, una breve legislatura en la que los acontecimientos han sido de vértigo. Formando parte del grupo de Catalunya sí que és Pot, como dirigente de ICV, Coscubiela acumula toda la experiencia como sindicalista, como exsecretario general de CCOO. Experto en largas negociaciones, en saber esperar y tensar la cuerda, para ceder y lograr acuerdos ventajosos para todas las partes, ahora se muestra modesto, porque las heridas son grandes. Pide “micro discontinuidades”, que, un segundo después, explica con cierto detalle. Y entiende, ahora sí, que “el independentismo debe abandonar ya la astucia”. Y, principalmente, reprocha al independentismo que no asuma ahora sus responsabilidades: “No se quiere socializar el coste de explicar la realidad”.
En una entrevista con Crónica Global, Joan Coscubiela admite que su intervención en el pleno del 6 y 7 de septiembre tuvo una repercusión mucho mayor de lo que había pretendido. Y se mostró extraño cuando sus adversarios políticos acabaron aplaudiendo con fervor. Sin tener nada preparado, como explica en su libro, Empantanados, (Península), en el que refleja la intensidad de todos esos meses, Coscubiela constató a toda velocidad, con verbo ágil, todo lo que pensaba una gran parte de la sociedad catalana, que respiró al entender que sí, que había representantes políticos que se apegaban a la realidad.
Se ilusionó a una parte de la sociedad, con un proyecto que se sabía que no era posible
Cuando se le pregunta sobre el por qué de la resistencia de los partidos independentistas a tomar decisiones que hubieran evitado la actual situación, como la convocatoria de elecciones en distintos momentos, ya fuera después del 1 de octubre, o antes de declarar la república catalana en el Parlament, el 27 de octubre, Coscubiela no tiene dudas: “Lo que ha ocurrido es que se ilusionó a una parte de la sociedad, que constituyó un movimiento autónomo, muy difícil de gestionar, con vida propia, que reclamaba que se cumplieran las ilusiones generadas, cuando se sabía que no era posible”.
Eso lo plasma en el libro de una forma diáfana, diríamos que cruda, donde entra de lleno en la responsabilidad de Oriol Junqueras, que ha aparecido, al final de las curvas, como el gran damnificado, en prisión, y frente a Carles Puigdemont, que monopoliza la causa independentista frente al Estado, después del triunfo frente a ERC el 21-D. A Junqueras, le llama “El Cardenal Mazarino”.
Lejos de echarle la culpa a la CUP, como fuerza que marca la agenda al resto de partidos soberanistas, Coscubiela tiene su lectura: “El factor que de verdad llevó a las fuerzas independentistas hasta el 1 octubre, la posterior DUI y la proclamación de la República catalana fue la gran fuerza de atracción gravitatoria que ejercía la gran ilusión generada. Y la incapacidad de explicarle a tanta gente que lo que se les había prometido no era posible”.
Ha habido una fuerza de atracción gravitatoria, que impidió una rectificación
Frente a eso, y al margen de los errores cometidos, y también de la falta de cintura política del Gobierno español, lo que se aconsejaba al movimiento independentista, desde autoridades como el escocés Alex Salmond, era replegar fuerzas y actuar como un corredor de fondo. “Ese resquicio de lucidez pasaba por que todas las fuerzas independentistas socializaran el coste de explicar la realidad”, señala Coscubiela.
Pero no fue posible. ¿Por qué? El ex secretario general de CCOO en Cataluña tiene una respuesta, compleja, con varios factores: “Esa apuesta de replegar fuerzas fue imposible de transitar por la intensa competencia política entre los partidos independentistas, de carácter fratricida, aunque se intente disimular”.
¿Algo más, otras consideraciones? “Queda el agotamiento de la astucia”. Es decir, para el exdiputado de ICV, “la incapacidad de gestionar políticamente las grandes ilusiones y expectativas creadas, la batalla interna en el independentismo y el agotamiento de la estrategia de la astucia, marcaron la legislatura, se condensaron en el Pleno del 6 y 7 de septiembre y terminaron explosionando el 26 y 27 de octubre”.
No quise que mi voto de protesta contra Rajoy se utilizara para legitimar el referéndum del 1 de octubre, y no voté
Coscubiela tiene un secreto, que desvela, y que es importante porque aparece todo, sus reflexiones en aquel momento, y los errores de todas las partes. En todo momento se trasluce su incomodidad en el seno del grupo parlamentario de Catalunya Sí que es pot. Denomina a una especie de subgrupo, él y Lluís Rabell, principalmente, como Patrulla Nipona, y explica como hace equilibrios para no reflejar claramente que se deberían convocar elecciones, y que, antes, no se podía apoyar el 1 de octubre, ni aunque se disfrazara de “movilización”, para no entrar en un conflicto directo con Los Comunes, que lideraba Ada Colau y Xavier Domènech.
Ese secreto es un extenso artículo que Coscubiela escribe para dar cuenta de su negativa al 1 de octubre, justo antes del referéndum, y que decide no darlo a conocer, en un momento, además, de gran tensión y personalmente difícil porque se está “despidiendo” de su madre, al final de su vida. El exsindicalista admite en el escrito sus dudas, su permanente duda.
Habla de Rajoy, y de los fallos políticos del Gobierno, pero también de todas las estrategias del independentismo, que no conducen a nada. Decide no votar, no participar en el 1-O, “porque no quiero que mi voto de protesta contra Rajoy y en defensa del referéndum sea utilizado de nuevo para legitimar como referéndum vinculante el 1 de octubre y para legitimar una DUI a partir del 2 de octubre. Y no quiero que lo utilicen para dar continuidad al relato procesista y el fraude democrático que supondría prorrogar seis meses más una legislatura que debía ser de dieciocho meses para convocar después unas nuevas elecciones excepcionales, esta vez con el nombre de elecciones constituyentes”.
Lo que yo llamo la División Mediática Ítaca puede tener un discurso autónomo, al margen de los políticos independentistas
La preocupación de Coscubiela, cuando se le pregunta ahora por quién ha acompañado ese relato que no se podía cumplir, es “lo que yo llamo la División Mediática Ítaca”, que son los medios soberanistas que tampoco se acercan a la realidad.
Y que pueden mantener “un discurso autónomo”, como ha ocurrido con esa parte de la sociedad, aunque pueda existir un repliegue político del soberanismo. También señala a la Brunete Mediática, que “manipula” informaciones, y pone como ejemplo todo lo relacionado con las contrataciones de personal para la Agencia Tributaria, que pretendía asumir las competencias que ya tienen otras comunidades y desarrollan por su cuenta.
Sólo con micro discontinuidades, paso a paso, formando primero un Govern, se podrá normalizar la situación
¿Pero cómo se puede salir de esta situación? “A través de micro discontinuidades”, señala Coscubiela, que no esconde que “se tardará mucho tiempo” en recuperar una cierta normalidad, con dirigentes políticos en las cárceles. “Para mí, ahora, todo debe ir paso por paso; formar un Govern; Puigdemont no puede ser presidente; resolver los casos de prisión provisional; recuperar el campo de juego de la Generalitat; un pacto en financiación autonómica….”. Sería una especie de partido a partido, emulando el entrenador del Atlético de Madrid, Cholo Simeone.
¿Fue, sin embargo, Coscubiela e ICV responsables también de lo que ha pasado, al avalar el derecho a decidir, se hubiera llegado a la actual situación? “No lo creo, eso es diferente, lo defendimos, y creemos que es una propuesta legítima, la de realizar un referéndum acordado, no, para nada”.
Escrito con fuerza y agilidad, en Empantanados, Coscubiela ha dejado un legado, el de aquel diputado que se levantó y desde la tribuna explicó a toda la cámara que se estaba jugando con el futuro de todos al traspasar la línea de la legalidad y al anular los derechos parlamentarios de la oposición, es decir, de los representantes de buena parte del también pueblo catalán. Fue el 7 de septiembre de 2017.