Los grupos de la oposición del Ayuntamiento de Barcelona vuelven a tener delante una alternativa al gobierno de Ada Colau pero, una vez más, la desperdiciarán. La alcaldesa de la capital catalana se someterá este viernes a una cuestión de confianza para la aprobación de sus presupuestos de 2018 tras la falta de apoyo necesario para hacerlo en un pleno.
Los pasos en la política municipal barcelonesa se han ido repitiendo exactamente igual que el año pasado, cuando Colau tomó la misma decisión al verse en minoría. Dijo entonces que hubiera puesto la cuestión en manos de los ciudadanos, refiriéndose a adelantar las elecciones, pero la ley no permite hacerlo en el consistorio.
No merece la pena
La única diferencia entre aquella cuestión de confianza y esta es que la minoría es, actualmente, más acusada. Histórica, al fin y al cabo, si se repasan los años de democracia en el Ayuntamiento de Barcelona. El PSC ya no forma parte del ejecutivo porque los comunes así lo decidieron y he aquí las primeras consecuencias.
En los pasillos del consistorio se da por hecho que esta vez tampoco habrá pacto. Ni lo buscan, ni lo buscarán. Las formaciones de la oposición a Barcelona en Comú están demasiado fragmentadas y, como dicen ellas mismas, hay un problema imperante que no puede ignorarse y ese es el de la aritmética.
Horizonte: elecciones municipales
No suman, pero tampoco van a intentar sumar, como sí lo probaron en diciembre de 2016. Necesitan un mínimo de 21 votos de los 41 escaños que forman el panorama del consistorio barcelonés y a estas alturas ya es sabido que no hay consenso entre los siete grupos que están fuera del gobierno para llevar a buen puerto la mayoría de propuestas.
Según han explicado a este medio, intentarlo es una pérdida de tiempo contando que, en un año y medio, se celebrarán las elecciones municipales. “Si alguien quiere lanzarse a la arena, adelante”, han dicho fuentes de ERC en Barcelona. Pero no serán ellos.
Collboni, el “despechado”
El grupo de Alfred Bosch intentó llegar a un acuerdo de gobierno con Ada Colau cuando ella llegó a la alcaldía y el resultado no fue a su favor: eligió a Jaume Collboni, cuyo pacto duró un año y medio hasta que Barcelona en Comú se escudó en el apoyo del PSC a la aplicación del artículo 155 en Cataluña para expulsarlo.
Por eso el dirigente socialista se ha mostrado especialmente dolido en sus últimas intervenciones, hasta el punto que el primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, le acusó de rechazar los presupuestos “por despecho”. Como si echar al PSC de la alcaldía no fuera a pasarle ningún tipo de factura. Collboni ha sido tan rotundo como escueto ante la pregunta de si la cuestión de confianza podría significar una vía abierta a una negociación con algún partido para formar una alternativa a Ada Colau. “No”.
La sombra del 155
Con la misma brevedad se ha expresado el PDeCAT de Xavier Trias: “No. Porque no es posible”. Sus nueve concejales no bastan para ofrecer una alternativa, aunque sumasen a los cinco de ERC y los tres de la CUP. Les faltarían los cuatro del PSC, como mínimo, que ni por una parte ni por las otras dan su brazo a torcer en aspectos como el que llevó a Colau a romper con Collboni: el apoyo al 155.
Ciudadanos se mantiene firme a lo que ya avanzó el año pasado y es que nunca apoyaría la candidatura de un alcalde independentista. Sus cinco regidores, por lo tanto, no están dispuestos a ser moneda de cambio a un plan b durante el mes del que disponen a partir de la votación de este viernes. Como los tres del PP, que tampoco se plantean llegar a pacto alguno con ninguno de sus colegas. Eso sí, Barcelona tendrá sus presupuestos. Los que propuso Colau y nadie apoyó.