"¿Ya has ido a Berlín? Tienes que ir a Berlín de inmediato?".
Hay muchos lamentos por la pérdida de influencia de la socialdemocracia. Fue la gran protagonista de la postguerra, tras el desastre de la II Guerra Mundial, junto a la familia democristiana. Su gestión y su apuesta por unir a las clases populares y las clases medias, con un pacto con las élites, con ambiciosos sistemas fiscales, proporcionó los mejores años de la historia europea. Pero acabó subsumida ante el vigor del neoliberalismo y de una visión que se ha difundido desde las cátedras económicas de las más prestigiosas universidades del mundo: no hay alternativas a una forma de entender las relaciones económicas.
Se trata del Waterloo de la socialdemocracia, que se ha evidenciado en los últimos años. Aunque polémico, porque no tiene empacho en mostrar su solvencia académica, lo que aporta Yanis Varoufakis en su libro Comportarse como adultos, mi batalla contra el establishment europeo, traducido y editado en España por Deusto, deja constancia de esa entrega total de la socialdemocracia, de esa sumisión a los postulados del ordoliberalismo alemán que puede ser tan perjudicial para el conjunto de Europa.
La frase inicial es Michel Sapin, el ministro de finanzas francés, tras reunirse con Varoufakis, recién nombrado ministro de finanzas griego. El ministro, en su primer viaje por las capitales europeas, en febrero de 2015, trata de mostrar su plan para reestructurar la deuda griega, dispuesto a no aceptar un tercer rescate si eso comportaba la acumulación de una deuda que Grecia sería incapaz de pagar nunca, porque, además, implicaba la reducción de pensiones, salarios e inversiones.
Sapin: no sé nada de economía
Sapin se muestra de acuerdo con su plan, pactado y blindado con el primer ministro griego, Alexis Tsipras. “El éxito de tu Gobierno será nuestro éxito. Es importante que cambiemos Europa juntos; que reemplacemos esta obsesión por la austeridad con una política orientada al crecimiento. Grecia lo necesita. Francia lo necesita. Europa lo necesita”.
Pero volvamos a Sapin. El representante francés en el Eurogrupo, tras el encuentro con Varoufakis, decía todo lo contrario en la rueda de prensa posterior. Grecia tenía obligaciones con sus acreedores y el nuevo Gobierno tendría que cumplir con ellas. Ni una sola palabra sobre lo acordado con Varoufakis, ni el fin de la austeridad ni nada sobre políticas de crecimiento basadas en la inversión pública por el bien de toda Europa.
La frase lapidaria llegó luego. Como explica el profesor griego, que recupera toda su experiencia como ministro en su libro y que se ayuda de las grabaciones, incluso, que llegó a realizar en sus reuniones, Sapin intenta justificar ese cambio de actitud. “Yanis, tienes que entenderlo. Francia ya no es lo que era”. Y es la Francia de François Hollande, en ese momento, a pesar de las esperanzas depositadas en él para que ejerciera de contrapeso frente a Alemania, la que se vio incapaz de parar a Berlín, ni de buscar alguna alternativa para Grecia, lo que hubiera comportado un modelo para toda Europa. Ni se llegó a intentar y el tercer rescate se impuso, a pesar de que el gobierno griego acababa de ganar las elecciones con el mandato de renegociar la deuda y llegar a un acuerdo sin romper con la zona euro.
Haga como yo, contente a Schäuble
Sapin le confiesa al gran peligro europeo, según Berlín, que sabe poca cosa de economía, que su tesis doctoral fue sobre “la histórica numismática de Aegina”, las monedas antiguas de una pequeña isla de la costa de Ática, de gran estima para el exministro y su mujer Danae. En lo que insiste Sapin es que en que vaya a Berlín, que se explique allí con el gran “lobo feroz”, el ministro de finanzas alemán Wolfgang Schäuble.
La historia se repite con el ministro de finanzas italiano, Pier Carlo Padoan, antiguo economista en jefe de la OCDE, considerado por el mismo Varoufakis en el libro como “el típico socialdemócrata europeo”. La definición del economista griego es demoledora: “Tiene la capacidad de entender cuál es la enfermedad esencial que aflige a la eurozona, pero es reacio a chocar con los médicos en jefe del continente, que insisten en que no hay ninguna patología que tratar. En pocas palabras, Pier Carlo Padoan es un miembro convencido de los de dentro”. Y, ¿qué consejo le ofrece al desesperado ministro griego que busca cómo sacar a su país de la quiebra?
Padoan recibía las pullas constantes de Schaüble, hasta que el italiano ideó una estrategia. Le pedía al alemán si podía hacer algo para ganar su confianza, y ese algo fue la reforma laboral, que impuso a su primer ministro, Mateo Renzi. “¿Por qué no intentas algo parecido?”, le dijo Padoan a Varoufakis, para mantener la cabeza baja ante Alemania.
Tú éxito será el nuestro
Lo mismo ocurre con Mario Draghi, el presidente del Banco Central Europeo (BCE). Draghi ni entra ni sale sobre la propuesta del gobierno griego. Se limita a decir que las medidas las aprueba el Consejo de Gobierno del BCE. Y, justo después de que Varoufakis consiguiera un respiro tras reunirse con los inversores internacionales en la City de Londres, el BCE decidió retirar la exención de los avales de los bancos griegos, lo que implicaba cerrarlos en pocas horas. Un acto, según Varoufakis, de “sabotaje”.
La gira del ministro de finanzas griego pasó, claro, por Berlín, con una entrevista con el propio Shäuble, quien le recibió sin apenas saludarle ni darle la mano. Y con el que acordaron que se habían puesto de acuerdo en que “no estaban de acuerdo en nada”.
La perla llegó con el encuentro con Sigmar Gabriel, vicecanciller alemán y líder del otrora poderoso SPD, la socialdemocracia alemana. “Tu éxito será nuestro éxito”, le espetó, para añadir que el trato a Grecia era “inmoral”, echándole las culpas al dominio de los demócrata-cristianos sobre las políticas de la UE durante la crisis del euro de 2010.
¿Rueda de prensa posterior? Todo lo contrario: presión severa a Grecia para que asumiera sus compromisos con los acreedores.
El hundimiento del SPD
Gabriel se sinceró después, al señalarle a Varoufakis que formar parte de una coalición con la CDU de Angela Merkel comportaba una serie de obligaciones. Respuesta del griego: se debía aprender de la lección del PASOK, el partido socialdemócrata griego que, tras su coalición con Nueva Democracia pasó del 40% al 4% de los votos. Cosa que le pasaría, aunque no en esa proporción, al SPD, con una nueva victoria de Merkel, que ahora negocia, precisamente, una nueva coalición con el SPD de Martin Schulz.
Todo ello le lleva a decir a Varoufakis que había asistido a entender las razones del Waterloo de la socialdemocracia europea: todos sometidos a las leyes de la particular interpretación de las relaciones económicas que dicta Berlín, el ordoliberalismo, una corriente puramente alemana del liberalismo, que ha conseguido imponerse en toda Europa.
¿Queda alguien ahí fuera? Varoufakis ya no, que dimitió del gobierno de Txipras e impulsa ahora el movimiento DiEM25, el Movimiento por la Democracia en Europa, mientras acechan otros proyectos de corte populista o de extrema derecha en distintos países europeos.
¿La socialdemocracia? Connais pas.