Tomar decisiones no es fácil. Lo mejor es defender un mensaje, intentar que ocurra lo contrario, y que no se note nada, para desgastar al adversario. Carles Puigdemont y Oriol Junqueras han mantenido esa relación complicada en los últimos meses. Ahora se encuentran en un situación muy distinta. Los dos han cometido grandes errores. Junqueras se equivocó de forma clara, aunque todavía pueda ser presidente de la Generalitat. Lo tenía todo a favor para favorecer a su partido, Esquerra Republicana, después de que sus estrechos colaboradores hubieran diseñado un guion que estaba destinado a llevarlo a la Generalitat.
¿Por qué? Junqueras declarará el próximo 4 de enero ante el Tribunal Supremo. En ese momento, podría salir en libertad, aunque no es, por ahora, la previsión del juez Pablo Llarena. Se ha visto en prisión, mientras Puigdemont sigue con toda libertad de movimientos en Bruselas.
El error de Junqueras es que pensó que permanecería sólo unos días en la cárcel, y lleva más de 50. Pero la equivocación del líder de ERC fue no aguantar una decisión tomada con Puigdemont: convocar elecciones justo cuando se discutía con el Gobierno de Mariano Rajoy qué se debía contestar a los requerimientos a partir de la declaración de independencia a medias que se realizó en el Parlament tras el referéndum del 1 de octubre.
El referéndum lo cambia todo
Tras diferentes consultas, con diferentes mediadores, con la ayuda de su propio partido, Junqueras había asumido que lo mejor era convocar elecciones. Ocurrió entre el 20 y el 22 de octubre. Eran días complicados. El 19 de octubre el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, contestaba al Gobierno que la declaración no se había votado, pero que si se aplicaba el 155 declararía la independencia. El Ejecutivo de Rajoy le contestó que la respuesta no era aclaratoria, y que comenzaba el proceso para aplicar el 155.
Junqueras y Puigdemont mantienen diferentes reuniones esos días, y la salida que acuerdan es convocar elecciones, aunque se toman tiempo para acabar de asumirlo. De hecho era la consecuencia lógica después de meses con el guion sobre la mesa: si no se podía realizar el referéndum no quedaba otra vía que las elecciones. ¿Qué cambió? Que el referéndum se produjo, que se pudo votar y que hubo cargas policiales excesivas que cambiaban las cosas a ojos de cientos de miles de soberanistas.
Interpretan mal a Junqueras
Los días posteriores estuvieron marcados por un gran desasosiego, por dudas enormes. Pero para Junqueras el camino estaba hecho: elecciones, victoria clara de ERC --todas las encuestas a favor, frente a un PDeCAT hundido, sin norte, y sin lista del president Puigdemont-- y el inicio de una nueva etapa en la que los republicanos querían pasar página, buscar otros socios --los comuns de forma particular-- y “ensanchar” en los próximos años la base social del independentismo.
Las distintas fuentes consultadas aseguran que se estuvo a punto, que Junqueras, sin embargo, pensó que se debía a la militancia, al mundo soberanista que estaba dispuesto a llegar hasta el final, y que, en última instancia, si iba a la cárcel sería sólo por unos días o semanas.
El consejo de ministros del 21 de octubre aprueba las medidas sobre el 155, con una comparecencia posterior de Mariano Rajoy. Puigdemont responde con un discurso institucional en el que anuncia que convoca una sesión en el Parlament para dar respuesta al 155.
Todo se precipita el 25 de octubre. Puigdemont está decidido, convocará elecciones. Algunos dirigentes de ERC interpretan mal a Junqueras, como Marta Rovira, y la secretaria general de los republicanos acaba enfrentada al president, porque no tolera que no se quiera llegar al final.
Una victoria hisórica sobre los ex CDC
El 26 Puigdemont anuncia que convocará a los medios en pocas horas para explicar que convoca elecciones, y algo más tarde, a última hora del mediodía, decide que hará todo lo contrario, tras otro encuentro con Junqueras, en el que éste rechaza ponerse al frente del Govern, después de que el expresident le ceda el puesto.
Junqueras tiene ahora otra oportunidad para ser presidente, porque ERC ha adoptado la misma estrategia que Junts per Catalunya. Si se quiere restituir al Govern, y Puigdemont no vuelve de Bruselas, a quien le corresponde presentarse a la investidura es a él, en calidad de exvicepresidente del Govern. Pero habrá batalla, no lo tiene hecho. Primero deberá poder salir de prisión.
Siguiendo el plan inicial, ahora sería presidente de la Generalitat, con una victoria histórica sobre los herederos de Convergència, y podría elegir socios para completar una mayoría parlamentaria.
Pero Junqueras no se ha caracterizado en los últimos meses por tomar buenas decisiones políticas, poniendo en peligro los planes del partido, tejidos durante mucho tiempo.