La estrategia es la misma. Pero las consecuencias pueden ser muy distintas. La dirección de Esquerra Republicana tiene paciencia, pero no infinita. Y, sin jugar a la contra del expresidente Carles Puigdemont ni del PDeCAT, ha decidido inyectar presión. Toda la necesaria.
En tres semanas se deberá votar la Mesa del Parlament. Ciudadanos ya ha pedido la presidencia, y Junts per Catalunya y ERC necesitarán, junto a la CUP, hasta el último voto. Los republicanos reclaman, por tanto, que Puigdemont y el PDeCAT decidan ya qué quieren hacer, si consideran que debe correr la lista para que entren nuevos diputados o los exiliados vuelven a Barcelona desde Bruselas.
Restituir el Govern
¿Va en contra de los intereses del PDeCAT? ¿Se trata de una estrategia para asaltar el poder? Los dirigentes de ERC lo niegan. Se cumple el plan previsto y decidido: restituir el Govern. Un ejecutivo que estaba presidido por Carles Puigdemont antes de la aplicación del artículo 155 de la Constitución y que tenía como vicepresidente al republicano Oriol Junqueras.
Sin Puigdemont en Barcelona, si opta por no regresar, porque carece de garantías –como él pretende— de que esquivará la prisión, Junqueras debería ser investido, siguiendo ese orden jerárquico con el objeto de “restituir el Govern”, la expresión que repiten y repiten el propio expresidente y la dirección del PDeCAT.
Rectificación de la Fiscalía
Algunas voces insisten en que Puigdemont debería regresar con todas las garantías porque ha quedado “habilitado” tras los resultados electorales. El diputado en el Congreso de la antigua Convergència Carles Campuzano defendió este jueves que el expresidente debería poder volver, y ejercer de presidente, y que eso pasaría por “retirar” las querellas por parte de la Fiscalía.
Sin embargo, eso en estos momentos es un deseo que queda fuera de la realidad. Lo tangible es que Oriol Junqueras declarará el próximo jueves, 4 de enero, ante el Tribunal Supremo con la esperanza de que, esta vez sí, quede en libertad. Aunque Junqueras no perdería ninguno de sus derechos políticos desde la prisión, y podría recoger su acta de diputado y ser investido presidente si llegara el caso, la libertad de movimientos le permitirá marcar de cerca la agenda política y conducir los siguientes pasos de Esquerra.
El núcleo de confianza de Puigdemont, con Lluís Puig, Elsa Artadi y Jordi Turull al frente, sigue pensando en otra cosa: en la idea de que, sin el expresidente, los republicanos acaben facilitando la investidura de otro dirigente del PDeCAT. Pero eso chocaría, ¡vaya paradoja!, con la propia idea de la “restitución del Govern”.
Respetar la voluntad del Govern
La dirección de Esquerra estudia la situación. El tiempo comienza a correr en contra. Y quiere decisiones. En su descargo, insiste en que la ventaja de dos diputados a favor de Junts per Catalunya frente a los republicanos sólo se traduce en unos 10.000 votos, y que esa diferencia no permite la elección, sin más, de candidatos del PDeCAT.
Tras meses diseñando una estrategia para “ensanchar” la base social del independentismo, y con la voluntad real de iniciar una nueva etapa, todo lo acontecido tras las elecciones ha dejado tocado al partido. Pero se quiere remontar el vuelo, con la legitimidad de que Junqueras ha afrontado las consecuencias de sus actos, y está en prisión, y con el compromiso adquirido de “respetar la voluntad de restituir el Govern”, con los hombres y mujeres que estén en “condiciones” de hacerlo.
Antes del 23 de enero, esas cuestiones deberían quedar resueltas. En la primera semana de febrero, entre los días 6 y 7, se afrontaría el primer debate de investidura. ¿Llegará el bloque independentista a esa cita con todo decidido? En caso contrario, y si las cosas se complican, la repetición de las elecciones serían para el primer fin de semana del mes de junio.