Los ideólogos Colomines y Mascarell apuntalan a Puigdemont
Los dos intelectuales defienden el proyecto rupturista propio de Puigdemont, al margen de los intereses del PDeCAT
14 diciembre, 2017 00:00“Jo amb el president”. Es el lema que forma parte de la dirección de un correo electrónico con el que está llevando a cabo la campaña electoral Carles Puigdemont. Aunque tiene su propio equipo, al frente del cual figura Elsa Artadi, cada vez más influyente, Puigdemont cuenta con dos ideólogos de cabecera, que lo fueron de Artur Mas desde el inicio del proceso soberanista: Agustí Colomines y Ferran Mascarell.
El historiador Agustí Colomines es director de la Escuela de Administración Pública de la Generalitat, mientras que Ferran Mascarell fue dirigente del PSC y hasta ahora era delegado de la Generalitat en Madrid. Los dos apuntalan a Puigdemont en su proyecto de plantear un auténtico pulso a Mariano Rajoy si consigue la victoria en las elecciones del 21D, al margen de los propios intereses del PDeCAT que desearía iniciar una nueva etapa marcada por la realidad y los posibles acuerdos con otras fuerzas políticas.
Colomines está muy activo en los últimos días utilizando todos sus contactos para promover los actos a favor de Puigdemont, mostrando una cuestión esencial, y es que el expresidente de la Generalitat no utiliza los canales propios de su partido, sino que pide la complicidad de todos sus seguidores para que, personalmente, se impliquen. No hay bases de datos, y cada uno arrima el hombro como puede.
Mutación del catalanismo
Para el viernes por la mañana se ha organizado un acto con Puigdemont --por videoconferencia-- desde la sede de la candidatura, con el que se quiere mostrar el músculo electoral de cara al 21D.
El historiador fue uno de los máximos impulsores de una candidatura única de todo el soberanismo, con la recogida de firmas, que, finalmente, y tras el rechazo de ERC, se tradujo en Junts per Catalunya. Defensor desde el primer día, desde 2007, del derecho a decidir, apoyó a Artur Mas desde la fundación de Convergència, primero la Fundació Trias Fargas, rebautizada luego como Fundació CatDem. La mutación del catalanismo al soberanismo se produjo a partir de la conferencia de Artur Mas el 20 de noviembre de 2007, un texto que se publicó en formato de libro con prólogo de Colomines.
Estado propio
Ahora, fiel a ese ideario, es el máximo adalid de Puigdemont para que vaya hasta el final y trate de forzar una negociación con Mariano Rajoy tras las elecciones. La idea es que si gana y acaba detenido y en prisión, la imagen internacional será nefasta para los intereses del presidente del Gobierno. En el PDeCat esa línea no se apoya, aunque la sigan algunos exdirigentes como Francesc Homs.
El caso de Ferran Mascarell es similar. Con la llegada al poder de Mas, después de las elecciones de 2010, Mascarell acabó en su gobierno, como consejero de Cultura, dejando en la estacada a su propio partido, el PSC, y truncando sus opciones para ser candidato a la alcaldía de Barcelona por las filas socialistas. Edificó el ideario de Mas a favor de un Estado propio, tras teorizar que el catalanismo necesitaba un salto adelante para que no se anulara la identidad catalana, en peligro, a su juicio, desde los gobiernos del PP liderados por José María Aznar.
Pulso al Estado con una posición de fuerza
Mascarell es un firme partidario de que Puigdemont muestre toda la fuerza electoral posible para mantener el pulso al Estado. En los actos que protagoniza, de pequeño formato, a favor de Junts per Catalunya, defiende que las elecciones deben servir para que Puigdemont sea de nuevo presidente, aunque no las gane, y que todo el soberanismo, lo que incluye a ERC y a la CUP, apoyen esa opción. Se trata, a juicio de Mascarell, de “liberar a los presos políticos”, y que el soberanismo logre “plantear el debate con el Estado con una posición de fuerza”.
Puigdemont cuenta con Mascarell, aunque tiene difícil obtener su acta de diputado. Figura como número 26 por Barcelona. El expresident le pidió que defendiera las alegaciones de la Generalitat en el Senado por la aplicación del 155, pero la mesa de la cámara alta se lo acabó impidiendo. Y fue Puigdemont quien le nombró en enero de 2016 delegado de la Generalitat en Madrid.
Se trata de viejos rockeros, que han buscado una reorientación del catalanismo en los últimos años, una “mutación”, como lo define el ensayista Jordi Amat, y que ahora, lejos de formular una tregua o un aplazamiento de los objetivos del independentismo, presionan para mantener el pulso, aunque el PDeCAT desee comenzar ya otra etapa.