Yo ya no sé qué más tiene que hacer la pobre Karmele Marchante para que le den un programa en TV3. El otro día se plantó en la manifestación de Bruselas, con su bufanda amarilla y sus uñas cuatribarradas, para significarse como independentista. Hasta se hizo una foto con Puigdemont. Pero en TV3 pasaron olímpicamente de ella. Seguro que, si aparece Pamela Anderson, habría sido noticia destacada en la programación y hasta la hubieran entrevistado, lo cual me parece un agravio comparativo para la entregada Karmele, que se ha hecho soberanista de un día para otro, de la misma manera que, en su momento, pasó del feminismo radical (sector Valerie Solanas) a la telebasura: sin despeinarse las ya de por sí desordenadas guedejas. Karmele se mete a fondo en sus pasiones y el independentismo es su última excentricidad, pero, por los motivos que sean, TV3 no parece muy dispuesta a reivindicarla. En fin, ellos se la pierden.
La jornada del viernes fue bastante anodina en la nostra y hubo que conformarse con la (supuesta) indignación de los catalanes ante la inminente devolución de las piezas de Sijena a sus legítimos propietarios, que se presentó claramente como un expolio. Mireia Boya, de la CUP, que parece una mujer de armas tomar, llamó incluso a defender el museo de Lleida con la presencia ciudadana. No hace falta ser experto en arte sacro, basta con concentrarse a las puertas del museo y dificultar la entrega todo lo que se pueda. En época de elecciones, ya se sabe, se aprovecha todo: ahora resulta que el 155 es culpable de un final que se llevaba gestando desde hace años.
La otra noticia del día fue que Vicent Sanchis, director de la casa, será quien entreviste a todos los candidatos a las elecciones del día 21. Ante los lógicos temores de los constitucionalistas, debo decir que Sanchis, en comparación con muchos procesistas, es la sonrisa del régimen y, sobre todo, no es un energúmeno. Reconozco que mantengo con él una relación cordial, basada en nuestro amor por los cómics, y aunque cada uno discrepa de lo que dice el otro en sus escritos, Sanchis es un entrevistador educado. Lo sé por experiencia: cuando publiqué El manicomio catalán y todo el mundo se comportaba como si el libro no hubiese salido y yo no existiera, Sanchis tuvo el detalle de invitarme al programa que tenía por aquel entonces en Canal Català --cuya frecuencia le fue otorgada a dedo por Puchi a El Punt Avui-- y me dio media hora de correcta conversación desde una educada discrepancia. Espero que haga lo mismo con los candidatos que no son de su cuerda. Veremos.